Por años, la Escuela Superior de Música Reina Sofía ha sido sinónimo de excelencia musical en Europa. Su compromiso con la formación de jóvenes talentos ha dado frutos en forma de músicos que hoy integran las más prestigiosas orquestas del mundo. Sin embargo, más allá de sus aulas centenarias y de sus grandes nombres europeos, hay historias que renuevan el sentido mismo de lo que significa el mérito y la vocación. Una de ellas es la de Nedley Antonio Robles Jiménez, joven oboísta mexicano recientemente reconocido como el alumno más sobresaliente del curso.
Con tan solo 20 años, Nedley ha demostrado que el talento no tiene fronteras. Nacido en Oaxaca de Juárez, su trayectoria impresiona no solo por su precocidad —inició sus estudios musicales a los 5 años— sino por la claridad con la que ha trazado su camino. Desde la orquesta infantil y juvenil "Libertad" hasta su formación actual en la Cátedra de Oboe Fundación Damm de la Escuela Reina Sofía, bajo la tutela del legendario Hänsjörg Schellenberger, cada paso ha sido una conquista en un entorno donde competir con la élite mundial no es poca cosa.
Su llegada a la Escuela Reina Sofía en 2023 marcó un punto de inflexión. Se trata de un espacio altamente competitivo, que reúne a jóvenes músicos excepcionales de todo el mundo. Allí, Nedley no solo ha estado a la altura, sino que ha destacado con un rigor y sensibilidad musical admirables. Su participación en ensambles como el Quinteto O Globo o el Ensemble Cassadó, y su intervención en orquestas como la Freixenet y la Camerata Fundación EDP, avalan una madurez artística fuera de lo común.
Pero más allá de su virtuosismo, lo que realmente emociona de Nedley es su historia de superación. Becario de instituciones como Pan American Energy, Fundación Albéniz y Santander México, y con un oboe F. Lorée Étoile cedido como beca de instrumento, su camino ha sido posible gracias a un ecosistema de apoyos que apuesta por el talento sin importar el origen. Él es, sin duda, el ejemplo perfecto de cómo la movilidad académica y artística puede generar oportunidades reales.
Que la Escuela Reina Sofía lo haya distinguido como su alumno más sobresaliente no es solo un reconocimiento individual: es también una celebración de la diversidad cultural y del impacto que puede tener un joven del sur de México en el corazón musical de Europa.
En un mundo donde a menudo se habla de cerrar fronteras, Nedley Robles abre horizontes. Y con cada nota que arranca de su oboe, nos recuerda que el arte, cuando es genuino, no necesita pasaporte.
De Oaxaca para el mundo
El caso de Nedley también pone de relieve el papel de la educación musical pública y comunitaria como semillero de excelencia. Su formación inicial en Oaxaca, dentro de un sistema de orquestas infantiles y juveniles, demuestra que el talento puede florecer incluso en contextos con recursos limitados, siempre que haya voluntad, visión y compromiso. La continuidad que encontró después en instituciones como la UNAM fue clave para consolidar una base técnica y artística sólida, hasta estar preparado para cruzar el Atlántico.
Además, su historial de clases magistrales con figuras como Ramón Ortega y William Welter evidencia la seriedad con la que ha tomado cada etapa de su aprendizaje. Lejos de conformarse con su entorno inmediato, Nedley ha buscado activamente escenarios donde retarse y crecer, algo que sin duda contribuyó a su éxito en concursos como el Premio Sally van den Berg, donde obtuvo el segundo lugar siendo el participante más joven.
Este reconocimiento de la Escuela Reina Sofía no solo valida su esfuerzo, sino que abre la conversación sobre la necesidad de ampliar el acceso a centros de excelencia artística para jóvenes latinoamericanos. Las becas que lo acompañan —algunas de ellas gestionadas desde México— son una muestra de cooperación internacional que debería replicarse con mayor frecuencia. Porque cuando se brinda apoyo real al talento, los resultados son evidentes y transformadores.
Finalmente, el impacto de Nedley va más allá de lo personal: inspira. Su historia ya está sirviendo de referente para niños y jóvenes músicos en Oaxaca y en todo México. Nos recuerda que detrás de cada nota hay horas de ensayo, sacrificio familiar y una vocación inquebrantable. Y que, a veces, un oboe en manos de un joven puede convertirse en un símbolo de esperanza, esfuerzo y triunfo.