El hombre más poderoso de Asia

Xi Ying Ping ha sido ratificado nuevamente como presidente de la República Popular de China por tercera ocasión consecutiva, esto tras una votación del órgano legislativo de aquel país donde votaron 2951 diputados a favor, sin ningún voto en contra o abstención.

Esto es un hecho inédito en la historia de la China comunista, pues ahora Xi es el líder con más años en el cargo y su poder es prácticamente absoluto en el gigante asiático.

No obstante, la prolongación del mandato del actual presidente chino, se gestó en el 2018 cuando la Asamblea Popular China votó a favor de modificar la constitución del país y así abolir el límite de dos mandatos presidenciales. Esta enmienda permitió que el actual presidente pudiera postularse para un tercer mandato y potencialmente permanecer en el cargo de manera indefinida, hecho que en su momento preocupó a la comunidad internacional, pues esta acción ha permitido concentrar aún más el poder en manos de una sola persona, en un país donde cada vez son menos claros los límites que tiene la autoridad para con sus gobernados.

Es necesario tener en cuenta que en China, el Partido Comunista y el Estado están estrechamente relacionados desde la creación de la República Popular en 1949, y dicha organización ha desempeñado un papel fundamental a la hora de controlar no solamente el gobierno, sino también la economía y la cultura. En este caso, Xi lidera ambos, pues además de ser el Presidente del Gobierno y el Jefe del Ejército, también es el Secretario General del Partido.

Cabe resaltar que el Partido Comunista es la única fuerza política legal en China, y tiene más de siete décadas gobernando. Ambos hechos han afianzado que funcionarios, ejército y empresas estatales estén alineadas a las políticas y directivas de este organismo político (PCC), ya que incluso, es muy común que los altos funcionarios del partido y el gobierno sean las mismas personas, lo que ha hecho que el control político y social haya quedado reducido a un pequeño grupo de personas relacionadas al poder.

Por otro lado, en los últimos 20 años, la economía China experimentó un crecimiento económico sin precedentes, derivado de una serie de cambios relacionados principalmente a la política económica del país como: la apertura al comercio internacional, una fuerza laboral bien educada y barata, gran cantidad de recursos naturales, así como inversiones millonarias por parte del gobierno en innovación tecnológica e infraestructura social.

Según estimaciones del Banco Mundial, el PIB de China en 2001 era de alrededor de 1,3 billones de dólares, mientras que en 2020, este ascendió a alrededor de 15 billones de dólares estadounidenses. Esto representa un crecimiento promedio anual de poco más del 9% durante las últimas dos décadas, que ha llevado a la nación asiática a ser la segunda potencia económica mundial sólo por debajo de EE.UU, al mismo tiempo que también se ha convertido en el principal socio comercial de la mayoría de las naciones del mundo.

Esto explica en parte por qué China, actualmente, es continuamente el foco de atención internacional, sin embargo, esto también se debe a las constantes fricciones con las potencias occidentales por el tema de Taiwán, el cual China considera que es su territorio.

La cuestión de Taiwán es un tema muy complejo y sensible en la política internacional, ya que existen varias razones históricas, políticas y culturales por las cuales China considera que Taiwán no es y nunca ha sido una provincia autónoma.

La principal razón es histórica, ya que durante muchos siglos, Taiwán formó parte del territorio de la dinastía Qing, quienes fueran la última dinastía china. Fue en ese entonces cuando la isla fue cedida a Japón en 1895 después de la primera guerra sino-japonesa. 

Después de la Segunda Guerra Mundial, Japón renunció a Taiwán, y China declaró que la isla debía ser devuelta a su control. Sin embargo, en 1949, después de que los Comunistas ganaran la Guerra Civil, liderados por Mao Zedong, el PCC pasó a tomar el control de la China continental, mientras que el bando perdedor, que era el gobierno nacionalista liderado por Chiang Kai-shek, se retiró a Taiwán y estableció un gobierno en la isla.

Desde entonces, la República Popular China ha considerado que Taiwán es una provincia rebelde que debe ser reunificada con el resto del país, mientras que Taiwán se considera así misma una república independiente y autónoma.

Además, los ciudadanos de Taiwán tienen su propia identidad y cultura, y muchos ya casi no se identifican con la China continental, ya que desde la década de 1990, los habitantes de la isla han desarrollado su propia democracia y establecido relaciones diplomáticas con varios países del mundo. Esto le ha permitido a Taiwan ser un actor de suma importancia en la región, con una economía próspera, grandes avances tecnológicos y apertura política.

A todo esto hay que sumarle La Guerra Ruso-Ucraniana, que comenzó en Febrero del 2022, donde la neutralidad China ante el conflicto, ha venido a poner sobre la mesa una especie de nueva guerra fría con una tendencia a la multipolaridad internacional, donde las áreas de influencia económica y militar Ruso-Chinas actualmente compiten por el control global, antagonizando al status quo de las potencias de Occidente.

El apoyo de China a Rusia, también se explica por la similitud de los discursos políticos de los gobiernos de ambos países, sobre todo a lo relacionado a los límites de sus fronteras y áreas de influencia cultural. Por ejemplo, Putin considera que Ucrania no es verdaderamente un país, al igual que Xi JinPing hace lo mismo con Taiwán, además, ambos países han consolidado una alianza muy importante desde la formación del BRICS, el cual es un bloque económico muy importante, pues involucra a casi el 50% de la población mundial y aproximadamente 39 millones de kilómetros cuadrados, lo que equivale a poco más del 26% de la superficie terrestre.

Cabe destacar que, el crecimiento económico de China, se ha desacelerado en los últimos años, esto debido a una serie de factores tanto internos como externos, como lo son: el envejecimiento de su población, el aumento de su deuda, la desaceleración económica mundial, el distanciamiento diplomático y económico con respecto a Occidente por los temas de Taiwán y Ucrania, la pandemia de Covid-19 originada en su territorio, así como las políticas de contención de la misma que ocasionaron violaciones graves a los derechos humanos y constantes protestas hacia el gobierno por ser catalogadas de autoritarias y sin sentido.

Todo esto hace pensar que se viene una caída significativa de la influencia de Beijing en el mundo, sin embargo, habrá que esperar un poco más para ver el verdadero desenlace de esta complicada trama que atraviesa hoy día, la política internacional.