El fin de semana pasado detuvieron en Francia al creador de la plataforma de red social Telegram, Pável Dúrov; siendo el primer empresario de una red social a nivel mundial en ser aprehendido por la justicia. La razón detrás de la detención del empresario de nacimiento ruso, y también nacionalizado francés, se debe a que éste se negó a cooperar con las autoridades francesas en diversas investigaciones policiales, por lo que la justicia emitió una orden de aprehensión por considerar a Dúrov y a Telegram partícipe en doce delitos que van desde el blanqueamiento de crimen hasta la complicidad en la difusión de contenido pedófilo.
El día de hoy, miércoles 28 de agosto del 2024, Pável Dúrov fue imputado y liberado por la justicia francesa después de haber sido condenado a pagar una multa de 5 millones de euros, así como también con la prohibición de poder salir de Francia. Mientras que, el gobierno del presidente Macron ha sufrido una debacle diplomática y de relaciones públicas, con gobiernos como el de Emiratos Árabes y Rusia interesados en interceder diplomáticamente, así como con pronunciamientos como el de Edward Snowden o Elon Musk.
Hasta este momento resaltan diversas preguntas en este caso: ¿una plataforma de red social o cualquier plataforma digital es responsable del contenido que en ella habita, se distribuye y disemina o sólo es el caso de Telegram? ¿Por qué sólo Telegram y Pável Dúrov? ¿Qué motivaciones político-económicas tiene todo esto? ¿Cómo afectará el caso a Telegram y al ecosistema de plataformas y redes sociales? ¿La libertad de expresión está en riesgo o es un riesgo? ¿Por qué últimamente unos multimillonarios del sector tecnológico se dicen poseedores de lo que es la verdad, la libertad de expresión y lo que es mejor para la sociedad?
Para comenzar, Telegram es una plataforma de mensajería y redes sociales, algo así como la mezcla entre WhatsApp y Facebook, ya que no sólo permite la mensajería, sino que está poblada de grupos que van desde fans de las películas hasta bandas criminales y terroristas, tal como pasa con otras plataformas de redes sociales y sitios en internet como foros. Una de las peculiaridades de la plataforma es que su creador, Pável Dúrov, es un millonario ruso que se decidió exiliar de Rusia debido a que se rehusó a cooperar con las autoridades en casos como el Maidán, lo que aquel entonces le valió el aplauso y reconocimiento de Occidente. Hasta el momento, la plataforma está por alcanzar el billón de usuarios a nivel mundial.
Debido a su construcción, decisión de sus creadores, Pável Dúrov y su hermano Nicolái Dúrov, Telegram es más difícil de censurar, aunque no imposible; por su tamaño y relevancia, la plataforma se ha enfrentado a la regulación de la Unión Europea así como lo han hecho X, Meta o Google, aunque cabe añadir que su acción de censura ha sido bastante más específica y limitada, tal como en el caso de la pornografía infantil. Esto se suma al hecho que el uso de Telegram ha sido relevante en los movimientos de insurrección en África, lo que es totalmente contrario a los intereses geopolíticos de Francia.
Y hablando de geopolítica, el rol de Telegram también ha sido relevante en casos como el del conflicto Rusia-Ucrania, así como en el genocidio que está cometiendo Israel en contra de Palestina a raíz del atentado cometido por Hamas el 07 de octubre de 2023. En ambos conflictos la plataforma ha fungido como un canal de información importante a la hora de reportar, hacer labor de propaganda y en la conformación y coordinación de grupos. Y hablando de grupos, Telegram también ha sido relevante en la creación y coordinación de grupos supremacistas blancos en Estados Unidos, así como en grupos de liberación como en África.
Tal como es posible observar, el rol de Telegram como canal de información y medio de comunicación tiene implicaciones político-sociales que atentan con intereses de gobiernos alrededor del mundo, no sólo con el de Francia; sin embargo, la motivación parece ser particular, ya que de lo contrario Estados Unidos vetaría a la aplicación de sus empresas, varias de las cuales ofrecen sus servicios a Telegram. Entonces, ¿Qué querrá Emmanuel Macron de Pável Dúrov y qué puede ganar en una negociación con Duróv? ¿Los beneficios anteriores exceden las pérdidas en imagen internacional o es acaso que Francia está virando a un enfoque más duro a la hora de regular a las empresas de tecnología?
Y si bien esto no tendrá gran impacto en el funcionamiento de Telegram, de la cual hasta aumentaron sus descargas, el caso es una llamada de atención de lo que parece ser una actitud más rígida frente a las empresas de tecnología, especialmente si éstas se rehúsan a cooperar con intereses políticos y geopolíticos.
Por otro lado, llama la atención de la actitud de Dúrov, el cual parece ser un personaje salido de los confines de Silicon Valley, el cual encaja con la visión política de personas como Musk y otros empresarios de las redes sociales, los cuales se creen defensores de la libertad de expresión por sobre cualquier otro derecho.
En este punto cabe señalar que estos empresarios absolutistas de la libertad de expresión se benefician de productos irresponsables que conllevan implicaciones éticas y morales, ya sea en su estructura o funcionamiento. Y es que esta falta de responsabilidad por un producto es bastante frecuente en mercados digitales, en donde la fusión entre virtual y físico, masivo e hiper personalizado, privado e hiper vigilado desdibujan ciertos límites que pueden ser útiles para fincar responsabilidades.
Por tanto, puede que estos empresarios no defienden un ideal como la libertad de expresión, sino que quieren mantenerse alejados de toda responsabilidad social y legal por sus productos, aun cuando se demuestre la nefasta influencia que pueden ejercer. Además, cabe preguntarnos el porqué unos cuantos empresarios híper individualistas que se creen más allá de fuerzas como el Estado, las instituciones o las regulaciones pueden imponer su visión con sus productos que fungen de facto como un servicio público.
Lo anterior entra en conflicto en un escenario político internacional en donde la guerra de la información, resultado del proceso de transición de poder entre Occidente y Oriente, ha normalizado la censura y la búsqueda de orden; por lo que es probable que se encuentren puntos de negociación, tal como pasó con Elon Musk, el cual, pese a cómo se vende públicamente, ha cedido a la censura, sólo que, de manera más sutil, sobre todo si esto beneficia a los intereses políticos de Musk.
¿Estamos ante una nueva era de orden? ¿Cómo serán los conflictos de poder entre las empresas, los empresarios y los gobiernos? ¿Qué gobiernos pueden influir sobre el mundo digital y las empresas?¿Qué relación tiene todo esto con la guerra de la información a nivel mundial?