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  • 09 May 2023
  • 00:05
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La tecnocracia, el CONACyT y un modelo fallido

La tecnocracia, el CONACyT y un modelo fallido

Por Eder Guevara

Dijeron que era inviable imponer una lógica de austeridad republicana porque para que las instituciones del Estado funcionen es necesario gastar e indispensable que los funcionarios ganen lo que estimen necesario, antes de la pandemia aseguraron que, para salir medianamente bien librados de la crisis global, el presidente debía adquirir deuda destinada a “rescatar” grandes empresas y aplicar medidas contracíclicas, ¿cuáles? Nunca lo dijeron, pero lo que sí dijeron es que obras como el Tren Maya, el Transítsmico y sobre todo las pensiones a quienes más las requerían, debían ser suspendidas de inmediato, todo el recurso debía destinarse al rescate de las grandes empresas. Apenas iniciada la pandemia, desde la Ibero, lanzaron su pronóstico: si López no nos hace caso, a los tres meses de pandemia, en México habrán más de 90 millones de pobres, no habrá paz social porque la desesperación popular provocará saqueos, la delincuencia se desbordará y las cárceles estarán llenas de personas presas por robar comida.

Los tecnócratas han creado el argumentario del PRIAN durante los últimos 4 años, nos han dicho hasta el cansancio que solo hay una forma de hacer que el Estado dé resultados y esa forma es la que ellos, especialistas de la “técnica sin ideología”, han logrado consensuar por 4 décadas. Sin duda esa generación también fue derrotada en 2018, pero no se han dado cuenta y siguen diciéndonos qué, cómo y en qué momento deben hacerse las cosas.

En muchos casos no actúan de mala fe, en realidad lo que han colocado en el debate público no son sus certezas sino sus más profundos miedos y sus más sentidos dogmas adquiridos en las aulas universitarias como parte de un modelo educativo profundamente ideologizado, elitista, desprovisto de compromiso con la comunidad y, por lo tanto, carente de toda intencionalidad de promover el beneficio colectivo.

Esta tecnocracia fue la que se burló del planteamiento de la Cartilla Moral, también se burlaron de la rifa del avión presidencial, de la reforma para que ningún funcionario gane más que el presidente, dijeron que las mañaneras no eran una forma legítima de gobernar y que en un año perderían relevancia, que era imposible que el Estado por sí solo lograra las metas de vacunación contra el COVID, que no se podía incrementar el salario porque eso provocaría inflación, que era imposible construir un aeropuerto en 2 años y una refinería en 3, que el Estado mexicano no podía hacer tanta obra, ni tener tantos programas sociales porque no había tanto recurso, también aseguraron que AMLO debía tener un avión privado y estaba obligado a salir del país de forma regular, de lo contrario su política exterior sería un fracaso, o que la compra de las plantas a Iberdrola no era una nacionalización, etcétera, etcétera, etcétera.

¿Pero cuál es el respaldo de valor de este sector hoy indignado por las reformas al CONAHCyT, por haberle agregado elementos como el humanismo y la diversidad lingüística a los libros de texto y por nuestro cuestionamiento frontal al modelo de gobierno paralelo que representan la mayoría de los organismos autónomos?

En cuatro décadas no fueron capaces de consolidar un sistema que garantice el derecho universal a la salud, al contrario, provocaron la proliferación de dispensarios de mala calidad que además de ser privados, es decir que el pueblo debía pagar por la consulta, siempre priorizaban la medicación sobre otras formas de atender la salud, a su paso dejaron decenas de hospitales inconclusos y al país con uno de los mayores déficits de personal médico y camas de hospital por cada mil habitantes de toda la OCDE, eso sí, consolidaron un multimillonario monopolio de comercialización de medicamento, los beneficiados: la casta política del PRIAN.

Tampoco lograron industrializar al país, y de hecho en los estados donde aumentaba la inversión privada también aumentaban los problemas de inseguridad, adicciones y violencia. No lograron construir un nuevo aeropuerto, su sueño dorado. No erradicaron la compra del voto. Sus organismos autónomos no evitaron la escandalosa corrupción de los neoliberales. No lograron consolidar un modelo de seguridad ciudadana que incluyera la consolidación de policías federal, estatales y municipales que fueran confiables, profesionales y bien preparadas, les enoja la estrategia cívico militar del presidente López Obrador, pero lo cierto es que los tecnócratas de la academia y las oenegés estaban tan errados en sus propuestas y su diagnóstico, que jamás contemplaron el nivel de corrupción al que García Luna sometió a las policías de los tres niveles de gobierno, que fueron entregadas casi por completo a los intereses de las redes de macrocriminalidad, invisibilizaron el hecho de que García Luna fue un engendro de Carlos Salinas que fue creciendo y consolidándose hasta ser el hombre fuerte de Calderón, por lo tanto la responsabilidad de la guerra no solo es de éste, fue un proyecto más de la oligarquía y lo que sí lograron durante estos cuarenta años fue consolidar a una de las más prósperas empresas multinacionales del mundo criminal.

El mejor ejemplo del fracaso de este modelo educativo y de servicio público, es sin duda el poder judicial, al que intentaron reformar en al menos dos ocasiones durante esos 6 sexenios de la larga noche neoliberal, en la última ocasión plantearon el Modelo Penal Acusatorio, le destinaron miles de millones de dólares y fue un fracaso monumental y si a eso le sumamos que hoy las fiscalías son autónomas porque esa generación así lo decidió y lejos de que eso fuera un incentivo para que la justicia tuviera cierta distancia del poder político, fue el pretexto para consolidar a las fiscalías como un poder fáctico al servicio de las redes de macrocriminalidad, tenemos el caldo de cultivo perfecto para que en nuestro país la justicia siga siendo una utopía más lejana que la erradicación de la pobreza.

Durante esos cuarenta años muchos movimientos estudiantiles denunciaron que las oligarquías, enquistadas en las rectorías de las universidades autónomas, estaban impulsando un modelo educativo en el que se prescindía de disciplinas como ética o civismo porque querían formar técnicos súper especializados pero carentes de pensamiento crítico y compromiso social, solo así podemos entender que los tecnócratas en el gobierno presupuestaban y ponderaban la corrupción sin mayor miramiento. Revertir ese proceso implica cambiar el enfoque no solo del modelo educativo, sino de todo el andamiaje institucional, poniendo especial énfasis en todas aquellas instituciones relacionadas con la generación de conocimiento. Por eso es tan relevante la reforma en la que nace el CONAHCyT, a partir de ahora se orientarán los recursos del pueblo para fomentar el desarrollo de la ciencia y tecnología siempre en beneficio de la nación y del pueblo mismo, y esto se logrará a través de una junta de gobierno formada por las y los titulares de las secretarías del poder ejecutivo, democráticamente electo, esto a la tecnocracia no le gustó pero lo cierto es que no tienen calidad moral para reclamar, mientras tuvieron la decisión en sus manos nos sumergieron en el oscurantismo absoluto, mientras administraban los recursos de forma opaca, por decirlo suavemente.

Es evidente que impulsar una transformación democrática y pacífica, implica reinventar el funcionamiento del Estado mexicano y para ello es indispensable contar con un modelo educativo integral donde el impulso a la ciencia y la tecnología no venga en detrimento del desarrollo del pensamiento crítico y el humanismo mexicano, por lo tanto, es un proceso generacional. El nacimiento del CONAHCyT es la confirmación del fracaso de la tecnocracia.