Desigualdad de género y sus justificaciones

México como nación se aproximó a la democracia representativa en el año 1917, con la consumación de la revolución mexicana. Ahí la ciudadanía adquirió el derecho al voto, y con ello, la posibilidad de elegir a sus gobernantes. Desafortunadamente ese primer avance social rumbo a la democracia, ya entintaba la lógica patriarcal de la estructura jurídica. 

En primer momento la posibilidad de votar era exclusiva para los hombres. Fue hasta el 17 de octubre de 1953, en el gobierno del presidente Adolfo Ruiz Cortines, que se promulgaron las reformas constitucionales que permitieron a las mujeres el derecho al sufragio. Evidentemente no podía concebirse un estado “democrático”, en el que las mujeres estuvieran marginadas de ejercer su voto.

Acompañado al silenciamiento democrático, estructuralmente las mujeres viven agravantes que tienden a la normalización. Impulsadas desde los fundamentos neoliberales, hasta las conductas hechas costumbre en nuestra sociedad; día con día le corresponde a la mujer hacer frente al arraigado y sangriento machismo.

Los estereotipos de proyectar a la imagen femenina como un símbolo de fragilidad; paciencia en el maltrato y sometimiento a la tradición, así como un tipo de mercancía que debe cubrir determinados elementos para satisfacer los deseos frívolos que exige el falocentrismo; desdibujan el desarrollo personal del autodescubrimiento femenino en una aspiración impuesta que es difícil de esquivar. 

El absurdo alcanza dimensiones estratosféricas en la que el respeto al otro debe justificarse en la emocionalidad individual: “Yo respeto a las mujeres porque tengo madre”. “Yo respeto a las mujeres porque tengo esposa”. Yo respeto a las mujeres porque tengo hijas. Son sentencias de misoginia que aluden al respeto según la satisfacción personal. 

El respeto a la mujer no debe apelarse en cuanto el ente masculino pueda sufrir una violencia kármica, materializada en una afección hacia alguna de sus familiares femeninas. La mujer debe ser respetada bajo la llana premisa de que es un ser humano. En tanto es ser humano, sus posibilidades de desarrollo no deberían ser inferiores a las del hombre. Las circunstancias deberían desenvolverse en planos de equidad e igualdad.

Acercándonos a 08 de marzo es importante replantearnos internamente el comportamiento social hacia nuestros pares. Identificar las diversas violencias son ejecutadas, iniciando desde el lenguaje. Se debe llevar a cabo una labor conjunta, de reconocimiento mutuo. De perdón y sanación compartida. 

Quizá la violencia sistemática que ha enarbolado históricamente el hombre en contra de la mujer, refiera a un temor hegemónico; de perder la posición de sometimiento sobre el otro. 

Quizá la historia de la humanidad hubiera tomado un vuelco absolutamente distinto, en el hipotético de que las mujeres encabezaran los gobiernos, en el desarrollo del ser humano desde los inicios.

Quizá el primer paso, en el primer segundo; tuvo que haber sido dado a contra sentido.

No lo sabremos nunca. Pero podemos iniciar un nuevo caminar.