Y es que llevan años diciendo que combaten, que luchan contra la corrupción y la impunidad, ese grupo de intelectuales, empresarios, psudodefensores de derechos humanos, entre otros que se autoproclaman «la sociedad civil» y tuvieron a bien conformar una distinguida asociación que ahora conocemos como «mexicanos a favor de la corrupción».
¡Qué escándalo con doña Amparo! ¿No era ella quien abanderaba la asociación más ética y transparente del país?
Claro, es la presidenta de la asociación de Claudio X. González «Mexicanos vs la corrupción y la impunidad», cuánta osadía y doble moral de esta gente.
Qué grande la careta que se cayó el viernes tres de mayo y continúo en descenso el lunes seis, con información oficial del gobierno de México en voz de Octavio Romero Oropeza director general de la paraestatal PEMEX, se informó en la mañanera desde palacio nacional sobre el caso de corrupción que se generó a partir de la muerte de el ex esposo de la señora Amparo Casar, asunto al que se dio trato de accidente y en realidad fue un suicidio; esto para cobrar una millonaria pensión vitalicia excesiva y onerosa para la familia del difunto quien se quitó la vida el 7 de octubre de 2004 y ese mismo mes la viuda cobró la pensión correspondiente a octubre por 95,774 pesos, monto al que se le suman otros conceptos dando un total de 120 mil pesos mensuales los que la viuda cobra mensualmente, según documentos que obtuvo la revista Contralínea hasta el gas y canasta básica les costearon a los deudos; el fraude al erario supera ya los 48 MDP.
¿No qué muy anticorrupción y pro transparencia?
Ahora, que esta información tan relevante está al descubierto, por supuesto a nombre de la transparencia y la verdad, a esos los que defendían a capa y espada al INAI ya no les gustó.
Esos que llevan todo el sexenio atacando al gobierno e incluso a la familia del presidente de la república por supuestos casos de corrupción, que jamás han podido demostrar o brindar pruebas, están exhibidos de pies a cabeza lucrando con la tragedia de su propia familia.
Así son conservadores, unos hipócritas estafadores de lo público, saqueadores del pueblo, por eso están furiosos, porque ya no pueden exprimir al erario a su gusto como lo hicieron por décadas.
¡Qué viva la transparencia! ¿O ya no?