No son tiempos para tibiezas. A estas alturas de la masacre palestina -en que a principios del presente octubre se cumplieron dolorosamente 2 años del recrudecimiento genocida que comente el estado terrorista¹ de Israel, en complicidad de Estado Unidos (EEUU) y sus empresas de muerte- parece ser que los pueblos del mundo están despertando, dándose cuenta de que se trata de un problema global, de capitalismo mundial y de humanidad. Prueba de ello es un movimiento internacional que se está levantando, son las masivas movilizaciones en diversos países y que cada vez más gente se suma a hacer un consumo responsable, en un movimiento de Boicot Desinversión y Sanción (BDS²) para que con su dinero no se siga financiando a empresas criminales que se enriquecen con la muerte y el saqueo, del genocidio Palestino.
A estas alturas, donde el 95% de Gaza está destruida, con más de 240.000 muertos y heridos, donde la hambruna es usada como arma de destrucción letal, sádica e inevitable, ante la imposibilidad de entrada de alimento, además de medicinas, agua potable, electricidad y servicios básicos para la subsistencia. A estas alturas, en que más de 61,000 niños han sido asesinados o mutilados, más de 10,000 niños en estado de desnutrición y algunos miles más de inanición³. Más de 300 periodistas y casi 2,000 trabajadores de la salud también asesinados. Se encuentran en prisiones israelíes, sin haber cometido delito alguno, en condiciones infrahumanas, torturados y sin juicio, alrededor de 11 mil palestinos, entre ellos niños.
Aunque el autor intelectual del genocidio, el presidente de los EEUU Donald Trump, se haya burlado del pueblo Palestino y de la humanidad en general, con su supuesto “Plan de paz” (que no tiene absolutamente nada de paz, más que la posibilidad de un alto al fuego, incumplido, como ya es la costumbre del presidente del estado de Israel Benjamín Netanyahu) en un afán miserable de, una vez más, querer distorsionar la realidad y manipular la narrativa, en la misma línea de un “premio nobel de la paz” con significado bélico, que su única función es la de un gran show mediático para legitimar el saqueo y la ocupación, en aras de jugosos negocios y proyectos inmobiliarios, mientras las cifras de asesinatos a niñas, niños, mujeres y hombres Palestinos siguen subiendo.
No han dejado ni un solo día de asesinarlos, asediarlos y torturarlos. Sin embargo, no son las cifras recién enlistadas lo que hallamos allí, son las vidas. ¿Cómo se puede asesinar las vidas de cientos de miles, desplazar a millones, masacrar a toda una
población en total impunidad? El sufrimiento desproporcionado, profundamente injusto. La brutalidad sin límites, grotesca. A estas alturas… El daño es irreparable. Una historia de ocupación, colonialismo y genocidio, cuando parecía que el mundo había avanzado en Derechos Humanos, en la creación de organismos internacionales para evitar algo como esto, entonces se nos revela la verdadera cara del imperio con un nivel de cinismo escalofriante.
¿Pero cómo canalizar la impotencia? ¿Estamos verdaderamente juntos mirando hacia el mismo lado? ¿Por qué el mundo no se detiene? Quienes son indiferentes ¿temen? ¿Temen por una libertad que exige acción y responsabilidad? ¿Qué respuestas hay ante la indiferencia? Y entonces, pequeños remolinos se abren desde las trincheras que gritan humanidad, desde el arte, la cultura y sus expresiones.
Como un vórtice que rompe la inercia de la quietud inquietante. Es el caso de la obra Vórtices: a partir de Gaza ¿cómo habitar la tierra? presentada en el teatro Sala Julián Carrillo de Radio UNAM. Última función, próximo jueves 8pm. Entrada libre.
Se trata de una obra necesaria, perentoria e imprescindible en épocas de genocidio. Habla acerca de la apatía, de la quietud lacerante, de lo atomizados que vivimos en épocas de redes sociales, cuestiona la forma en la que nos estamos relacionando con los territorios, y sobre todo, es una denuncia a la indiferencia de nuestra época.
