La movilidad del hombre hacia otros países, ya sea regular o irregular, es un derecho humano que aumenta de manera considerable; sin embargo, la migración es un fenómeno que ha sido estigmatizado y deja vulnerables a los millones de migrantes durante su tránsito.
A nivel regional, en América poco se ha hecho. Hace falta ver la migración desde sus causas (desplazamiento forzado, violencia, inseguridad, pobreza) y atenderla con modelos integrales coordinados entre todos los países involucrados.
Lo primero es garantizar que en su país estarán bien para que no abandonen a su familia u hogares, pero ante situaciones que ponen en riesgo sus vidas y que es necesario migrar, se debe buscar el cómo adoptar medidas orientadas a permitir el flujo de manera segura, sobre todo a la migración irregular.
México, además de ser un país de origen de migrantes, por su ubicación geográfica, es el país de tránsito más activo para millones de personas que quieren llegar a Estados Unidos en busca de menores condiciones de vida.
Distintos documentos revelan que Guatemala, Honduras y El Salvador, son los países con mayor número de personas que llegan a México para intentar cruzar la frontera con Estados Unidos, país que cada vez pone un control más estricto a la migración.
Paradójicamente ese país requiere la fuerza laboral migrante porque ya forma parte de su estructura integral económica. Es una mano de obra calificada para la construcción, transporte, manufactura, mantenimiento y otros servicios.
De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones de la Organización de las Naciones Unidas se estima que hay alrededor de 272 millones de migrantes internacionales, cifra que supera la proyección que se tenía para el año 2050 que pronosticaba 230 millones de migrantes.
México es el segundo país, después de la India, el principal país de origen de migrantes internacionales con 11.8 millones; y Estados Unidos el principal país como destino con 50.7 millones.
Hace falta reflexionar sobre las causas de la movilidad irregular, sus efectos y actuar a nivel regional sobre una política migratoria que deje de estigmatizar y revictimizar a las personas que determinan, no por gusto sino por necesidad, dejar sus raíces, porque hasta ahora, los más beneficiados han sido las redes de tráfico de personas.