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Inteligencia Artificial y soberanía

Inteligencia Artificial y soberanía

Por Ernesto Ángeles .

La relación entre tecnología y política es bastante profunda y cada vez más gobiernos y países son progresivamente conscientes de ello, es por eso que actualmente estamos viviendo una ola de regulaciones que ponen en el centro de la discusión la importancia y consecuencias políticas de la tecnología digital; este proceso está sucediendo pese a los esfuerzos de las empresas y los propagandistas de la tecnología, quienes se esfuerzan en trivializar y minimizar las manifestaciones y naturaleza política de la tecnología, para así extender y mantener su dominio en el mercado, tal como lo promueve Estados Unidos y su no regulación internacional de las empresas de tecnología.

Uno de los elementos principales en este escenario es la idea de traer de vuelta, reforzar o construir la soberanía estatal en entornos y estructuras de tecnología digital, esta tendencia se ha vuelto un tema recurrente en algunos grupos, países y regiones, existiendo una variedad de acercamientos según sean sus objetivos: la protección de datos personales; la tenencia local de datos; la construcción de infraestructuras nacionales; la producción industrial de tecnología nacional; el control del flujo de datos dentro de las fronteras nacionales, etc. Esto ha llevado a la creación de políticas públicas que se enfocan en diferentes manifestaciones de la soberanía en el sistema tecnológico, tal como la cibersoberanía, soberanía tecnológica o soberanía de datos.

Y dado el rápido desarrollo de Inteligencias Artificiales (IA) y su puesta en el mercado, ha llegado el momento de hablar de soberanía de la Inteligencia Artificial o Inteligencia Artificial soberana. Por tanto, en este escrito tengo por objetivo explicar qué es la soberanía de la IA, qué implica y por qué esto es importante para México.

Para comenzar, lo que se conoce como Inteligencia Artificial puede entenderse como un sistema compuesto de elementos humanos y tecnológicos que tienen el objetivo de crear software cuyo comportamiento, características o resultados puedan considerarse como inteligentes. A su vez, la soberanía en IA se refiere principalmente al desarrollo de políticas nacionales (muchas de estas industriales) con el objetivo de fomentar sus sistemas tecnológicos nacionales en los diferentes elementos asociados a la IA.

En este punto cobra relevancia el acercamiento (o no) de los países a la relación soberanía-tecnología, ya que la soberanía de IA requiere una visión amplia de parte de los gobiernos, puesto que no sólo se necesita de atender la cuestión de datos personales, sino que, según el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), “Desarrollar una Inteligencia Artificial Soberana requiere esfuerzos coordinados, multifacéticos y sostenibles en varias áreas clave. En general, existen seis pilares estratégicos que guían a las naciones en la construcción de sus capacidades en inteligencia artificial soberana”, estos incluyen: 1) Infraestructura digital, 2) desarrollo de la fuerza laboral, 3) Investigación, desarrollo e innovación (I+D+i), 4) Marco regulatorio y ético, 5) Impulso de la industria de IA y 6) Cooperación internacional. A lo anterior se le deben añadir los datos, un elemento que hasta el momento parece central en esta revolución de la IA.

En este momento es hora de preguntarse ¿y qué pueden hacer los Estados y en específico un país como México?

Tal como puede advertirse, el margen de maniobra de los Estados depende de factores como la capacidad económica y tecnológica nacional, la ingeniería institucional y políticas públicas, el interés nacional, entre mucha otros. Sin embargo, en el juego de la geopolítica y la crispación internacional de hoy día, países como México deben calibrar bastante bien sus capacidades, opciones y posibles rumbos que pueden tener sus políticas industriales y tecnológicas -o en su caso, crearlas-, ya que es muy probable que los bloqueos y chantajes en el uso de tecnología continúen y se profundicen conforme los sistemas tecnológicos se asocien con otros como los sistemas de pagos alternativos o los coches eléctricos, por lo que la falta de operatividad entre tecnologías será un problema creciente que los Estados tendrán que enfrentar.

En el caso de México se debe reforzar el enfoque hacia los datos, ampliarlos e incluir una perspectiva pública en la protección de datos; y ya que no es posible obligar a las empresas a localizar los datos de mexicanas y mexicanos en México (por el T-MEC y otros acuerdos), debería legislarse para que las empresas liberen o compartan datos, especialmente en materia de investigación y desarrollo. Asimismo, se debe repensar el rol de una institución como el INAI, o como sea que quede, ya que considerar a los datos únicamente desde su arista de acceso, transparencia y privacidad le resta el carácter estratégico que tiene este recurso dentro de la economía digital.

Además, es necesario fomentar la creación de estructuras físico -digitales centradas en los datos y su procesamiento como un recurso nacional, o lo que es lo mismo los centros de datos como infraestructura pública, la cual esté de la mano con los planes de relocalización de la producción de semiconductores de empresas estadounidenses. En este sentido, se debe fomentar por un lado la creación y funcionamiento de centros de datos y por el otro la creación de grandes pools de datos públicos y privados para su explotación en investigación y desarrollo de productos de IA.

Otro aspecto importante a considerar es que hay cierta área de la IA que se especializa en la toma de decisiones, esto resulta problemático en materia soberana si es que algún día se llega a tener la idea de desplegar agentes de toma de decisión en instituciones públicas, ya que la toma de decisiones es un elemento clave en la soberanía de un país en todos sus niveles, por lo que una IA con tal capacidad debería cumplir con ciertas características, la última de ellas que sea una persona investida con la soberanía la que tome la decisión política en última instancia, de lo contrario las responsabilidades político-administrativas se diluirían rápidamente.

En conclusión, conforme las tecnologías continúen su ritmo, los países se enfrentarán a diversas decisiones difíciles tales como: ¿hasta qué punto es deseable y conveniente la dependencia tecnológica y en qué sitios? Y a partir de ahí, ¿en qué área del sistema tecnológico nacional el Estado debe extender su soberanía y cómo hacerse? Es ahí donde se debe situar el debate de la soberanía de la IA, ya que aunque es imposible que un Estado sea autárquico en materia tecnológica, el fin de la unipolaridad y el desgaste del modelo neoliberal hacen necesario reevaluar la actitud pasiva del Estado en tecnología digital, especialmente en la materialización del origen de la era de la IA.