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  • 16 Apr 2024
  • 11:04
  • SPR Informa 6 min

Conflicto Irán-Israel y el riesgo de escalada

Conflicto Irán-Israel y el riesgo de escalada

Por Erick Calderón .

En la gran cantidad de narrativas históricas que le dan forma a la diplomacia internacional en la actualidad, algunos hilos narran historias de colaboración y entendimiento, mientras que otros hablan de tramas de desconfianza y hostilidad. Entre estos últimos, la relación entre Irán e Israel ha sido uno particularmente complejo, marcado por momentos de cooperación y períodos de aguda confrontación como los que vemos hoy en día.

No obstante, hace décadas, en los albores de la era moderna de ambos países, se vislumbraba un panorama diferente. Durante el reinado del Shah de Irán, Mohammed Reza Pahlavi, en la segunda mitad del siglo XX, las relaciones entre Teherán y Tel Aviv eran notablemente cordiales. En este período, se cultivaron lazos diplomáticos y económicos que parecían prometedores para el futuro de la región. Un dato poco conocido, pero revelador, es que Irán fue uno de los primeros países en reconocer la legitimidad del Estado de Israel, apenas después de Estados Unidos. Este gesto, aunque a menudo eclipsado por las tensiones posteriores, reflejaba un momento de pragmatismo diplomático y perspectivas optimistas.

Sin embargo, este período de relativa armonía fue efímero. Los cambios políticos y sociales que barrieron la región, junto con la Revolución Islámica de 1979 en Irán, alteraron drásticamente el paisaje geopolítico. La llegada del régimen teocrático liderado por el Ayatolá Jomeini trajo consigo un giro radical en la política exterior iraní, marcando el inicio de una nueva era de desafíos y antagonismos.

Desde entonces, las relaciones entre Irán e Israel han sido todo menos estables. Los conflictos regionales, las disputas ideológicas y las ambiciones geopolíticas son el pan de cada día, lo que ha exacerbado las tensiones, convirtiendo a estos antiguos aliados potenciales en adversarios acérrimos en el escenario internacional.

Estas tensiones han llegado a un punto inédito, pues el reciente ataque por parte de Irán contra Israel ha generado una nueva ola de preocupación en el panorama internacional, poniendo en evidencia las tensiones latentes entre estos países. 

Este acto, llevado a cabo mediante el despliegue de cientos de drones y misiles, representa un desafío directo a la estabilidad en la zona, suscitando temores de una escalada del conflicto.

En ese sentido, también es importante destacar que Irán ha insistido en que su objetivo no es aumentar las tensiones en la región, sino más bien reforzar su capacidad de disuasión frente a potenciales agresiones. El carácter "proporcional" del ataque, según lo señalado por las autoridades iraníes, hace referencia a la respuesta a un incidente previo en el que Israel atacó un consulado iraní en Damasco. Esta noción de proporcionalidad sugiere que Irán busca mantener un equilibrio en sus acciones, respondiendo de manera medida a las provocaciones externas sin buscar una escalada descontrolada del conflicto. Por ello que Irán trata de hacer ver que el ataque se presenta como una respuesta directa a una agresión anterior, más que como un intento de iniciar un conflicto a gran escala.

Sin duda es crucial considerar el contexto en el que se produce este evento, donde Irán ha tenido serios problemas de seguridad regional y en el aspecto económico, al ser uno de los países más sancionados del mundo, ocupando el segundo lugar junto con Rusia y Corea del Norte. 

Además, recientemente, ha experimentado tensiones diplomáticas con Pakistán, lo que ha contribuido a desarrollar aún más la inestabilidad en la región. En el ámbito de la seguridad, el país sufrió un grave atentado terrorista perpetrado por el Estado Islámico durante el aniversario de la muerte del General Qasem Soleimani, el cual resultó en la pérdida de cientos de vidas iraníes.

Tomando en cuenta la situación en general, este ataque iraní a suelo israelí, más que una declaración de guerra, parece ser un gesto simbólico destinado a afirmar la capacidad de disuasión de Irán y a enviar un mensaje claro sobre su determinación para proteger sus intereses ante cualquier agresión externa.

