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  • hace 8 horas
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La raza cósmica

La raza cósmica

Por Mónica Muñoz .

Vasconcelos predice que la raza roja, los llamados latinos, y muy específicamente los sudamericanos van a ser una potencial mundial. Él propone que las cuatro razas existentes en el mundo, es decir, roja (latinoamericanos), blancos (anglosajones), negros (africanos), amarillos (mongoles); harán una mezcolanza que permitirá crear una raza nueva, una quinta raza.

El amor será necesario como antídoto de destrucción. A pesar de que la multiplicación de la raza latina está proliferando en todas las latitudes del planeta, no son ellos el poder ni la fuerza, sino la nueva fuerza de trabajo, a veces física, a veces más intelectual.

Sin embargo, para los mexicanos la historia ha sido más dura. La falta de identidad que ha llevado al pueblo mexicano a la inferioridad, viene nada menos que de la derrota de los pueblos Mesoamericanos vencidos por los españoles. Con esta conquista hubo una desunión histórica de nuestro pasado, comenzando porque el lenguaje fue devorado, y gracias al verbo se crea; y ahora creamos con una lengua llena de injurias hacia nuestros conquistadores, sin la más plena identificación, cuando sus triunfos y derrotas debieran ser también los nuestros.

Esta inferioridad se manifiesta como  la indolencia de un adolescente que aborrece a sus padres adoptivos, es decir, nuestros conquistadores, a quienes muchos hacen ofensas y muchos otros, continúan con una idolatría continuada hacia la raza blanca.

Dichas características de inferioridad de la raza no dan pie, en ningún momento, a la creación de este lugar de ensueño con gente tan evolucionada, intelectualmente hablando.

Universópolis, es un universo donde todas las razas se juntan, y Vasconcelos la imagina como un lugar que contará con gente cada vez más bella, cada vez más inteligente, donde “El cruce de sangre será cada vez más espontáneo” , comenta.

Vasconcelos también predice que la raza va a ser lo suficientemente fuerte y lo suficientemente capaz de elegir tanto como por la belleza de la persona, como por su posición económica, creando una raza con una estética que tilda en la perfección.

También propone una “educación generalizada que contribuirá a elevar el nivel económico de los hombres”, ¿será pues esta condición?, que si bien, en muchos países de Europa como en Holanda o en Eslovenia, no tienen hijos si se encuentran en posición económica baja, ¿será ésta la solución anti reproductiva para salir de pobres? Es un buen comienzo,  pero ¿cómo aplicarlo a Latinoamérica?

Vemos que Vasconcelos argumenta, un tanto forzadamente, el recuento histórico del resultado del mestizaje en las razas, como la helénica o la egipcia, y su posible efecto en el “éxito” de civilización. Habría que preguntarse si esas personas que tomaban las decisiones eran los mestizos, la gente pensante, y si en realidad los reyes tenían hijos con el pueblo.

El clima de Universópolis no funciona del todo. Como bien menciona Lemus (1), “cuesta mucho trabajo simpatizar con tal entusiasmo ahora que Bolívar rima con Chávez y el subcontinente nada más no se parece a Universópolis”. En La raza cósmica, el discurso es, como continúa Lemus, mesiánico, pues “intenta dar consuelo a los iberoamericanos prometiéndoles el reino de los cielos”.

Dejando a un lado las inconsistencias históricas del mestizaje, y más allá de que los augurios sean vencidos por la situación actual de Latinoamérica, y más allá de los sueños vasconcelianos de mezcolanza purificada en donde, casi por instinto , por no decir por arte de magia, el humano será capaz de reproducirse solamente si es lo profundamente bello; podemos rescatar la elocuencia con la que habla sobre cómo la voluntad es llevada a cabo por medio de un pensamiento más elevado, que tiene que ver con el espíritu.

Nietzsche, en este mismo sentido ya proponía que “La vida misma es para mi instinto de crecimiento, de duración, de acumulación de fuerzas, de poder: donde falta la voluntad de poder hay decadencia”.

Esa voluntad de la que habla, coincide con la filosofía de Vasconcelos (17), “será menester que antes pongamos en orden al espíritu, depurando las ideas y señalando las orientaciones precisas”, es decir, que exista un espíritu regulador del orden, dirigente de los pensamientos y la voluntad.

Si nos situamos en este punto de la voluntad del hombre, dicha abstracción parece ser más tangible que el mundo en que las razas van a elegirse bellas y sabias, el llamado a la voluntad es “fuerza, la fuerza ciega que corre tras de fines confusos; en el primer periodo la dirige el apetito, que se sirve de ella para todos sus caprichos; prende después su luz la razón , y la voluntad se refrena en el deber…En el Tercer periodo, la voluntad se hace libre, y estalla, … se ensancha en la armonía y asciende en el misterio creador”. Así podemos afirmar que sus etapas para el buen comienzo de la libertad, es un movimiento a consciencia, que le proporcione un sentido, primero atendiendo a las necesidades básicas, a las reglas del hombre como segundo término, y por último a la creación, que dará la belleza.