Por Naldy Rodríguez
https://www.sprinforma.mx/noticia/el-peligro-de-las-compras
6 min Transparencia 3.0
Desde que tuvimos la emergencia mundial por el COVID 19 me hice asidua, por no decir fiel o devota, de las compras en línea. Ropa, zapatos, accesorios, pero sobre todo la despensa básica para la semana.
Me resulta más práctico, pues compro realmente lo que necesito y me permite comparar precios antes de agregar los productos a la canasta digital; pero sobre todo, puedo mantener distancia del ajetreo social.
Las tiendas físicas con largas filas, compradores arremolinados en las ofertas o seleccionando las mejores prendas o alimentos, me provocan ganas de salir corriendo a un lugar apartado.
Sin embargo y de forma inevitable, tuve que hacer compras físicas en diferentes tiendas de ropa. Mi primera sorpresa fue que ya no quieren imprimir tickets (te aseguran que no tienen papel, aunque ahí esté el rollo); la segunda, que te piden tu número telefónico para mandar el recibo y poder concluir la compra.
Lo primero que pensé cuando me pidió mi número de teléfono fue: “invítame un café antes…”; Es broma (por supuesto), pero no acostumbro a darle a un desconocido mi celular, menos en una tienda de ropa.
La otra sorpresa es que la generación de jóvenes, que consumen ya sea con recursos propios o de sus madres y padres, ven con gran normalidad dar su número telefónico o algún otro dato personal al realizar sus compras, como en Internet, donde van dejando su historial y huella digital.
Por supuesto, ninguna de las tiendas que visité contaba con un Aviso de Privacidad visible, ese instrumento que permite a los usuarios conocer el tratamiento que se hará de sus datos personales, ya sean empresas o instituciones públicas, así como dónde ejercer sus derechos de Acceso, Rectificación, Cancelación u Oposición (ARCO) a sus datos personales.
En México tenemos un amplio marco jurídico que señala la obligación de las autoridades y empresas para cumplir con los principios en materia de datos personales y uno de los más importantes es el de información, es decir, todos tenemos derecho a saber cómo y para qué se utilizarán nuestros datos personales (por ejemplo: el número telefónico que referí líneas arriba o no puedes comprar), los alcances y condiciones generales del tratamiento, lo que sirve para tomar decisiones informadas sobre su uso y, en consecuencia, mantener el control y disposición de estos.
En nuestras actividades cotidianas también debemos salvaguardar nuestra privacidad, en lugar de normalizar la entrega de nuestros datos personales a empresas, prestadores de servicio o instituciones públicas. Es un bien valioso que vale la pena defender, de lo contrario puede traer consecuencias graves.
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