El pasado 18 de octubre el Partido Acción Nacional presentó su relanzamiento público bajo un nuevo eje discursivo resumido en tres palabras: “Patria, Familia y Libertad” —un letrero que, según la cobertura, será el faro de su narrativa y sus prioridades frente a 2027 y 2030, con promesas de “defensa a muerte” de esas banderas y el fin de alianzas tradicionales.
La fórmula, en apariencia inofensiva, merece un escrutinio riguroso porque no es neutral: se inserta en una genealogía política que históricamente ha servido para naturalizar la idea de un “nosotros” homogéneo, jerarquizado y excluyente. Esa genealogía no pertenece sólo al pasado europeo; tiene una gramática política —sintaxis y recursos retóricos— que la Resolución A/RES/79/160 de la Asamblea General de la ONU identifica como peligrosa y que obliga a alertar cuando reaparece en lenguaje político contemporáneo.
La resolución A/RES/79/160 no se limita a condenar la pura iconografía nazi: despliega un mapa claro de las prácticas que pueden “exacerbar las formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia” —incluyendo la utilización del lenguaje nacionalista, la exaltación de símbolos y la aceptación social de discursos que reclaman superioridad o pureza. El texto exhorta a los Estados y a los actores sociales a vigilar y sancionar cuando el discurso público instala mitos etnonacionalistas, glorifica movimientos excluyentes o crea un clima que justifique la discriminación.
Cuando un partido político extrae y concentra su oferta en “patria” y “familia”, y promete una defensa casi dogmática de esas categorías, está plantando —convencionalmente o no— semillas que pueden ser abonadas por políticas y prácticas exclusorias. “Patria” puede naturalizar fronteras morales: quién pertenece —y quién no—; “familia”, cuando se convierte en causa política prioritaria, suele traducirse en leyes y prácticas que invisibilizan o penalizan a identidades que no encajan en la norma; “libertad”, finalmente, puede aparecer como coartada para desregular derechos y liberalizar medidas que favorezcan a ciertos grupos mientras se demoniza a otros. La ONU nos recuerda que la libertad de expresión no protege la incitación al odio ni la apología de teorías de superioridad: cuando el lenguaje público va por ese camino, ya no hablamos de mera retórica.
No es mera escuela de retórica afirmar que hay paralelismos históricos con el discurso fascista que encarnó Benito Mussolini en Italia. El fascismo italiano construyó su fuerza sobre la exaltación de la nación, la mitologización de la familia tradicional y la conversión de la libertad —o de determinados “derechos”— en privilegios de una comunidad homogénea. Mussolini y su partido utilizaron consignas breves y simbólicas, grandes manifestaciones, control de símbolos y una narrativa de “orden versus caos” para transformar demandas sociales en legitimación autoritaria. Esa estrategia —sintetizar complejidades en lemas que unifican identidades y demonizan al otro— es estructuralmente comparable con la apuesta por “Patria, Familia y Libertad”.
Algunos rasgos concretos de aquella experiencia histórica que conviene recordar porque sirven de alerta:
1) la conversión de la retórica nacionalista en canal de delegitimación del pluralismo político;
2) la instrumentalización de la “familia” como unidad normativa que margina diversidades sociales;
3) la cooptación de la palabra “libertad” para justificar medidas que, en la práctica, restringen libertades de otros (prensa, asociación, protesta); y
4) la construcción de una narrativa de “nosotros o ellos” que facilita la tolerancia social a la violencia política. Estas prácticas no solo pertenecen al pasado: la investigación histórica y periodística muestra cómo esos elementos fueron centrales en la construcción del poder fascista.
El punto no es acusar gratuitamente: es medir consecuencias. El PAN, combina su nuevo slogan repetido por varios de sus militantes, con tácticas modernas —campañas digitales, simplificación del afiliado por app, apertura a primarias “a la vista pública”— que podrían neutralizar riesgos democráticos si se orientan hacia la inclusión. Pero la resolución de la ONU obliga a poner la lupa sobre cómo y a quién se dirigen esos lemas y medidas. La historia enseña que los símbolos y lemas, acompañados por políticas públicas y alianzas sociopolíticas, son capaces de normalizar exclusiones antes impensadas.
El mandato de A/RES/79/160 es claro: los líderes políticos y los partidos no pueden ignorar que ciertos discursos alimentan las condiciones para la discriminación y la violencia. La resolución pide, entre otras cosas, vigilancia contra la glorificación de movimientos que promueven superioridad racial o nacional, la prevención del revisionismo histórico y la promoción de educación que respete la diversidad. Si un actor político hace del “patriotismo” y la “familia” consignas absolutas, la comunidad —periodistas, fiscalías, órganos de derechos humanos, academia— tiene la obligación de evaluar si esos lemas derivan en prácticas que contravienen los principios consagrados por la ONU.
¿Qué debe hacerse aquí y ahora? Primero, exigir transparencia programática: que el PAN precise qué medidas concretas implican “defensa de la patria y la familia”, y que esas propuestas se sometan a escrutinio público por su impacto sobre derechos humanos y grupos vulnerables. Segundo, activar a las instituciones (ya sean fiscalías, órganos autónomos o comisiones de derechos humanos) para monitorear el contenido y los efectos del discurso público, tal como la resolución insta a vigilar el resurgimiento de ideologías de odio. Tercero, el debate público debe recuperar memoria histórica: no para criminalizar palabras, sino para frenar procesos simbólicos que, cuando se combinan con políticas concretas y exclusorias, terminan erosionando el tejido democrático.
Si la política mexicana valora realmente la democracia, no puede responder con indiferencia al señalamiento: debe someter ideas a escrutinio público y someter promesas a la prueba de los derechos.
[1]: https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/2025/10/19/relanzamiento-del-pan-cuales-son-sus-nuevos-mandamientos-separacion-del-pri-y-defensa-de-la-patria-familia-y-libertad/ "‘Los 10 mandamientos’ del PAN: Relanzamiento pone fin a alianzas y encuestas tipo Morena para candidaturas – El Financiero"
[2]: https://www.nationalgeographic.com/history/article/benito-mussolini-rise-of-fascism-in-italy?utm_source=chatgpt.com "How Benito Mussolini led Italy to fascism"
[3]: https://en.wikipedia.org/wiki/Propaganda_in_Fascist_Italy?utm_source=chatgpt.com "Propaganda in Fascist Italy"