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  • 29 Apr 2024
  • 18:04
  • SPR Informa 6 min

Ecuador y la diplomacia narcisista de Noboa

Ecuador y la diplomacia narcisista de Noboa

Por Erick Calderón .

Durante siglos, la diplomacia ha sido fundamental para resolver conflictos de gran complejidad y promover la cooperación entre naciones. Sin embargo, en ciertas ocasiones nos enfrentamos a lo que pareciera ser algo así como un; 'narcisismo diplomático', una dinámica en la que los líderes políticos quedan atrapados, distorsionando la realidad y negándose sistemáticamente a reconocer errores, lo que impide cualquier posibilidad de hacer una autocrítica y resolver los problemas.

Un ejemplo reciente y lamentable de esto se encuentra en la respuesta del presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, frente al escándalo desatado por la intrusión en la embajada mexicana en Quito, donde quizá, el reconocer la gravedad del incidente, pedir disculpas al pueblo de México y buscar restablecer el diálogo, hubiera sido lo más racional.

No obstante, el presidente Noboa a lo largo de este incidente, ha adoptado una postura de frivolidad y arrogancia. Sus declaraciones públicas, incluyendo su afirmación de 'no arrepentirse' por la invasión de la embajada, ejemplifican esta actitud narcisista, donde la imagen propia ha estado por encima del bienestar en las relaciones bilaterales y la estabilidad regional.

En este contexto, y en seguimiento a este reciente escándalo diplomático entre Ecuador y México, donde la intrusión del gobierno ecuatoriano en la embajada mexicana llevó a la suspensión de relaciones diplomáticas, vemos un nuevo giro con la demanda de Ecuador ante la Corte Internacional de Justicia.

Asimismo, existe una situación irónica que radica en la discrepancia entre la respuesta inicial de Ecuador y el curso de acción diplomática que hubiera sido más congruente con sus objeciones al asilo otorgado a Jorge Glas, donde en lugar de optar por la invasión de la embajada,  y desencadenar una crisis diplomática, lo apropiado habría sido recurrir desde el principio a los mecanismos legales internacionales, basando sus objeciones en el derecho internacional. Sin embargo, esta alternativa se exploró tan absurdamente tarde, que hasta pareciera que se trata de una broma de mal gusto.

En ese sentido, si Ecuador consideraba que el asilo político concedido a Glas por parte de México era ilegal o injustificado, siempre tuvo a su disposición el recurso de acudir a la Corte Internacional de Justicia y presentar una demanda formal. ¿Por qué esperar hasta ahora para hacerlo? Solo hay dos posibles respuestas: o bien por ignorancia de los procedimientos legales internacionales, o por cinismo en su manejo del conflicto, ya que esta vía habría permitido resolver dentro del marco del derecho internacional y con el debido respeto a las normas diplomáticas establecidas, sin necesidad de llegar a este punto de crisis.

Del mismo modo, la postura actual del gobierno ecuatoriano en esta polémica refuerza la teoría del cinismo, ya que al negarse a reconocer sus errores y mostrarse como víctima y no asumir responsabilidad por sus acciones, adopta una posición hipócrita y manipuladora.

Esta estrategia no solo busca desviar la atención de su propia falta de escrúpulos, sino que también intenta ganar simpatía y justificar sus acciones bajo la apariencia de defender su soberanía, aunque la realidad es que esta posición solo termina por socavar aún más la credibilidad del gobierno ecuatoriano y debilitar su posición en el ámbito internacional.

Por otra parte, la demanda actual de Ecuador se centra en el presunto otorgamiento ilegal de asilo político por parte de México al exvicepresidente ecuatoriano Jorge Glas, quien enfrenta acusaciones de corrupción en varios casos. Por ello que resulta notable la doble ironía de esta situación: por un lado, Ecuador, tras haber invadido violentamente la embajada mexicana, ahora busca reparación por una acción que considera una violación de su soberanía, cuando fueron ellos quienes violaron la soberanía de un país en primer lugar. Es literal un caso donde el victimario está demandando a la víctima. Por otro lado, se presenta la paradoja de que Ecuador, que ha otorgado asilo a otros individuos controvertidos como Julian Assange, ahora busca justicia por un caso similar.

El caso particular de Assange nos recuerda la importancia de reconocer que el asilo político se otorga en un contexto en el cual los países que persiguen al individuo lo consideran criminal. Ecuador cuenta con experiencia en este aspecto, como lo evidenció en la embajada ecuatoriana en Londres.

Además, es inusual o poco común que un país demande a otro por otorgar asilo político, dado que esta práctica está enraizada en los principios de protección y solidaridad internacional hacia individuos perseguidos por motivos políticos, por lo que resulta como una demanda casi contraintuitiva.

Por lo tanto esta situación sugiere más bien un intento de obtener algún beneficio mediático o político, en lugar de buscar una solución diplomática genuina. La falta de comprensión de estas normas y prácticas internacionales son evidentes y la inexperiencia diplomática de Ecuador en este contexto puede contribuir a una interpretación errónea de los procedimientos legales internacionales y a una estrategia carente de fundamento jurídico sólido que no les llevará a ningún lado en realidad.

Lo único positivo de esta denuncia es que Ecuador optó finalmente por mostrar decoro y acudir a una instancia legal en lugar de recurrir nuevamente a la violencia, por lo que se espera que esta situación sirva de ejemplo de la necesidad imperante de contar con normas y un diálogo constructivo entre las naciones para resolver conflictos diplomáticos y legales de manera pacífica y justa, una noción que lamentablemente Ecuador no tomó en cuenta hasta ahora.

Actualmente es crucial que ambos países trabajen hacia una solución que respete los derechos y la soberanía de cada uno, priorizando el beneficio de sus ciudadanos y el bienestar regional a largo plazo, pero lo cierto es que se ve que está situación no se resolverá en el corto ni el mediano plazo.