A pesar de la retórica y las acciones aparentemente beligerantes, el trasfondo de la situación sugiere que Irán no busca una confrontación abierta con Israel o sus aliados. Más allá del espectáculo mediático de este ataque, las motivaciones subyacentes apuntan a la defensa de los intereses iraníes en un entorno regional volátil y a la preservación de su seguridad nacional. En última instancia, la comunidad internacional debe abordar este incidente con cautela y buscar vías diplomáticas para desescalar las tensiones y promover una solución pacífica a los conflictos en Oriente Próximo.

Por otra parte, la crisis desencadenada por el atentado terrorista en Israel en Octubre del año pasado, ha dejado a Netanyahu en una posición política delicada desde entonces. La respuesta militar en Gaza, caracterizada por su evidente desproporción y la pérdida de vidas civiles, ha generado críticas tanto a nivel nacional como internacional, lo que ha debilitado la posición de Netanyahu y lo ha dejado políticamente vulnerable.

En este contexto, Netanyahu podría estar buscando desviar la atención de la crisis interna y presentarse como un líder fuerte y decidido en la defensa de Israel contra las amenazas externas, particularmente Irán. Es por ello que el ataque al consulado en Damasco puede ser interpretado como un intento calculado de provocar a Irán y llevarlo a morder el anzuelo.

Además, es importante destacar que Hamás, la célula terrorista responsable del atentado, es financiada por Irán, por lo que Netanyahu podría estar utilizando la respuesta militar en Gaza como una oportunidad para amplificar la narrativa de la amenaza iraní y presentarla como una justificación para una acción militar más agresiva.

Al provocar a Irán y ampliar el conflicto en la región, Netanyahu podría buscar arrastrar a países europeos y al Reino Unido a la guerra en Oriente Medio, presentando la situación como una cuestión de defensa legítima de Israel contra una amenaza existencial y el terrorismo financiado por Irán.

Sin embargo, esta estrategia es inherentemente riesgosa y podría tener consecuencias graves e impredecibles, donde Rusia ha afirmado que atacar Irán provocará que ellos también participen, además de la posibilidad de que China haga lo mismo. La escalada del conflicto podría profundizar las divisiones dentro de la comunidad internacional y alejar aún más la posibilidad de una solución pacífica y negociada al conflicto en la región.

En términos reales las consecuencias reales del ataque iraní parecen haber sido amplificadas y exageradas por la prensa internacional sensacionalista, puesto que las autoridades iraníes dicen haber avisado 72 horas antes de realizado el ataque, por lo que sólo ha contribuido a aumentar la histeria y la percepción de una crisis insalvable en la región de Oriente Medio. Este enfoque no solo distorsiona la realidad de la situación, sino que también socava los esfuerzos por promover la paz y la estabilidad.

Por otro lado, la respuesta del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha sido desigual y sesgada. Mientras que el ataque de Irán provocó una convocatoria de emergencia del Consejo de Seguridad, el bombardeo israelí al consulado iraní en Damasco no recibió una respuesta similar cuando Rusia solicitó una reunión de emergencia. Esta disparidad en la acción del Consejo de Seguridad refleja una clara muestra de doble moral y parcialidad en la toma de decisiones de las Naciones Unidas.

Estas situaciones plantean interrogantes sobre la imparcialidad y la efectividad del sistema de las Naciones Unidas en abordar los conflictos internacionales de manera justa y equitativa. La falta de una respuesta proporcional a las acciones de Israel socava aún más la credibilidad y la legitimidad de la organización y refuerza la percepción de que las Naciones Unidas están sesgadas a favor de ciertos Estados miembros en detrimento de otros.

En vista de las tensiones y desigualdades evidentes en las respuestas internacionales a los conflictos recientes en Oriente Medio, es crucial reconocer el peligro inherente que representan las escaladas de hostilidades de este tipo. La posibilidad de que estas tensiones desemboquen en una escalada aún mayor, con consecuencias imprevisibles y potencialmente catastróficas, incluida la amenaza de una tercera guerra mundial, debería servir como un llamado de alerta para la comunidad internacional ya que la preservación de la humanidad y la promoción de la paz y la estabilidad global deben estar por encima de cualquier consideración política o nacional. Por lo tanto, es fundamental detener toda hostilidad y trabajar de manera concertada hacia soluciones pacíficas y diplomáticas que aborden las raíces subyacentes de los conflictos, teniendo claro que así estaremos protegiendo el bienestar de la humanidad en su conjunto.