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  • 07 Mar 2025
  • 14:03
  • SPR Informa 6 min

El desafío de Claudia Sheinbaum ante un Trump desatado

El desafío de Claudia Sheinbaum ante un Trump desatado

Por Helios Ruiz .

La política es un tablero en constante cambio, y la relación entre México y Estados Unidos nunca ha sido una partida fácil. Con el regreso de Donald Trump a la escena política estadounidense, su discurso más agresivo y polarizador que nunca, y una nueva administración en México encabezada por Claudia Sheinbaum, el reto se ha vuelto aún más complejo.

El reciente discurso de Trump no solo fue el más largo de su tipo, sino también una muestra de cómo su estilo ha evolucionado – o, mejor dicho, se ha desbordado. Si en 2017 su tono era más institucional y buscaba enviar mensajes de unidad, hoy es una versión mucho más radicalizada de sí mismo. Se ha liberado de cualquier restricción y ahora actúa con la grandilocuencia de quien se ve a sí mismo como el líder más importante de la historia. Y, en este escenario, México vuelve a ser su blanco favorito.

Para Sheinbaum, la situación es distinta a la que enfrentó su predecesor. López Obrador tuvo que lidiar con un Trump en su primer mandato, aún sujeto a ciertos equilibrios políticos. Ahora, el presidente republicano está de regreso sin frenos ni contenciones, desde la Casa Blanca con un discurso de confrontación que, en más de una ocasión, ha puesto a México en el centro de su retórica.

Frente a esta nueva realidad, Claudia Sheinbaum ha optado por una estrategia de contención. A diferencia de otros líderes, ha evitado entrar en un choque frontal y ha mantenido una postura más prudente e inteligente. Ha reconocido la necesidad de tomar acciones en temas clave como el tráfico de fentanilo, la migración y la relación con China, y hasta ahora ha logrado esquivar las presiones más directas de Trump.

Sin embargo, la pregunta sigue en el aire: ¿hasta cuándo funcionará esta estrategia? Trump no es un negociador convencional. Su estilo es depredador, busca imponer su voluntad sin concesiones y no le preocupa dinamitar relaciones si con ello logra proyectar una imagen de poder. Su verdadera apuesta no es solo presionar a México, sino mover los mercados, influir en la inflación y generar la percepción de que su liderazgo es indispensable.

En este contexto, Sheinbaum enfrenta un doble desafío. Por un lado, mantener la estabilidad de la relación con Estados Unidos sin ceder en cuestiones fundamentales para la soberanía de México. Por otro, contener a las facciones más radicales dentro de su propio movimiento, que ven con buenos ojos una postura de confrontación y que no dudarían en empujar una narrativa más nacionalista.

Uno de los momentos clave en este escenario será la concentración convocada en México, donde la presidenta será la única oradora. Aunque se espera que su discurso sea mesurado y cuidadoso, la verdadera prueba estará en la reacción de su base política. Morena es un movimiento diverso, con corrientes internas que no siempre son fáciles de controlar. Si bien Sheinbaum ha demostrado habilidad para mantener el orden dentro de su partido, las manifestaciones pueden ser impredecibles.

Un desliz, una provocación o una reacción desbordada podrían generar una respuesta inmediata en Estados Unidos, donde la derecha trumpista y los medios conservadores están atentos a cualquier señal que puedan utilizar para alimentar su discurso contra México. En este sentido, la presidenta tiene que jugar con precisión quirúrgica: enviar un mensaje firme, sin dar motivos para una escalada de tensión.

Más allá de la política interna, el gran tema de fondo sigue siendo el futuro del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Dentro de las filas de Morena, hay voces que cuestionan los beneficios del tratado y plantean que México debería reducir su dependencia económica de Estados Unidos. Si bien este debate tiene sentido en términos estratégicos a largo plazo, en el corto plazo una ruptura del T-MEC sería un golpe devastador para la economía mexicana.

Sheinbaum lo sabe. Hasta ahora, su postura ha sido evitar cualquier declaración que ponga en riesgo la relación comercial. Ha logrado mantener el tema de los aranceles en un compás de espera, pero con este nuevo Trump la amenaza sigue latente. En cualquier momento, el presidente podría utilizar el comercio como arma política, presionando a México con medidas proteccionistas para demostrar su "mano dura".

Lo que está en juego no es solo la relación con Trump, sino la estabilidad de México en un contexto global cada vez más incierto. La escalada de tensiones entre Estados Unidos y China añade un nuevo factor de volatilidad, y México no puede permitirse quedar atrapado en medio de una guerra comercial entre las dos potencias.

Sheinbaum ha logrado, hasta ahora, manejar la situación con prudencia. Pero la verdadera prueba aún está por venir. Con Trump radicalizándose cada vez más y con sectores dentro de Morena empujando en distintas direcciones, los próximos meses serán clave para definir el rumbo de la relación entre ambos países.

El reto será enorme: mantener el equilibrio entre una política exterior firme, una base política cohesionada y una estrategia económica que garantice estabilidad. México no puede darse el lujo de entrar en una guerra de declaraciones con Trump, pero tampoco puede quedarse en una posición pasiva ante las amenazas que se avecinan.

En este ajedrez político, cada movimiento cuenta. Y en este momento, la partida apenas comienza.