¿Estamos preparados para la era de la Inteligencia Artificial? P.1

El modelo de  Inteligencia Artificial conocido como GPT y su interfase Chat-GPT han causado un revuelo enorme a nivel mundial, al punto que se han desatado una serie de especulaciones y comentarios que, en muchos casos, nada abonan a la urgencia de discutir públicamente sobre la  Inteligencia Artificial, ya que se caen en fatalismos o fantasías propias del marketing y las estrategias de venta por medio del miedo, la emotividad o el sensacionalismo.

Esto ha vuelto importante el brindar a las audiencias contenido crítico y analítico acerca de esta tecnología, ya que la transformación en ciernes no sólo abarca el sector de la  Inteligencia Artificial, sino que se extiende a otras áreas e incluye a otras tecnologías; por lo que se vuelve un imperativo que quien consuma, use y sea objeto de esta tecnología tenga noción de los procesos, técnicas y dispositivos que rigen e impactan su día a día.

Es por lo anterior que me he propuesto escribir esta serie de artículos que tienen como objetivo responder a la pregunta: ¿Estamos preparados para la era de la Inteligencia Artificial? Sobre todo desde una perspectiva política y social.

Para comenzar, la Inteligencia Artificial no es un paradigma nuevo, sino que éste ha acompañado bastante de cerca al origen de la computación, ya que muchos de los fundadores de esta ciencia notaron muy temprano la posibilidad que una computadora emulara la resolución de problemas que requieren de cierta “inteligencia”, al punto en que se teorizó cuál podría ser la mejor manera de lograr que un dispositivo de cómputo exhibiera un comportamiento “inteligente”,  lo que desembocó en la primer conferencia sobre Inteligencia Artificial  en 1956, en el Dartmouth College en Estados Unidos.

El anterior punto es importante, ya que hay diversas formas de  lograr que un dispositivo de cómputo emule la resolución de problemas con un comportamiento “inteligente”, por lo que no existe sólo un enfoque, como podría creerse, tal como lo demuestran aquellos que apuntan que es necesario contar con un set de instrucciones y reglas bastante extenso y exacto para generar un comportamiento inteligente; así como aquellos que consideran que sólo es suficiente contar con dispositivos que emulen el “hardware” cerebral para así tener una máquina “inteligente”; también están aquellos que apuntan que lo necesario es dotar con un marco de reglas básicas a un programa y dejarlo que aprenda por su cuenta, entre otros enfoques.

Los paradigmas para concebir un programa “inteligente” no son nuevos, sino que llevan bastante tiempo nutriéndose de teorías, modelos, algoritmos y otros acercamientos teóricos; sin embargo, no contaban con todos los elementos para generar un ecosistema que tuviera como resultado un programa de IA lo suficientemente potente, dicho ecosistema consiste en elementos como: datos (muchos, infinidad de ellos), capacidad de cálculo y procesamiento, energía para procesar, una red de comunicación estable que pueda soportar procesos en tiempo real, entre otros. Es así como se han dado los grandes avances en  Inteligencia Artificial, los cuales han dependido fuertemente de tecnología de punta, investigación avanzada y novedosa, así como una serie de infraestructuras de cómputo y telecomunicaciones bastante costosas que se desarrollan en paralelo pero confluyen en el desarrollo de la Inteligencia Artificial.

Así también está pasado actualmente con GPT y otros programas de Inteligencia Artificial, los cuales no hubieran podido existir sin toda una serie de tecnologías y avances interoperativos e interdependientes; en donde el costo de producción, tenencia y mantenimiento impone fuertes restricciones de acceso al mercado y desarrollo tecnológico, por lo que existe una tendencia hacia la centralización de actores debido a los altos costos asociados y al nivel de especialidad requerido en el personal de trabajo.

La desigualdad de acceso e imposibilidad de producción tecnológica no sólo es un problema entre las empresas y actores privados, sino que representa una cruda realidad entre los países y sus relaciones; lo que sirve para la reproducción y mantenimiento del orden internacional y sus correlaciones de poder y dominación.

Además de las limitaciones que impone la realidad material y los recursos de producción de Inteligencia Artificial, también está el rol del discurso, la ideología y su influencia en la Inteligencia Artificial. Al respecto,  la parte más evidente es el objetivo último del desarrollo de la Inteligencia Artificial: crear seres a la imagen y semejanza del ser humano que excedan por mucho las capacidades humanas, con el objetivo de obtener el mejor rendimiento al menor costo, ya que un ser así no estaría regido por la biología humana y sus limitaciones.

Es fundamental señalar que la Inteligencia Artificial nació en pleno contexto de Guerra Fría, en donde la influencia proto neoliberal fue decisiva y extendió raíces que llegan hasta la actualidad, entre las influencias ideológicas que heredó la tecnología están: el individualismo, la hiper eficacia, la tutela del desarrollo (tecnológico) por  actores privados, el llamado a la libertad “total” sin la participación del Estado (muy presente en los conflictos de regulación de internet), entre otros.

Sin mencionar que buena parte del desarrollo de Inteligencia Artificial tiene como objetivo optimizar la administración y gobernanza de la humanidad, sus relaciones y entornos, todo mediado a través de tecnologías (manejadas y en propiedad de actores privados), las cuales imponen una serie de estándares y modelos a cumplir; en este proceso el enfoque usualmente es con el usuario,  como un ente individual e hiper personalizado.

Por tanto, la Inteligencia Artificial es un sistema tecnológico que tiene por objetivo el generar programas que exhiban un comportamiento que se consideraría “inteligente”; dicho sistema tecnológico depende a su vez de un sistema político y social que se caracteriza por las relaciones de cooperación y conflicto en torno al poder, en donde existen diferentes estratificaciones de poder, con el sistema internacional como guía máxima.

Planteado cómo se puede entender la Inteligencia Artificial, es pertinente preguntarnos ¿qué significaría una “era” de la Inteligencia Artificial?  Sin embargo, este panorama debe tener en consideración un escenario internacional, ya que las presiones en las cadenas de producción y suministro tecnológico condicionan cualquier configuración que pueda tener o no una “era” de la Inteligencia Artificial.

Por tanto, el siguiente artículo versará en torno a la influencia del sistema internacional sobre la Inteligencia Artificial, así como los posibles escenarios que se pueden desarrollar en un futuro por la influencia de Estados Unidos y China