Son tiempos de tensión. Los sucesos que se agolpan en los últimos días solo anuncian confrontación, disputa y la reconfiguración de aquello que creíamos era una profecía. La única certeza que hay en medio de esta realidad cambiante es que el invierno se acerca.
Aquel mundo feliz del que hablaba la narrativa hegemónica se asemejaba a un largo verano en el que las energías verdes serían el colofón de una larga lucha de la raza humana por alcanzar el anhelado sueño de la sustentabilidad energética. La bogante economía, permitía que importantes recursos se orientaran al desarrollo de estas nobles tecnologías. Sin embargo, el señor de la Noche se atrevió a cruzar el muro de su patria de hielo y trajo con él la guerra.
No se trata de una batalla por el Trono de Hierro, ni de la lucha de los ejércitos de los Stark en contra de los Lannister; tampoco se yergue como villano un Señor de la Noche, ni renacen dragones que cambian el curso de la historia. El invierno se acerca y amenaza con darle una vuelta de tuerca al futuro inmediato.
La crónica fantasiosa de una novela de George R. R. parece asemejarse cada vez más a la narrativa publicitaria que priva en un mundo en guerra derivado de la recomposición del orden mundial. Este proceso de destrucción y reordenamiento se libra en diversas esferas y latitudes y cobra de primera víctima, a la verdad.
Una de las aristas de esta moderna guerra es la energética. La burbuja financiera que impulsó el crecimiento de la especulación en torno a las llamadas energías limpias; ha tenido un fuerte revés de cara a los últimos sucesos y se ha evidenciado que el tránsito forzado hacia estas fuentes energéticas nunca tuvo un respaldo sólido en términos tecnológicos que sirviera para sustentar el abandono, estimulado mañosamente, a las inversiones en las fuentes derivadas del carbón y del petróleo.
Elon Musk, encumbrado magnate cuya fortuna se ha cimentado en negocios tecnológicos, ha declarado recientemente que, de no seguir utilizando al petróleo y el gas como fuentes energéticas en el corto plazo, la civilización se desmoronará. Mientras esto ocurría, ha trascendido que la Comisión Europea trabaja en medidas de control de precios al gas natural, ello frente al fuerte incremento del precio de este insumo que ha crecido en más de 300 por ciento en lo que va del año.
El invierno se acerca a Europa y aquel continente resiente los efectos de la vertiente energética de la nueva guerra fría. Los estragos económicos derivados de la fuerte dependencia de su población y su planta productiva con relación al gas ruso, podrían agudizarse conforme el mercurio de los termómetros comience a descender.
Mientras tanto, el villano favorito de esta historia, el señor de la Noche, Vladimir Putin; contempla como se hace verdad su presagio de 2010 hacia Europa: “¿con qué se van a calentar? No quieren gas, no desarrollan la energía nuclear, ¿van a calentarse con leña? Pero también hay que ir a Siberia a por leña. Ni siquiera tienen leña”.