En el ocaso de su vida, don Porfirio Muñoz Ledo, dejó a manera de testamento afectivo y político, una selección de 40 libros que guardó en un sobre, para que póstumamente fueran entregados al mismo número de personas. Los libros dedicados (principalmente novelas), llegaron a las manos de los amigos con los que don Porfirio compartió experiencias y labores políticas; inscribiendo en las dedicatorias algún tipo de aforismo o exhorto de buena fe y bondadosas reprimendas.
Uno de los herederos de libros dedicados fue un político poblano; con quien don Porfirio tuvo una convivencia total en su etapa última como legislador federal. El libro que le suscribió fue de Santo Tomás de Aquino y en la dedicatoria sentenció: ES MEJOR SER QUE PERMANECER.
Un aforismo fulminante y contrario a los viejos credos enarbolados en el sistema del unipartido. Las lógicas de la disciplina partidista y del anhelo inalcanzable –pero aspirable- dictaban que: "para ser hay que estar" y "el que se mueve no sale en la foto".
¿Qué representa el “para ser hay que estar”?
¿El que se mueve no sale en la foto?
La unidad partidista o la disciplina política reside en priorizar lo colectivo sobre lo individual.
Eso en sentido social.
En sentido real es priorizar los anhelos personales, para que alguien más, priorice los suyos.
No moverse para salir en la foto es la expresión de esperanza, de que en algún momento a cada quien le toque su turno. Siendo difícil que los turnos sean respetados. Pues en el ejercicio de poder, las filas se rompen y el picaporte no se condimenta con el derecho de antigüedad.
El ser para estar, termina consumiendo el espíritu, del que desespera esperando.
La lógica martirizante guía el porvenir del turno político, -del ya me toca- en la fila laberíntica cuya única salida es la delirante frustración. La inversión de la acumulación de años, convertidos en décadas; quemando las palmas de las manos de tanto frotarse, esperando la anhelada y difusa recompensa. Recompensa que termina siendo raquítica y migajónica.
Los mantras neoliberales del “querer es poder” y la falaz ley de atracción, redundan en la incierta decisión de abandonar el camino. El caminar transcurre en círculos y no en línea recta.
Don Porfirio Muñoz Ledo tuvo dos aspiraciones inconclusas en su carrera política y diplomática: el no haber sido secretario general de las Naciones Unidas y no haber logrado erigirse como presidente de México.
Particularmente el caso de la secretaría general lo destaca por haberle hecho falta un único voto de la asamblea para consagrarse como tal. El voto de México.
Comenta que la envidia de su entorno no lo dejó jamás crecer. Y que fue el propio expresidente Miguel de la Madrid, quien se impuso para que Muñoz Ledo no fuera elegido.
Quizá por eso su exhorto, con sabor a epitafio, en recomendación al político poblano.
Más vale ser que estar.
Que por esperar estar;
Uno va dejando de ser.