La propuesta de la presidenta Claudia Sheinbaum para construir *3,000 kilómetros de nuevas vías ferroviarias* marca un hecho histórico en México. Es un plan ambicioso que busca mejorar la conectividad entre las regiones, sino también revitalizar un sector que ha sufrido décadas de abandono y obsolescencia, especialmente durante el periodo neoliberal, que fue desmembrado y privatizado.
Desde los 80s fue visible la reducción drástica del servicio de trenes de pasajeros, ya que las empresas privadas se enfocaron en el transporte de carga, más rentable. Esto dejó a muchas regiones sin un medio de transporte accesible y eficiente, contribuyendo al aislamiento y al estancamiento económico de diversas áreas.
La construcción de *3,000 kilómetros de nuevas vías* no solo mejorará la conectividad entre ciudades y estados, sino que también fomentará el desarrollo económico y la sostenibilidad.
Es probable que la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) se encargue del derecho de vía, implementando un plan interinstitucional que asegure la coordinación y eficiencia en la ejecución de estos proyectos. Sin embargo, no podemos ignorar el papel crucial que ha jugado el ejército en los últimos años. Bajo la administración del expresidente López Obrador, el ejército no solo demostró eficiencia en la planeación, sino también en la construcción y operación de proyectos estratégicos como el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) y el Tren Maya.
La combinación de una visión clara y una ejecución eficiente promete un futuro brillante para el transporte ferroviario en México. La revitalización de este sector no solo mejorará la movilidad y reducirá los costos logísticos, sino que también contribuirá a la sostenibilidad ambiental al disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero. En resumen, la revolución ferroviaria propuesta por Claudia Sheinbaum es un paso audaz hacia un México más conectado, próspero y sostenible.