La Ciudad de México es el corazón político, económico, artístico y cultural de México; no se trata de un egocentrismo citadino, más bien es consecuencia del reflejo de la concentración de riqueza que se dio en los tiempos neoliberales y se asentó de forma obligada en las principales ciudades de México, derivado de la centralización de las instituciones y de las cúpulas empresariales.
Desde ya hace mucho tiempo, en diversas partes del mundo, la riqueza −o los sectores económicamente mejor posicionados− tiende a desplazarse hacia dos zonas geográficas, la norte y la del centro. Es decir, a consecuencia de fenómenos sociales como puede ser la gentrificación, el desplazamiento obligado y la migración interna, la riqueza en el mundo se moviliza y se concentra en la parte norte del globo terráqueo. Igualmente, la población con mayor poder adquisitivo tiende a moverse al centro, dejando las periferias a sectores más vulnerables, con mayor pobreza y marginación; incluso, en estas zonas, las políticas públicas no tienen el mismo impacto que en las zonas céntricas de las ciudades. Por ejemplo, no es el mismo nivel de vida de la población que vive en alcaldías como son Benito Juárez, la Cuauhtémoc y Miguel Hidalgo −ubicadas en el centro−, al de la población que vive alcaldías ubicadas en la periferia, como Milpa Alta, Tláhuac, Cuajimalpa y Álvaro Obregón.
En la alcaldía Álvaro Obregón viven prácticamente 800 mil habitantes, posicionándola como la tercera alcaldía más poblada de la Ciudad de México, por detrás de Iztapalapa (1 millón 800 mil habitantes) y Gustavo Madero (1 millón 100 mil habitantes). Esta demarcación cuenta con casi 300 colonias, en las cuales −en su mayoría− se tiene algún tipo de carencia económica, de seguridad, educativa y de salud.
En la alcaldía antes mencionada, también se encuentra una de las brechas de desigualdad más radicales y pronunciadas a nivel mundial: por un lado, tenemos viviendas con precios exorbitantes, inmuebles valuados en millones de pesos e, incluso, dólares; por otro lado, a escaso metros, hay familias que, trabajando jornadas completas, apenas viven al día con menos de un salario mínimo, es decir, no viven, sobreviven.
La brecha de desigualdad fue consecuencia de diversos factores, como el asentamiento neoliberal de forma rapaz en México, pero también, la mala gobernabilidad que se tuvo en la alcaldía. Si bien, en el pasado gobernó la izquierda perredista, varios de ellos dedicaron su tiempo a llenar los bolsillos propios, y de cercanos, con dinero y poder bajo el manto del poder popular, creando mafias de todo tipo. Posteriormente, tuvimos una alcaldesa obradorista como Layda Sansores, quien, a pesar de dedicarle trabajo y esfuerzo de la mano con la gente, los dos años que estuvo como alcaldesa no fueron suficientes para que muriera el viejo régimen y naciera o terminara de nacer una nueva esperanza. Estuvo durante un tiempo como suplente Alberto Esteva, un hombre gris, que pasó de noche, pues más bien sus ojos estaban puestos en una muy lejana posibilidad de gobernar Oaxaca.
Posteriormente y después del proceso democrático del 2021, pasó lo que varios ya imaginábamos, el retorno de la oposición aliada que le dio la posibilidad a Lía Limón de llegar como alcaldesa, mujer cercana a Felipe Calderón, pues fue incluso subsecretaria de Gobierno en los tiempos del calderonato, cercana a Margarita Zavala y Mariana Gómez del Campo.
El día de hoy se hacen públicos los gastos de la alcaldesa panista Lía Limón, quien después de negar diversos programas sociales, omitir realizar mejoras de seguridad y alumbrado en beneficio de las y los vecinos argumentando no tener suficiente presupuesto para dichos trabajos, se da a conocer que, tan solo en gastos de imagen, la alcaldesa gastó 15.5 millones de pesos, gastos destinados a elaboración de rótulos y eventos de la alcaldía.
No es la primera vez que se tiene conocimiento de sus gastos excesivos, pues recién entró como alcaldesa, adjudicó contratos directos a empresas para que le llevaran la imagen y se comprara equipo audiovisual, justificando el gasto de que dicha partida era necesaria para proyectos de la alcaldía.
Lo antes señalado no es la excepción, pues es una de las alcaldías que más han estado abusando de las adjudicaciones, realizando 169 contrataciones, siendo la alcaldía con más contratos realizados en menos de un año.
Lamentablemente las viejas prácticas del nepotismo, el amiguismo y la corrupción siguen imperando en algunos rincones de la patria, como en la demarcación de la Álvaro Obregón, donde la corrupción ha golpeado fuertemente a los sectores más vulnerables, trayendo como consecuencia altos niveles de delincuencia y de violencia, desde económica, simbólica y hasta física. Los obreguenses son gente buena y trabajadora pero que constantemente ha sido traicionada por alcaldes que no han estado al nivel de la población, una población pluricultural, con diversas pasiones y dolores, una población que requiere a alguien que se haya formado y desarrollado en sus calles, barrancas y senderos, que conozca las necesidades de la alcaldía y su población, una persona que sea digna de garantizar el bienestar de la población y pueda disminuir esa brecha de desigualdad neoliberal que polarizó y tanto daño les hizo.