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  • 13 Aug 2024
  • 10:08
  • SPR Informa 6 min

La influencia histórica de los países socialistas al deporte internacional

La influencia histórica de los países socialistas al deporte internacional

Por Erick Calderón .

La reciente conclusión de los Juegos Olímpicos de París 2024 ha dejado claro, una vez más, que la competencia en el escenario deportivo mundial no solo se mide en términos de habilidad y dedicación de los atletas, sino también en la capacidad de las naciones para movilizar recursos, crear infraestructura, oportunidades y políticas en torno al deporte. En esta ocasión, Estados Unidos se coronó como el país con más medallas, pero la victoria estuvo bastante cerca de ser arrebatada por China, una potencia deportiva mundial indiscutible en las últimas décadas.

No obstante, a lo largo del tiempo, estos niveles de éxito no han sido únicamente de una nación, ya que a lo largo de la historia, los países que han adoptado sistemas socialistas han demostrado una notable capacidad para sobresalir en el ámbito deportivo internacional. Es ampliamente conocido que durante la Guerra Fría, la Unión Soviética solía dominar el medallero olímpico, mientras que también utilizaba el deporte como una herramienta clave para proyectar la fortaleza de su ideología. Este patrón ha continuado en naciones como China y Cuba, donde el deporte se ha convertido en un reflejo del poder estatal y de la capacidad para organizar y dirigir recursos de manera efectiva hacia la promoción de estas actividades.

China, conocido por ser un país bajo un régimen socialista con características propias, ha seguido una trayectoria similar. Desde su reintegración al Comité Olímpico Internacional en 1979, la nación asiática ha escalado rápidamente en el medallero, consolidando su posición como una de las mayores potencias deportivas del mundo. Esto no es casualidad, sino el resultado de un sistema que prioriza la identificación y el desarrollo de talentos desde edades tempranas, apoyado por una infraestructura deportiva de vanguardia y una inversión estatal masiva.

Además de los casos emblemáticos de la Unión Soviética, China y Cuba, otras naciones socialistas han dejado una huella significativa en los Juegos Olímpicos. La República Democrática Alemana (RDA), por ejemplo, se convirtió en una de las mayores potencias deportivas del mundo durante las décadas de 1970 y 1980. Con un sistema deportivo altamente centralizado y apoyado por una intensa inversión estatal, la RDA sobresalió en disciplinas como el atletismo, la natación y el ciclismo. En los Juegos Olímpicos de Moscú 1980, la RDA logró un impresionante segundo lugar en el medallero, con 126 medallas, de las cuales 47 fueron de oro. Este rendimiento, aunque en gran medida manchado por la historia de dopaje sistemático, no dejó duda de la capacidad de un estado socialista para producir atletas de élite en masa.

Otro ejemplo destacado es Yugoslavia, un país que, a pesar de su compleja estructura política, encontró en el deporte una vía para unificar a sus diversas repúblicas. Yugoslavia se distinguió especialmente en deportes de equipo, como el baloncesto y el waterpolo. En los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, su equipo de baloncesto masculino alcanzó la medalla de bronce, y en Seúl 1988, se coronaron con la plata, solidificando su reputación como una potencia en este deporte normalmente dominado de manera abrumadora por Estados Unidos. 

Asimismo, países como Corea del Norte y Hungría, aunque menos prominentes en el escenario global, han demostrado que incluso naciones más pequeñas y aisladas pueden sobresalir en disciplinas específicas, como el levantamiento de pesas, la lucha, y la esgrima, utilizando un enfoque centralizado y dirigido por el estado.

En este contexto, quizás el caso más intrigante es el de Cuba, un país pequeño y marginado en el escenario internacional, que ha logrado obtener más medallas olímpicas que naciones latinoamericanas con poblaciones mucho mayores, como Brasil, México, Colombia o Argentina. A pesar de las dificultades económicas, el embargo y el aislamiento, Cuba ha mantenido una producción constante de atletas de élite, especialmente en deportes como el boxeo, la lucha y el atletismo. Este éxito no puede separarse del modelo socialista cubano y de su desempeño histórico, que, a pesar de sus muchos desafíos, ha priorizado la educación física y el deporte como herramientas de desarrollo social y cultural con una perspectiva nacionalista.

El vínculo entre el socialismo y el éxito deportivo parece ser más que anecdótico. La centralización y el control estatal permiten la implementación de programas deportivos nacionales ambiciosos y sostenidos, algo que en otros sistemas relacionados al liberalismo económico, con sus enfoques más descentralizados, a menudo no pueden replicar con la misma efectividad. Sin embargo, este enfoque también puede ser criticado por sus costos sociales y humanos, como la presión extrema sobre los atletas y la falta de libertad personal.

Por otra parte,  vale la pena preguntarse si el socialismo es tan eficiente, ¿cómo explicamos entonces la sobresaliente actuación de países económicamente desarrollados como Estados Unidos? Su éxito en los Juegos Olímpicos es evidente, a pesar de tener sistemas descentralizados para apoyar a sus deportistas. Esta idea puede parecer contradictoria cuando se compara con los éxitos de los países socialistas, que suelen tener un enfoque centralizado. Sin embargo, en realidad este fenómeno se explica por una combinación de factores que incluyen tanto el apoyo estatal como la estructura capitalista única de estos países.

En países como Estados Unidos y otros de Europa, aunque el sistema de apoyo a los atletas es más descentralizado, lo cierto es que el estado sigue desempeñando un papel bastante significativo, pero lo hace de una manera más indirecta. El gobierno federal y los gobiernos estatales invierten en infraestructura deportiva, programas de educación física en escuelas, y en becas universitarias que permiten a los atletas jóvenes desarrollarse en instituciones de élite. Además, existen incentivos fiscales para empresas que patrocinan deportes y organizaciones que apoyan el deporte amateur, creando un ecosistema donde el apoyo a los atletas proviene tanto del sector público como del privado.

Por otro lado, se debe tomar en cuenta que la estructura de países desarrollados, fomenta la competitividad y la inversión privada en el deporte. Las grandes corporaciones y marcas deportivas invierten en la formación de atletas y en la promoción de eventos deportivos, lo que les proporciona recursos y exposición que no podrían obtener exclusivamente a través de fondos públicos. Este apoyo, junto con una cultura que valora el éxito individual y el logro, crea un entorno donde los atletas de élite pueden prosperar. 

En Latinoamérica, en cambio, el déficit en el rendimiento deportivo internacional puede atribuirse a una combinación de factores que incluyen la falta de inversión sostenida, la corrupción endémica, y una cultura que, en muchos casos, no prioriza el deporte como una herramienta clave de desarrollo social y nacional.

A diferencia de los países desarrollados y de aquellos con regímenes socialistas, en gran parte de la región no existe un sistema robusto ni centralizado ni descentralizado que apoye el desarrollo de atletas en un sentido integral y desde una edad temprana. La corrupción desvía recursos que deberían destinarse a infraestructura y programas deportivos, mientras que la inversión privada es limitada debido a un entorno inestable en estos temas.

Asimismo, en muchos países latinoamericanos, el deporte no es visto, en los hechos, como una vía de prestigio o progreso social, lo que reduce su relevancia en la agenda pública. Para revertir esta tendencia, es crucial que en México y en Latinoamérica en general (salvo por el caso cubano antes mencionado) se aprenda de las estrategias exitosas tanto de los países socialistas, que han utilizado el deporte como una herramienta de cohesión y poder estatal, como de las naciones capitalistas desarrolladas, donde, la cultura y la colaboración entre el sector público y privado han demostrado ser una fórmula bastente efectiva para el éxito deportivo.