Poliamor

El amor ha sido uno de los sentimientos más anhelados por los seres humanos, sobrepasa nuestra capacidad de expresarlo y por eso se han creado tantas obras artísticas alrededor de este tema. Lo escribió Sabines “digo que no puede decirse el amor, el amor se come como un pan, se muerde como un labio, se llora como a un muerto, es sabroso como la uva de cera y como la vida es mortal”. El amor no puede decirse, nos rebasa y nos nutre: es motor y también combustible: transforma y destruye. Por eso, desde tiempos inmemorables, lo hemos tratado de definir y ahora, intentamos redefinirlo creando vínculos distintos como el caso del poliamor.

Ya desde los griegos hablaban de cuatro tipos de amor. La Philia como un vínculo de cariño fraterno. El Storage, que es el amor natural que se da hacia los lazos familiares. Pero el más fuerte es el Ágape, con un amor voluntario e incondicional, que consiste en una entrega absoluta. Por último, quizá el más parecido al concepto de poliamor tenemos al Eros, un sentimiento atraído por la sensualidad y la pasión que si bien puede convertirse en un amor más profundo, su naturaleza suele ser efímera.

Pero el poliamor no necesariamente pasa rápido o al menos teóricamente hablando, aunque sí toca diferentes cuerpos, diferentes almas sin atarse a ninguna, lo cual me hizo recordar a “Los amorosos”, un poema de Jaime Sabines quien describe a los amorosos como seres que viven al día porque les preocupa el amor, pero no pueden hacer más porque no saben y siempre se están yendo, dando un paso y otro, porque son seres insaciables. Los amorosos, continúa Sabines, no pueden salvar el amor y terminan solos. 

En el poliamor, al menos en la definición, quienes ejercen la práctica no tienen como intención primaria salvarse sino entregarse de forma libre, amando sin juzgar. Y como si Sabines supiera cuál es culminación de estas relaciones escribe que los amorosos terminan llorando porque no salvan al amor, ¿quién puede salvarlo?

Y es que el poliamor es una perspectiva de vida que promete una entrega incondicional, sin las ataduras de quien pide un compromiso, de estar ahí, de entregarse con el amor Ágape. Sin embargo, hay algo en este tipo de vínculo que me cuesta trabajo analizar. Resulta ser que en el poliamor la persona involucrada no pide nada a cambio. Así que a menos que la naturaleza humana haya mutado lo suficiente como para haberse librado de las expectativas de recibir algo a cambio de todo ese amor que se ofrece, me parece casi imposible de concebir en la vida cotidiana.

Y para hablar de eso, quiero citar a Wislawa Szymborska en su poema llamado Gratitud, ella dice que está agradecida con todas las personas a quienes no ama, les agradece “el alivio con que acepta que son más queridos por otro, está en paz con ellos y en libertad con ellos”, porque al final no se encuentra involucrado el sentimiento del amor, tal vez sí en la atracción, pero no el amor.

Pensar en un esquema diferente para el amor atrae, causa adrenalina y a la vez tranquilidad de no tener que cargar con la demanda que implica ser el mejor para el otro, o la imposición antinatural de la monogamia que no tiene cabida en nuestra especie humana. 

También el poliamor nos puede dar la sensación de ser más libres, al brindarnos la posibilidad de expresar todo el amor que tenemos dentro de nosotros, sin pensarlo tanto, solo entregándolo, sin racionalizar. 

Sin embargo, hay algo en esa ecuación que aún no logro entender, cómo puede alguien vaciarse de amor sin esperar, porque hasta el amor de madre espera. También me surgen otras dudas en las dinámicas prácticas: cómo puede un poliamoroso resignarse a no ser el elegido para navidad o celebrar el cumpleaños, aunque al parecer habrá siempre alguien que pueda llenar ese lugar, libremente, como si fuéramos absolutamente reemplazables y desechables.  En el podcast Cronopios en acción hablaremos del poliamor, de cómo atrae y a la vez, en la vida práctica, resulta difuso. Por eso, es necesario que lo perfeccionemos la fórmula para equilibrar nuestro instinto, sin lastimar a otras personas y a la vez, lograr ser honestos con nosotros mismos.