El ciberespacio del futuro

Hoy en día la población mundial se encuentra viviendo el inicio de una nueva transformación tecnológica, la cual impactará áreas humanas que hasta hace poco se consideraban ajenas a la tecnología, al punto que en el mediano plazo la noción de qué es ser humano y su naturaleza misma estarán en entredicho. 

Históricamente este proceso de desarrollo tecnológico-digital no ha sido neutral, sino que se ha caracterizado por ser privatizado, neoliberal y neocolonialista; sin embargo, estas características pertenecen a un pasado reciente en el que Estados Unidos se encontraba gozando de su momento unipolar y hegemónico a nivel mundial. 

Hoy en día en día el desarrollo tecnológico está marcado por un proceso de transición de poder a nivel internacional entre Occidente y Oriente, especialmente entre China y Estados Unidos. En este escenario la tecnología creada por China ha estado fomentándose, exportándose y generando estructuras físico-digitales a nivel mundial. Tal situación ha creado un profundo descontento en Estados Unidos y Europa, por lo que se están tomado acciones como la partición de cadenas de suministro y producción con China, así como el bloqueo al acceso de ciertas tecnologías de punta y la apuesta por el desarrollo de estándares regionales occidentales.

Por supuesto, todo esto tendrá un impacto en la tecnología del futuro y el sistema tecnológico que de ella devenga, por lo que es necesario imaginar los riesgos, peligros y escenarios que se desprenderán de esa tendencia para así prepararnos mejor para un tiempo marcado por la incertidumbre. 

Un marco general para comprender el devenir tecnológico es el considerar a la tecnología como un sistema y no como productos y dispositivos independientes; si pensamos esto, es posible afirmar que existe un sistema tecnológico digital, también conocido como ciberespacio, el cual es un sistema mundial que se compone de una capa física (infraestructuras, dispositivos y demás elementos físicos), una capa lógica ( tal como los lenguajes de programación, los estándares de tecnología, los protocolos y demás), y una capa de contenido (como las fotos que todos subimos en redes sociales o las compras que hacemos en línea).

Contrario a lo que se dice usualmente, este sistema no es un global common del cual todos se pueden beneficiar libremente y sin restricciones, sino que es un sistema compuesto por la participación de algunos cuantos actores con capacidades descomunales, cuasi monopolísticas, y otros tantos participantes, de entre estos actores las empresas estadounidenses son quienes cuentan con más capacidades de poder; sin embargo, desde hace unos años a la fecha, y gracias a la conjunción de factores como una fuerte política industrial estatal, las empresas de China han logrado competir efectivamente a nivel global.

A pesar de lo anterior, hoy Estados Unidos aún es un actor dominante del sistema tecnológico digital, y es plenamente consciente de ello, por lo cual ha llevado a cabo bloqueos, sanciones y otras acciones en el ciberespacio contra otros países, los cuales no sólo incluyen a China, sino también a Rusia, Irán, Cuba, Corea del Norte, Siria o Venezuela. Entonces, la pregunta pendiente en el mediano y largo plazo es ¿qué sucederá con el sistema tecnológico digital? Con un énfasis claro en el internet. 

Algunos dicen que este sistema se partirá en dos, uno dominado por EUA y otro por China; otros dicen que es posible que se generen varios “internets” locales con una mezcla de tecnología importada y avances locales, así como el caso de Rusia o Irán, cuya conexión a internet comunal será mínima.

Además, se van a crear diversos sistemas tecnológico-digitales mundiales asociados o dependientes al ciberespacio,  como un sistema internacional de pagos de oriente, los cuales van a continuar con la lógica binaria entre regiones; no obstante, debido a la competencia y al ánimo beligerante entre las partes, una vez que la partición de sistemas haya concluido o sea lo mínimamente interdependientes, los ataques a sistemas como finanzas o el internet serán más comunes, por lo que el futuro del ciberespacio es la inestabilidad.

Y debido a la tendencia imperante en varios países occidentales y orientales, el control social y la militarización de los Estados va a ser una tendencia que va a valerse de la tecnología para lograr sus fines. Dicho control variará dependiendo las características de las sociedades, así como el sistema político-económico imperante y la capacidad y voluntad social para movilizarse. Y mientras que en algunos estados la fusión empresas-Estado continuará su camino, otros países migrarán a sistemas con una mayor participación del Estado, por lo que apostarán por el desarrollo o la cooperación tecnológica con Estados Unidos y/o China, aunque dadas las tendencias, es probable que la elección de cooperación sea en algún nivel mutuamente excluyente con el competidor contrario, ya que los sistemas tecnológicos estarán desacoplados y puede que las tecnologías ni siquiera sean inter operativas, tal como pasó con Huawei y Google. 

Por otro lado está el caso de la IA, la cual será desarrollada bajo distintas ópticas, objetivos y datos, por lo que no es de extrañar que estos programas, algunos de ellos autónomos, presenten características diferentes según la región de origen; además, dadas las crecientes funciones que se le están delegando a esta tecnología, es posible que la gubernamentalidad misma de las personas, los espacios y los afectos cambie según las regiones, por lo que las experiencias humanas influidas por la IA podrán variar según el espacio geográfico. Ya ni se diga el caso de armas con IA, las cuales literalmente decidirán sobre quién vive y muere según diversos parámetros, a menos que se llegue a un acuerdo internacional.

Otro punto que no sólo afectará a la tecnología digital, aunque sí dependerá de ella, es el caso de tecnologías como la biotecnología, neurotecnología y tecnología aplicada a la medicina y la química, cuya naturaleza y aplicaciones pueden desafiar algunos límites éticos y morales. Esto es importante debido al contexto internacional, entonces, es probable que en este escenario algunos límites éticos y morales de la tecnología sean ignorados, tal como la búsqueda de crear “super soldados”, ambición que tienen varios países. 

En conclusión, el futuro luce convulso, plagado de conflictos latentes, la reactivación de problemas, así como la creación de otros tantos; resultado de un proceso de transición de poder internacional que no se había dado en milenios. En este escenario el desarrollo y uso tecnológico será un eje primordial de la competición, por lo que es seguro que en algunos años el sistema digital funcione diferente. Y mientras que en algunas latitudes la dependencia y el control pueden aumentar, en otras regiones este proceso puede implicar la reivindicación y construcción de espacios físico-digitales soberanos.