Estamos a unos días que termine el mandato del presidente Andrés Manuel López Obrador, una administración que marca un antes y un después en la historia de México, sobre todo, en el cómo gobernar para combatir la pobreza y la desigualdad.
Pero una minoría, esa que por años se enquistó en el Ejecutivo y que hoy es una oposición raquítica, se ha encargado de tachar el plan de gobierno de López Obrador.
Lo cierto es que la visión de Andrés Manuel, desde antes que fuera presidente, era muy clara: políticas y acciones encaminadas a atender a la población más necesitada.
Luego de varios intentos, en 2018 pudo echar a andar su plan de gobierno que, seis años después, es reconocido por el Banco Mundial por sacar de la pobreza a 9.5 millones de mexicanos, “una cifra que no tiene precedente en un sexenio”.
Aunque el panorama se veía difícil por la pandemia de Covid-19, en su reporte, el Banco Mundial explicó que lo anterior se logró porque mejoraron los ingresos de los trabajadores y aumentó el número de personas empleadas; además, el aumento del salario mínimo como nunca.
Será el próximo 1 de octubre cuando la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ponga en marcha su proyecto de nación 2024-2030 y de continuidad a esas políticas públicas que cambiaron la forma de gobernar.
El rechazo visceral continuará al proyecto señalado como “populista” por parte de los opositores que jamás reconocerán el avance y resultados obtenidos en materia de bienestar social.
Reconocer –la oposición– logros de la Cuarta Transformación, es dar la razón que el PAN no supo gobernar y el PRI perdió la brújula; por eso, denostar, es el papel que juega y seguirá jugando la oposición en estos seis años con la intención fallida de buscar la presidencia en 2030 a través de una narrativa perversa.