Desde el inicio de las tensiones entre Israel e Irán un punto geoestratégico ha estado en el centro de la discusión: el Estrecho de Ormuz, este fin de semana las tensiones sobre este punto de estrangulamiento han aumentado. El pasado 22 de junio de 2025, la Asamblea Consultiva Islámica, principal órgano legislativo iraní, solicitó el cierre del principal punto de estrangulamiento a nivel mundial, como respuesta a los ataques de Estados Unidos en contra de las instalaciones nucleares de Fordow, Natanz e Isfahán. Esmail Kousari, presidente de la Comisión de Seguridad Nacional y Política Exterior, señaló que la Asamblea Consultiva había determinado la necesidad del cierre del Estrecho de Ormuz, pero que la decisión final recaería en el Consejo Superior de Seguridad Nacional (órgano compuesto por miembros de alto rango como el presidente, el presidente de la Asamblea Consultiva, el presidente del Poder Judicial, el representante del líder supremo, el comandante del Ejército, el comandante del Ejército de Guardianes de la Revolución Islámica, el ministro de Relaciones Exteriores, el ministro del Interior, entre otros). De concretarse, el cierre del Estrecho de Ormuz tendrá consecuencias que superarán la escala regional y que podrían escalar a nivel global.
Para comprender la importancia del Estrecho de Ormuz es necesario decir que este espacio geoestratégico hace parte de los principales puntos de estrangulamiento a nivel mundial. Un punto de estrangulamiento se caracteriza por su importancia en la movilidad de flujos comerciales, energéticos o económicos, así como en sus altos niveles de vulnerabilidad y en el impacto que estos espacios podrían tener en la dinámica mundial en caso de algún bloqueo. Algunos elementos que caracterizan a la mayoría de los puntos de estrangulamiento son su movilidad limitada por sus características geográficas, el tránsito intensivo, su rol central en temas de seguridad internacional, entre otros. Entre los principales puntos de estrangulamiento a nivel mundial se encuentra el Estrecho de Ormuz, el Canal de Panamá, el Canal de Suez, el Estrecho de Malaca y el Estrecho de Bab el-Mandeb. Un cierre o bloqueo de un punto de estrangulamiento representaría un incremento de los precios de las mercancías que cruzan estos espacios, retardos en las entregas traducidos en aumento de costos de transporte y seguros, así como daños directos sobre el funcionamiento de las cadenas globales de producción.
El Estrecho de Ormuz se encuentra situado entre el Sultanato de Omán (perteneciente a la Península Arábiga) y la República Islámica de Irán (ubicada en Asia Occidental). Este pequeño estrecho conecta el Golfo Arabo-Pérsico con el Golfo de Omán, el Mar Arábigo y el Océano Índico. Su importancia geopolítica radica en que es un paso obligado para las exportaciones de petróleo provenientes de Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Irak y Kuwait, pero también de una parte importante de las exportaciones provenientes de Arabia Saudita y de Irán. El estrecho tiene una longitud de 161 kilómetros, en su punto más estrecho mide 34 kilómetros y en su interior aloja dos canales de tránsito de tres kilómetros cada uno. Diariamente, entre 90 y 160 embarcaciones atraviesan el estrecho, la mayoría de ellas tanqueros petroleros (en promedio 100 por día). Según datos de la Administración de Información Energética de Estados Unidos, el Estrecho de Ormuz es en la actualidad el punto de estrangulamiento más importante del planeta en términos petroleros y energéticos (EIA, 2023). Solamente en 2022, transitaron por el Estrecho de Ormuz 21 millones de barriles de líquidos de petróleo al día, equivalentes a aproximadamente 21% del consumo mundial de líquidos de petróleo (EIA, 2023).
El Golfo Arabo-Pérsico y el Estrecho de Ormuz son espacios fuertemente militarizados, lo que además puede generar que un conflicto en esta región tenga una rápida escalada. En la actualidad, Estados Unidos cuenta con instalaciones militares en seis países de la región (Arabia Saudita, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Irak, Kuwait y Qatar) y 40,000 personas desplegadas en diferentes bases militares. En Bahréin, Estados Unidos mantiene la sede de la Quinta Flota de la Armada, responsable de las actividades del Golfo Arabo-Pérsico, el Mar Rojo, el Mar Arábigo, el Golfo de Omán y la ribera del Cuerno de África. También en Bahréin, Estados Unidos mantiene dos bases militares: la base naval Support Activity Bahrain (en Manama) y la base aérea Sheikh Isa (al sur de Bahréin). En Kuwait, Estados Unidos tiene cuatro grandes bases militares: el Camp Arifjan (en Al-Ahmadi), Camp Buehring (al norte de Kuwait), la base aérea de Ali Al Salem (noroeste de Kuwait) y la base aérea de Ahmad al-Jaber (sur de Kuwait). Estados Unidos mantiene a más de 12,000 desplegados en Kuwait.
En Qatar, Estados Unidos mantiene la mayor base militar de la región, la base aérea de Al Udeid, ubicada en el Aeropuerto de Abu Nakhleh y sede del cuartel general del Comando Central y del Centro de Operaciones Aéreas. Esta base militar fue el primer blanco de ataques por parte de Irán contra Estados Unidos la noche del 23 de junio de 2025. En el pasado, Estados Unidos también mantenía presencia en la base Camp As Sayliyah, que fue cerrada en junio de 2021. En Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos mantiene presencia en la base aérea de Al Dhafra (Abu Dhabi) y en el puerto de Jebel Ali (base operativa informal). En Irak, Estados Unidos mantiene presencia en tres bases militares: las bases aéreas Al Asad (ubicada en Al Anbar), Balad (ubicada en la provincia de Salah ad-Din) y Erbil (ubicada al norte de Bagdad). Finalmente, en Arabia Saudita, Estados Unidos mantiene presencia en dos bases militares: la base aérea Príncipe Sultán (en Al Kharj) y en el complejo de la Aldea Eskan.
