¡La esperanza en el porvenir!

El 5 de febrero del 2024, desde el recinto parlamentario del constituyente, el presidente López Obrador dirigió un mensaje a la nación con motivo de la conmemoración de la Constitución Política de 1917, emanada de la lucha revolucionaria del pueblo que se sublevó para abolir la tiranía imperante del periodo porfirista, siendo esta la primera revolución social del siglo XX. Como parte del acto solemne, el máximo mandatario abordó de manera incisiva la importancia que las luchas históricas por la igualdad, la justicia y la democracia han tenido en las conquistas políticas, sociales y económicas de las mayorías agraviadas que siempre han sido las principales promotoras del cambio. 

Fue la presentación del paquete de 20 reformas constitucionales lo que verdaderamente dotó de sentido a la conmemoración de esta fecha, ya que el objetivo de tal propuesta reside en la necesidad urgente de revertir los estragos y consecuencias de la mutilación criminal perpetuada en contra del antiguo texto constitucional, hasta el grado de hacerlo perder su esencia popular y revolucionaria.

Durante casi 40 años el país vivió una de las etapas más oscuras de su historia, ya que la clase política tradicional decidió autoritariamente que el patrimonio público debía desmantelarse en virtud del enriquecimiento vulgar y desmedido de una minoría dispuesta a perseguir y erradicar a todos aquellos que se opusieran al saqueo y a la opresión. Desde 1982 hasta el 2018, las fuerzas políticas neoliberales llevaron a cabo reformas a la constitución y a las leyes que favorecieron el incremento de la desigualdad y la pobreza permitiendo de manera impune que se legitimara jurídicamente el despojo realizado a través de la cancelación de los derechos fundamentales.

Debemos refrendar la importancia de asumir una postura determinante frente al futuro, pues a la hora de tomar una decisión política de carácter electoral, la ciudadanía deberá analizar con sabiduría e inteligencia las opciones que más le favorezcan. Considerar no solo al candidato o al partido por el que se tengan preferencias, sino ponderando también el programa que cada opción represente. 

La Cuarta Transformación ha enunciado el humanismo mexicano como su bandera, en la cual se aglutinan los anhelos de soberanía, desarrollo y bienestar. Para la izquierda la conformación de una agenda que permita contemplar y atender a los sectores más vulnerables de la población es sin duda la mayor referencia que se tiene con respecto a la propuesta de gobierno, frente a una derecha que pugna por los privilegios sistematizados. 

La politización del debate público es la única vía por la cual se podrá transitar hacia el cambio profundo y radical que se requiere. Para realizarlo habrá de ser capaces de combatir la desinformación y la calumnia de la que siempre son centro de ataque aquellos movimientos y actores que luchan contra el estado actual de las cosas. 

Las propuestas de Andrés Manuel López Obrador van más allá de una visión electoral en la búsqueda una nueva victoria partidista,  pues enumeran los planteamientos puntuales con los que se pretende construir un nuevo Estado de carácter social que garantice la permanencia de los derechos populares pese a cualquier cambio o retroceso que pueda presentarse en el futuro, como recientemente se ha vivido en diferentes partes del mundo (como Italia y Argentina) en donde las propuestas autoritarias y de corte fascista se presentan como opciones reales de gobierno frente a la crisis de la democracia liberal y la economía de mercado.

Algunas de las principales propuestas son: El reconocimiento de los pueblos originarios como sujetos de derecho público; el derecho de los adultos mayores a una pensión; las becas a estudiantes de familias pobres desde la primaria hasta la universidad; la garantía de la salud pública universal; el derecho a la vivienda digna; la prohibición del maltrato animal; la prohibición de prácticas como el fracking para proteger el medio ambiente; hacer respetar el derecho al agua para todas y todos; blindar el incremento del salario mínimo frente a la inflación; fortalecer las condiciones laborales de maestros, médicos y fuerzas de seguridad; revertir las reformas neoliberales en materia de pensiones para retirarse con el 100 % de lo que se percibe al momento de jubilarse; jornales seguros y permanentes para los campesinos que quieran trabajar la tierra; recuperación de las vías férreas para mejorar la comunicación y el transporte; eliminar las diputaciones y senadurías plurinominales; disminuir el financiamiento a los partidos; elegir a los jueces, magistrados y ministros del poder judicial a través del voto popular; fortalecer la democracia participativa disminuyendo el requerimiento para hacer vinculatorias las consultas ciudadanas; y eliminar organismos y dependencias onerosas para liberar el presupuesto público del gasto irracional y ponerlo al servicio del pueblo.

El panorama para la aprobación de este paquete de reformas constitucionales pareciera complicado por la mayoría legislativa que se requiere para poder llevarlos a cabo, ya que desde el 2021 morena y sus aliados no cuentan con el número de diputados y senadores para conciliarlo. Los partidos de la oposición (lo mismo PAN y PRI que MC) han renunciado a cualquier posibilidad de diálogo con el actual gobierno para realizar estos cambios en favor del interés público, como ya lo demostraron cuando en tiempos recientes se presentaron los proyectos de reforma eléctrica y de reforma electoral, en los cuales demostraron una vez más los intereses de cúpula a los que representan. 

La última palabra la tendrá el pueblo, ya que de no ser aprobadas por la actual legislatura podrán ser presentadas de nueva cuenta ante la próxima legislatura que se integre después de las elecciones del 2024 quizá con la mayoría necesaria para aprobar el programa de gobierno necesario para mantener la esperanza en el porvenir.