El #YoSoy132, a diez años de su nacimiento, está instalado en el imaginario colectivo, como el movimiento estudiantil mexicano más grande de las últimas cinco décadas, desde 1968; yo considero que así es, por la masificación de estudiantes de todo tipo que participamos activamente.
Han proseguido otras movilizaciones ciudadanas, y organizaciones, en que me consta que un grupo muy nutrido de sus actores lo fueron también del #YoSoy132. Ello ya podría ser una prueba plena de su vigencia y trascendencia, al ratificar la formación y ensanchamiento de cuadros críticos en la lucha por derechos ciudadanos. No obstante, pienso importante -y me parece que estamos a tiempo- que debe reunirse la evidencia documental del movimiento, mucha de ella dispersa entre los testigos directos de esa primavera mexicana, -como también se le apodó-, y dejarla al acceso abierto de quien quiera y pueda estudiarla (investigadores sociales, historiadores, estudiantes, activistas, documentalistas, periodistas, etcétera).
Me sorprende la ausencia de un memorial físico y digital de acceso público a tod@ interesad@. Solo conozco de la existencia de 2 libros en todo este tiempo: “#YoSoy132 Voces del movimiento” coordinado por Gloria Muñoz Ramírez y publicado por Desinformémonos, y “MOVIMIENTO #YoSoy132. De la rebeldía electoral a la dispersión social” del Dr. Pedro José Peñaloza, publicado por el Posgrado en Derecho de la UNAM; el primero se compone de algunos testimonios y el segundo de hemerografía. Seguramente existe mayor evidencia documental publicada, pero que no es muy conocida. Hay un capital muy importante en la información que ahí se generó y en los testimonios vivos, que permitirían re-flexionar el movimiento y los movimientos siguientes; fuente de inspiración y también de posibles lecciones aprendidas (para no repetir y otras tantas para replicar). Se me ocurre, entre muchas opciones, documentales y exposiciones de museos (ojalá que pudiera estar en una exposición permanente en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, junto a la del 68, por ejemplo).
Insisto en lo anterior, porque resultaría una ironía muy trágica, que el movimiento que se volcara masivamente en criticar el manejo mediático de la información no pudiera dejar constancia robusta de su paso por la historia, en plena vigencia de tantas alternativas digitales y tecnológicas que lo faciliten.
En ese sentido, muchas fechas, momentos claves, y también -aunque no es solo eso el movimiento- personas que lo delinearon, son y deben ser descritos y conocidos, para ayudar a la reflexión colectiva. El que les escribe cuenta con diversos de esos pedazos del rompecabezas de la primavera mexicana, como seguramente muchos de los que participaron (desde correos electrónicos, vídeos, fotografías, minutas -algunas con firmas autógrafas-, panfletos, etcétera), que ayudarían a esa memoria histórica. Piezas, etapas y anécdotas que por las características de la extensión de esta colaboración no ahondo en contar, y por ello omito cualquier precisión a fechas, momentos y personas; sin embargo, dejo algunas de mis reflexiones sobre el movimiento:
En otras circunstancias muchos de los actores no podríamos coincidir en casi nada, bajo contextos y referentes culturales diferentes, que sin embargo en una amalgama como la que se logró se pudo transitar hacia un grito conjunto y común de indignación que nos hermanó y que hermanará, en otras y tantas primaveras.
Aún más, existieron sucesos posteriores que desmotivaron la movilización por el miedo a la represión y la violencia; no obstante ello, el y los movimientos no son y deben ser validados por el nivel de sangre que se corra, sino por la inteligencia de enfrentar la adversidad y vencerla con éxito. Lo que caracteriza a los movimientos -que posteriormente desmovilizados o no-, de los que muchas veces solo recordamos las fechas trágicas, es el grabado indeleble de un “nunca más” en el largo proseguir de la historia, para desembocar en: democracia, libertades, derechos…conquistas que siempre, por supuesto, estarán nuevamente amenazadas, y que por eso debe seguirse dando la pelea que le toca a cada generación, para conquistar sus mejores sueños.
El #YoSoy132, no es una marca, sino un momento histórico que debe ser leído, releído y discutido. Hagámoslo.