Otra de las particularidades del Estrecho de Ormuz es que goza de pocas vías alternativas. Entre las pocas rutas alternativas existentes al Estrecho de Ormuz se encuentran: 1) la petro-línea Oleoducto Este-Oeste, de 1,200 kilómetros, construida en 2012 y que une los campos petroleros de Abqaiq con el puerto de Yanbu sobre el Mar Rojo, operada principalmente por Arabia Saudita, 2) el Oleoducto Abu Dhabi-Habshan-Fujairah que une el campo petrolero de la Compañía Nacional de Petróleos de Abu Dhabi en Habshan con la capital del Emirato de Fujairah sobre el Golfo de Omán, 3) el oleoducto Irak-Turquía que une la ciudad iraquí de Kirkuk con el puerto turco de Ceyhan en el Mar Mediterráneo, y 4) el oleoducto Goreh-Jask que une la ciudad de Goreh en la provincia de Bushehr con el puerto de Jask sobre la costa iraní del Golfo de Omán.
No obstante, la principal pregunta que se impone en este momento es a quién afecta más un cierre del Estrecho de Ormuz. Un cierre del Estrecho de Ormuz afectaría principalmente a los países de la Unión Europea (de forma indirecta) y a las economías de Asia-Pacífico (China, India, Japón, Corea del Sur, entre otras), pero también a algunos de los productores de la región del Golfo. Según datos de la Agencia de Información de Energía, Irán no es el mayor usuario del Estrecho de Ormuz. Los cinco países que tienen un mayor tránsito por este punto de estrangulamiento son Arabia Saudita (7.1 millones de barriles diarios), Irak (3.6 millones de barriles diarios), Emiratos Árabes Unidos (3.3 millones de barriles diarios), Kuwait (2.4 millones de barriles diarios) e Irán (1.8 millones de barriles diarios). El principal destino de estos recursos energéticos es Asia, que recibe 83% de las exportaciones, 69% concentrado en cuatro economías: China, India, Japón y Corea del Sur. Aunque a primera vista Asia-Pacífico podría parecer la región más afectada, es importante señalar que esta región del mundo podría seguir recibiendo combustible proveniente de Irán y podría buscar diversificar sus importaciones, aprovechando su cercanía con Rusia.
Mientras tanto, en el caso de Estados Unidos, el cierre del Estrecho de Ormuz tendría efectos colaterales que probablemente Estados Unidos podría llegar a aprovechar. En 2022, según datos de la Administración de Información Energética (2023), Estados Unidos importó 0.7 millones de barriles de petróleo crudo y condensado por día provenientes de los países del Golfo Arabo-Pérsico. Esta cifra representa que, del total de importaciones de líquidos de petróleo, solo 3% proviene de los países del Golfo Arabo-Pérsico, mientras que para petróleo crudo y condensado esta cifra es de 11%. La Administración de Información Energética señala que la dependencia energética de Estados Unidos respecto a los países de esta región se ha ido reduciendo desde 2018 como consecuencia del aumento de la producción nacional, en gran parte como resultado del boom petrolero causado por la fractura hidráulica. Aun así, Marco Rubio, secretario de Estado de Estados Unidos, ha entablado conversaciones con las autoridades de la República Popular de China solicitando mediación para disuadir cualquier acción por parte de la República Islámica de Irán. Aunque el cierre pueda tener efectos negativos sobre la economía de Estados Unidos a corto plazo, es probable que la industria energética estadounidense aproveche los efectos devastadores que podría sufrir indirectamente el continente europeo y Japón.
Aunque de manera indirecta, es probable que los mayores afectados ante un cierre del Estrecho de Ormuz sean los países del continente europeo. Kaja Kallas, vicepresidenta de la Comisión Europea y alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, afirmó que el cierre del Estrecho de Ormuz sería extremadamente peligroso y que no beneficiaría a nadie. El cierre del estrecho tendría un impacto indirecto pero significativo sobre la economía de los países europeos. Aunque Europa tiene una dependencia moderada (inferior a 15%) del crudo proveniente del Golfo Arabo-Pérsico, el aumento de los precios internacionales del petróleo impactará en un aumento de costos de importación de energéticos, generaría un aumento en los niveles de inflación, perturbaría en su conjunto el funcionamiento de la industria europea (principalmente la que se encuentra afincada en los países mediterráneos), representaría un duro golpe a sectores como el manufacturero, el del transporte y el agrícola, y generaría un daño directo sobre las cadenas de suministro, ligado al aumento de las primas de seguro y al encarecimiento de productos secundarios para los consumidores europeos. Además, a diferencia de Asia-Pacífico, el continente europeo goza de una menor capacidad para diversificar a sus proveedores.
En conclusión, el Estrecho de Ormuz se consolida como un punto geoestratégico de vital importancia no solo para la seguridad energética global, sino también para la estabilidad geopolítica de Medio Oriente y del sistema internacional en su conjunto. Su posible cierre, impulsado por las provocaciones por parte de Israel y Estados Unidos, podría desencadenar efectos económicos y políticos de gran alcance, afectando particularmente a Asia-Pacífico y Europa. La elevada militarización de la región, sumada a la escasa disponibilidad de rutas energéticas alternativas, convierte cualquier alteración en este corredor marítimo en un riesgo de rápida escalada. El escenario actual exige prudencia diplomática y una respuesta multilateral coordinada que priorice la estabilidad regional, la paz y el resguardo de los intereses energéticos globales.