• SPR Informa
  • SPR Informa
  • SPR Informa
  • SPR Informa
  • SPR Informa
  • https://www.sprinforma.mx/noticia/saliendo-del-laberinto-del-amor
  • 27 Jun 2022
  • 19:06
  • SPR Informa 6 min

Saliendo del laberinto del amor

Saliendo del laberinto del amor

Por Anaís Pereda .

Lo escucho cada vez más seguido, platicando con mis amigos, en la oficina y en murmullos de conversaciones ajenas: “Tener una relación es cada día más complicado”. “Love is in the air”, dice la canción de John Paul Young, y sí, lo está, pero no como esa imagen idílica de los que crecimos viendo “La Sirenita”, “Mujer Bonita” y “Diario de una pasión'', sino como el principal causante de problemas psicosociales y emocionales. Somos una generación profundamente engañada mediáticamente y considerablemente dañada afectivamente. 

La idea del amor romántico, alimentada durante años por programas de televisión, películas, canciones y, básicamente, por la cultura popular, nos ha llevado a creer que el objetivo último de la existencia humana es la búsqueda de ese vínculo mágico y pasional. Así, desde temprana edad, emprendemos la búsqueda incesante de aquella persona que complemente nuestro ser, esa “alma gemela”. Alexa, pon “Media naranja” de Fey”. 

En tiempos recientes la cacería de ese “felices por siempre” ha conseguido un nuevo compinche: las aplicaciones de citas. Envueltas en el manto que las vende como el mejor lugar para encontrar pareja, se han convertido en la herramienta favorita para concretar una cita. De acuerdo con Statista, tan sólo el mes pasado, en México la aplicación de Tinder tuvo más de 299 mil descargas.   

Siendo sincera, nunca he usado una aplicación de citas - he aquí una virgen de las dating apps- pero después de las numerosas conversaciones que he tenido en torno a ellas, no ha surgido en mí un ferviente deseo por usarlas. Que si Bumble es mejor porque las mujeres tienen más control, que si al especificar en Tinder tus intenciones se corre menos riesgo de encontrarse con patanes, que si The League tiene una comunidad más exclusiva, etc.  Me aturden la serie de recomendaciones encaminadas a facilitar la caza de ese unicornio llamado “amor”. 

Si hablamos de amor, hay que decir que éste se remonta en la historia, a la historia de la humanidad. El amor es esa invención, ese imperativo humano que está en el origen mismo de la sociedad y de lo humano, de la vida humana, y que solo es posible en el encuentro del otro, con quien se entablan vínculos afectivos. 

Siendo la historia del amor tan antigua, es normal que a lo largo de los años haya existido una gran variedad de tipos de amor, una gran diversidad de formas de buscarlo, pensarlo, actuarlo y sentirlo, que han ido en concordancia con las diferentes formulaciones y propuestas culturales. Actualmente dos de estas formulaciones conviven en nuestra psique colectiva, ocasionándonos más de un dolor de cabeza: el amor romántico, del que ya hablamos,  y el amor líquido.

El primero que tiene como punto de partida la idea de fusión, implica en el mejor de los casos complementariedad, sin embargo en la mayoría de los casos  se convierte en relaciones de sumisión y subordinación. Esta lógica de la fusión entre dos sujetos conlleva también la idea de lo predestinado,  de la exclusividad, la fidelidad, la creencia de que “el amor lo puede todo”  y que puede y debe perdurar a como dé lugar. ¡Qué miedo! ¿no? 

La segunda propuesta se construye sobre la idea de lo líquido, de lo pasajero,  el tipo de relaciones que se establecen desde esta lógica están caracterizadas por la falta de solidez y  calidez y por ser puntuales, fugaces, superficiales, etéreas y con menor, o mejor aún, nulo compromiso. ¿Les suena familiar? 

Perdidos en el lugar de encuentro entre un amor y el otro se encuentran todos los que, tal vez abusando de la necedad, siguen cazando pareja entre nubes de algoritmos y citas casuales -¿cuántos “vamos por un café” o  “te invito una cerveza” se pueden aguantar antes de llegar al fastidio?-. Atrapados en ese laberinto plagado de desencuentros y desengaños, empiezan a ganar terreno la fatiga, el hartazgo, la desilusión y la desesperanza, y poco a poco se van dando cuenta de que, en realidad, el laberinto no tiene salida. 

Ahora, quiero aclarar que no estoy diciendo que tener una pareja y, más allá, una buena relación de pareja, sea algo imposible de alcanzar, pero sí me parece importante señalar que las condiciones psicosociales de la actualidad han hecho de esto una tarea bastante complicada. Me parece necesario repensar al amor y repensarnos como sujetos amorosos para poder establecer relaciones más sanas, más reales. 

Darnos cuenta de que no existe ese “beso de amor verdadero” que nos hará despertar y encontrarnos con nuestro amor ideal, y que tampoco la solución es “deslizar a la derecha” hasta el cansancio, debería permitirnos desarrollar nuevas formas de vincularnos. Una relación, ya sea incipiente o estable, es a final cuentas un proyecto, una obra en construcción en la que ambas partes deben aportar para su funcionamiento, su crecimiento y su perduración. 

La búsqueda del amor y la pareja es algo inherente al humano, pero lo importante es dejar de vivirla como una cacería. Que la búsqueda no sea el sentido sino que el sentido oriente la búsqueda. 

En fin, desliza a la derecha si te gustó esta reflexión.