Antes que nada, debo decir que creo firmemente que un país no puede ser próspero si lo único que hace es consumir bienes y/o servicios importados. La prosperidad viene de la mano del desarrollo de una industria nacional. Los ejemplos a nivel mundial abundan. Todos los países “desarrollados" hacen esto y tienen “campeones nacionales” en diversas industrias, a los cuales apoyan, o en los cuales el estado es un inversionista directo. Veamos los casos de Nissan, Renault, Boeing, Airbus, General Motors, por nombrar algunos pocos ejemplos.
Recientemente, tanto USA como la Unión Europea, han pasado legislaciones que delinean una política industrial clara, en la que contemplan masivos subsidios, apoyos burocráticos, prestamos y facilidades financieras con tal de fomentar y lograr construir “campeones nacionales en sectores estratégicos”. Es claro que fomentar y desarrollar una industria nacional será mejor que depender únicamente de empresas extranjeras.
Dicho esto, hay algunas industrias que por su importancia y alcance, son estratégicas y cubren necesidades básicas, otras no. En este caso la industria en cuestión es la de la aviación. Derivado del anuncio del presidente de llevar a cabo modificaciones a las leyes de Aviación Civil y Aeropuertos en las cuales estaría contemplado permitir el cabotaje (que aerolíneas extranjeras puedan volar en rutas nacionales), diversos personajes (diputados, académicos, empresarios e “intelectuales”) y asociaciones (organizaciones de pilotos) han salido a argumentar en contra. Los argumentos más repetidos han sido:
Sin duda, la industria de la aviación es importante, aunque sólo el 10% de la población la use directamente, todo el país (a través del turismo y otras actividades) se ve beneficiado indirectamente. No pretendo criticar dicha industria ni su funcionamiento. Aún con toda la importancia que tiene la aviación, de ninguna manera, y estoy seguro de que nadie se atrevería a decirlo, tiene mayor importancia que la industria energética. La industria de la energía es la industria de las industrias, la base de cualquier sociedad y el bienestar humano y la calidad de vida se encuentran totalmente ligadas a la cantidad de energía que se consume.
Sorprende entonces que, los mismo analistas, académicos, columnistas, diputados, senadores y asociaciones diversas, que ahora esgrimen los argumentos en contra del cabotaje, hace exactamente un año, decían totalmente lo contrario cuando se hablaba de la industria energética. Es más, abogan aún hoy por que se deje de rescatar a las empresas estatales (PEMEX y CFE). Dicen que no importa quien de el servicio, que los precios no subirán, que eso de la soberanía es anticuado y que nunca debe de importar. Si las empresas extranjeras pueden vender más barato, ¿qué más nos da que desaparezca la industria nacional? Es más, un reconocido “experto energético” me dijo textualmente “no importa si las empresas ofertaron por debajo de los costos de producción, eso da igual” obviando todos los problemas y la competencia desleal que esto ocasionaría.
No pueden creer, honestamente, que la industria de la aviación es más estratégica que la de la energía, ¿o si? ¿O será que solamente creen que debe de apoyarse una industria nacional cuando en dicha industria sólo hay capital privado? Sea cual sea la razón, me sorprende el cambio de ideología política que dichos personajes tuvieron en un año. Un verdadero caso de estudio.