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La felicidad radica en el cielo: ¡millones de gracias!

La felicidad radica en el cielo: ¡millones de gracias!

Por Karen Lozada

Esta carta pública Presidente, te la escribo con el corazón partido.

Es tu adiós, y en tu adiós te escribo estas líneas con el único fondo musical que puede hacer justicia a tan sensible momento: El necio, en voz de tu querida compañera de vida.

Presidente querido, antes que nada disculpa la intrepidez de hablarte de tú, pero es que todos estos años te he sentido tan cerca de mí, como un guardián que guiaba mis pasos y con cada acción reafirmaba mis convicciones.

Hoy te retiras, y te retiras dando una última lección: todos los ciclos tienen un inicio y también un final. Te retiras con dignidad y con humildad, dejando tras de ti millones de vidas cambiadas. Te retiras con la satisfacción de dejar un país más justo, un país en el que todas y todos tenemos derecho a soñar. Por fin creemos en el derecho de vivir en paz.

Escribirte es de lo más difícil porque por todo este tiempo nos mimetizamos en ti, en tu lucha, en tu ferviente deseo de transformar nuestra amada nación, de lograr el ansiado “cambio verdadero”. Pero lo hicimos entre todos y todas, ¡logramos el renacimiento de México! Sentamos las bases para la continuidad de la Cuarta Transformación, de esta nueva república del amor.

Querido Andrés Manuel, quiero que sepas que gracias a ti aprendí que ser un héroe o heroína en el anonimato es lo más noble que podemos hacer, porque gracias al trabajo de estos cientos de miles de voces es que logramos transformar la realidad para las generaciones del mañana. Porque entendimos que “por el bien de todos, primero los pobres” es ser congruentes con la realidad nacional, y que nuestra vida sólo  tiene sentido (así como el poder) cuando la ponemos al servicio de los demás.

Recuerdo que en 2011, con apenas 17 años, escuché el mítico discurso que pronunciaste de cara al desafuero, y esas palabras cambiaron por completo el rumbo que pudo tener mi vida, y no sólo eso, le dieron un sentido que va más allá de querer algo individual, convertiste mi vocación de vida en servir a los demás, en luchar, siempre con el puño en alto y a la izquierda, en no claudicar a los sueños de un mejor mundo. En ver desde lo colectivo, con una mirada para todos.

En ese discurso, desafiante e íntegro, bien hiciste al mencionar que todavía falta que te juzgue la historia. Ten presente que la historia del presente ya te está juzgando, y te juzga con vientos a tu favor, porque sí, tienes y tuviste razón, necesitábamos un cambio verdadero para desterrar el caduco régimen de corrupción y privilegios, mirar a las y los olvidados, y hacer de México un país de todos.

Estos días están llenos de lluvia, lluvia que nos ayuda a los cientos de miles que sólo queremos llorar todo el tiempo para aliviar al menos un poco nuestro dolido y agradecido corazón.

Lloramos por el adiós, lloramos por la gratitud, lloramos por la esperanza, lloramos por la alegría, y sí, lloramos por ti, Andrés Manuel López Obrador. Y como no llorar si entendiste lo que decía Gioconda Belli de que “la solidaridad es la ternura de los pueblos”, y así actuaste, y nos enseñaste con el ejemplo. ¡Y qué ejemplo de amor y entrega!

Presidente, creo este es el texto más desarticulado que he escrito en toda mi vida, pero compréndeme, tantas palabras no caben en una carta, tantas alegrías, tantos logros, tantas gracias, tanta esperanza, tanto amor.

Hicimos historia, la nuestra, la tuya, la de los pueblos

Nos cumpliste y más.

Sábete en paz, Presidente.

Sábete pleno.

Sábete amado.

Con este gracias, osadamente, condenso todos los agradecimientos del mundo.

Tu corazón late en nuestros corazones. Así te quedas con nosotros. Esto no es un adiós, es un seguimos juntos, lo hicimos juntos, estamos juntos.

Recuerda a Gioconda, “uno no escoge el país donde nace; pero ama el país donde ha nacido. Uno no escoge el tiempo para venir al mundo; pero debe dejar huella de su tiempo. Nadie puede evadir su responsabilidad”. Y no lo hiciste, estuviste a la altura de tu tremenda responsabilidad con la historia, con el pueblo, con la justicia, la verdad y con el amor.

¡Que tus pies descansen lo que todos estos años caminaron! Gracias de corazón.

Post scriptum. Lloramos pero seguimos de pie. No olvides que vamos a cuidar este país de esperanza que arrebatamos en un asalto al cielo.