Noviembre es el mes de para la Eliminación de la Violencia contra las mujeres. La conmemoración internacional es el 25 de noviembre y tiene como fin prevenir y eliminar la contra las mujeres y las niñas en todo el mundo.
En el margen de esta fecha, puede que hayas visto ya varias publicaciones en color naranja, o personas portando un listón naranja en señal de concientización sobre la violencia que vivimos las mujeres y los esfuerzos que se hacen para su prevención y eliminación.
La forma más extrema de violencia contra las mujeres es la feminicida, es decir, aquella que acaba con la vida de una mujer. Sin embargo, existen diferentes circunstancias en las que las mujeres sufrimos de violencia.
A nivel mundial, se calcula que 736 millones de mujeres (una de cada tres), han sido víctimas de violencia física o sexual por parte de su pareja. Esto significa que la mayoría de los actos de violencia contra las mujeres son realizados por su esposo o parejas (ya sea actuales o anteriores).
En el caso de México, de acuerdo con datos del INEGI del 2021 como parte de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, 18 millones de mujeres señalaron haber sido víctimas de violencia cometida por sus parejas (esposo, novio, exesposo, exnovio).
Dentro de esta violencia que pueden ejercer las parejas, existe un tipo de violencia muy específica: la violencia vicaria. Este tipo de violencia se refiere a los actos u omisiones que se puedan cometer en contra de hijos, hijas, familiares personas mayores o en alguna situación de dependencia, para causarle algún tipo de daño a la mujer, generando una consecuente afectación psicoemocional o física.
Esta violencia es cometida por la persona con que la mujer tenga o haya tenido una relación de matrimonio, concubinato, noviazgo o relación de hecho, tiene la intención de causarle sufrimiento a la mujer mediante la separación de estas personas en situación de dependencia (predominantemente hijas y/o hijos), y busca causar el desapego en el vínculo.
Para entenderlo mejor, algunos ejemplos de actos que pueden ser clasificados como violencia vicaria son:
Actualmente, la violencia vicaria ya está reconocida como delito en nueve Estados: Yucatán, Hidalgo, Zacatecas, Baja California Sur, Sinaloa, Colima, Puebla, San Luis Potosí, el Estado de México y la Ciudad de México.
A nivel federal, en enero de este año se realizaron reformas a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, estableciendo que los modelos de atención, prevención y sanción que realicen la Federación, los Estados y los Municipios deberán contemplar medidas para proteger a las víctimas de violencia familiar a través de persona interpósita, es decir acciones para atender, prevenir y sancionar la violencia vicaria.
También esta misma Reforma a la Ley establece que todos los Poderes Legislativos deberán considerar tipificar el delito de violencia a través de interpósita persona, el cual se define en su artículo 6° como:
“Cualquier acto u omisión que, con el objetivo de causar perjuicio o daño a las mujeres, se dirige contra las hijas y/o hijos, familiares o personas allegadas, ya sea que se tenga o se haya tenido relación de matrimonio o concubinato; o mantenga o se haya mantenido una relación de hecho con la persona agresora; lo anterior aplica incluso cuando no se cohabite en el mismo domicilio”.
Actualmente no se cuenta con datos sobre el número de víctimas de violencia vicaria en México, pero se tiene registro que, durante el año 2022, la CNDH reportó haber dado acompañamiento a 150 mujeres víctimas de violencia vicaria.
Así mismo, se tiene registro que durante el 2022, 22,654 niñas, niños y adolescentes fueron atendidos en hospitales por violencia familiar.
En este sentido, el reconocimiento de la violencia vicaria representa un avance para la protección no solo de las mujeres, sino también de las niñas, niños y adolescentes frente a la violencia.
Es clave comprender las características de este tipo de violencia, escuchar atentamente a la víctima y aplicar un enfoque de género que nos permita identificar el riesgo de los menores para ser utilizados por un agresor.
A la par de los avances legislativos, es importante que como sociedad podamos identificar este tipo de violencias, para comenzar a desmantelar este tipo de patrones y comportamientos que normalizan el utilizar a los menores para violentar a las mujeres, por una vida libre de violencia para todas.