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  • 06 Mar 2023
  • 16:03
  • SPR Informa 6 min

#8M: entre la rabia y la resistencia

#8M: entre la rabia y la resistencia

Por Diana Valenzuela Gutiérrez

Conmemorar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora el 8 de marzo de cada año es, por decir lo menos, un acto de lucha y resistencia. Desde aquel 1908 en el que 129 mujeres trabajadoras textileras murieron después de estallar una huelga en New York para demandar mejores condiciones laborales, año con año se suman a la lucha otras causas que resultan violentas para nosotras las mujeres.

Y es que pasamos de la lucha en contra de la opresión patriarcal y capitalista, a luchar también contra del racismo, la discriminación y la transfobia. La violencia contra nosotras va en escala, se potencia y se agudiza cada vez más, en cada espacio de nuestras vidas tanto pública como privada. 

El feminismo, como parte del movimiento político que se manifiesta por aspirar a lograr la igualdad entre hombres y mujeres, está en un punto de quiebre frente a este 8 de marzo, ya que se cuestiona día con día desde dónde seguir con la lucha.

El feminismo radical, marxista, socialista, anticapitalista, antipatriarcal, antirracista, abolicionista, cultural, comunitario, afrodescendiente, anticolonial, transincluyente y un gran etc, ha buscado continuamente la respuesta al por qué las mujeres seguimos siendo objetivizadas, esclavizadas frente al trabajo doméstico, el cual ha desmitificado la idea de que las madres, hijas y hermanas sirven los alimentos y hacen las tareas del hogar por amor a la familia, cosificadas a través de redes sociales que buscan en nuestro cuerpo la satisfacción visual, violentadas por el simple hecho de ser mujeres y privadas de la vida porque en México sigue habiendo falta de protocolos en los ministerios públicos después de una denuncia por violencia en razón de género.

Y es que para que existiera el derecho al aborto legal, la Ley Ingrid, la Ley Olimpia y más recientemente la iniciativa para la Ley María Elena, muchas mujeres tuvieron que encontrarse en situaciones que atentaron contra su propia vida y libertad, y miles marchamos para poner fin al ser señaladas por ejercer nuestra sexualidad sin estigmas ni prejuicios, a que no exhiban nuestros cuerpos después de haber sido víctimas de feminicidio, a no morir por decidir sobre nuestro propio cuerpo que nos pertenece y del cual nadie más tiene derecho a opinar, o a que los feminicidas no nos rocíen ácido y quede impune.

La rebeldía con la que las mujeres marchamos cada #8M es muestra del hartazgo por una sociedad que nos ha dicho de manera constante cómo vestirnos para vernos bien de acuerdo con estándares de belleza occidentales, cómo hablar para no escucharnos mal frente a los demás, como ser una buena madre, e incluso a qué edad ser madre, como vestirnos para no provocar a los hombres y evitar acoso en las calles, como comportarnos en una reunión familiar, en qué trabajar y cuánto tiempo hacerlo para no descuidar a la familia. 

Nos atribuyen la maternidad como algo natural e inherente a las mujeres, permitiendo de esa forma el abandono paternal de los hombres, contribuyendo a que las mujeres asuman los gastos del hogar, los cuidados, la crianza y las responsabilidades que deben ser compartidas, pero si nosotras no cumplimos se nos señala y enjuicia. Y cada día nos suman más y más condiciones, cada día se nos cuestiona qué es ser mujer y cómo ser mujer. 

La lucha de las mujeres es en contra de un sistema que está en constante transformación, en el que se perpetúan violencias estructurales y que es difícil poder llegar a quienes las ejercen. Es por ello la necesaria y constante movilización, porque aún siendo mujer, estudiante, madre, trabajadora, hermana, amiga, etc., todavía debemos trabajar tiempo extra para exigir a las autoridades que nos traten con respeto, porque es lo mínimo necesario para continuar en este camino.

Este #8M es imprescindible tomar las calles, gritar, protestar en contra de la represión que vivimos por ser mujeres en este mundo de represión machista y patriarcal. Por la digna rebeldía y la resistencia, es de todas nosotras.