A través de recursos escénicos performáticos, un interesante y provocador video multimedia -a cargo de Cristian Josafat- que te sumerge en un diálogo constante entre el plano real y la escena que se transforma. Una realización sonora sobresaliente, a veces inquietante, -a cargo de Jessica Trejo- lleva de la mano al espectador y no lo suelta para transitar del afuera -el caos y la barbarie- a un adentro -interior fragmentado-, por diversos escenarios y situaciones. No es una historia lineal, es un espacio que propone ser un espejismo que reflexiona sobre la conciencia enajenada, sobre la aparente comodidad en el aislamiento de nuestros pequeños mundos, una apuesta por salir de esa inercia y dejar de ser meros espectadores.
El colonialismo es expansionista y la obra nos recuerda que lo que sucede afuera, en Palestina, todo el tiempo nos atraviesa. ¿Y si fuera México al que estuvieran bombardeando? Algo que se plantea, cuando vemos en multimedia estallar diversos lugares y recintos de la ciudad de México, como el palacio de Bellas Artes.
Así mismo, se trata de una obra hecha por mujeres, mujeres que cuestionan y rescatan la condición de género en los pequeños momentos del sufrimiento palestino, en medio de los bombardeos, el acecho y la muerte. En la escena ellas son: María Alatorre, Nina Heredia, María E. Sandoval. En colaboración creativa de la directora y dramaturga chilena Ana Harcha Cortés. En la asistencia de dirección Rosa Landabur.
Sumud, en árabe, significa resistir. Tiene un significado cultural e ideológico para los palestinos. Sumud, es un acto de resistencia y desafío inquebrantable. “…Insiste en la permanencia en la tierra y en su tierra, así como en diversas formas de afirmar el deseo de querer vivir, y no solo sobrevivir. Sumud es la forma más elevada de confrontación. No es esperar justicia, es construirla, todos los días, desde el suelo”.⁴
Hacer sumud desde todas las trincheras y ocupar los espacios, la flotilla sumud continúa navegando en tierra, la humanidad debe cortar la soga y trabajar por su liberación. Es una provocación para no soltar a Palestina, posicionarse y levantar la voz, la nakba⁵ no ha terminado. Una forma también es, asistir a las actividades que se realizan por la causa palestina.
Cierro esta columna, compartiendo algunas de las palabras, que la relatora de la ONU Francesca Albanese, hace un par de días manifestó a la comunidad internacional: “Actuar” y “apoyar la autodeterminación palestina”. Y añadió: “el sufrimiento es sistemático y deliberado” “…la situación en los territorios palestinos ocupados sigue siendo apocalíptica”. Pide imponer un embargo de armas, suspender el comercio con Israel e investigar y procesar a quienes hayan combatido en el ejército israelí. “Frente a la devastación de Gaza, estamos llamados a elegir la justicia por encima del silencio, la acción por encima de la apatía”.
Palestina ha unido a los pueblos del mundo y hoy estamos ante una colosal oportunidad de organización global. Si no hay justicia para palestina, significa que lo peor está por venir. Si no hay justicia para palestina, no habrá justicia para el mundo.
Defender Palestina, es defender la humanidad.
¹ “Terrorismo: Empleo de la violencia y el terror sobre una colectividad, como forma de lucha política.” RAE: https://www.rae.es/diccionario-estudiante/terrorismo
² https://bdsmovement.net/Guide-to-BDS-Boycott
³ Reciente informe de la Organización de Naciones Unidas: https://news.un.org/es/
⁴ Cita de Ghassan Kanafani, en fragmento de la obra Vórtices, que se presenta los jueves de octubre en la sala Julián Carrillo de Radio UNAM.
⁵ Nakba, en árabe, significa catástrofe. Utilizada para nombrar la catástrofe palestina, limpieza étnica, desplazamiento forzado permanente y destrucción de su patria entre 1947 y 1948.