SPR Informa || Someterse o quedar fuera

Someterse o quedar fuera

Por Mónica Muñoz .

Cuántas veces nos hemos sentido agotados mentalmente, tenemos tantas cosas y pendientes por hacer que se nos recomienda hacer una lista para no tener que perdernos entre tanto. Y es que entre el pensamiento positivo de querer es poder, aunado a una idea de que debemos tener lo mejor para ser más valorados, la filosofía de vida se ha vuelto cada vez más exigente y opresiva, pensamiento que parece derramarse en cada célula de nuestros cuerpos.

Muchas cosas nos apuntan a la frase “hazlo por ti mismo”, y no sólo hablo de aquellos muebles que tienes la posibilidad de armar, sino que cada habilidad que queramos desarrollar está disponible en unos cuantos vídeo tutoriales en youtube y otras plataformas.

Entre tanta información de fácil acceso, viene un rush de consumo que me hace recordar un capítulo de Merlí, una serie bastante entretenida en la que se plantean dilemas filosóficos a un grupo de estudiantes de bachillerato. En el capítulo que les cuento, el héroe de la historia que es su profesor de filosofía los lleva a un centro comercial para que los estudiantes se pregunten si comprar obsesivamente los llevará a la felicidad. Pero nosotros, sin Merlí y con el celular en mano, entre tantas tiendas disponibles y tormentas de información, ¿en qué momento nos damos cuenta que estamos atados a alimentarnos de millones datos que nos arrojan los dispositivos electrónicos?

Y es que estos dos problemas: el del hiperconsumo y la automotivación, nos pueden llevar al delirio de creer que siempre debemos ser positivos para que esas creencias se materialicen en nuestro día a día, y, tarde o temprano, esto se traduce en lo que menciona Buyh Chang Hu: la felicidad se convierte en una obligación, un mandato que puede hacernos caer en un auto sometimiento y ser dominados por el consumo.

La falta de cuestionamiento que ocasiona el consumo desmesurado inhibe los cuestionamientos sociales, por ejemplo, las decisiones que toman los gobiernos o la forma en que estamos subyugados al trabajo: México ocupa uno de los primeros lugares a nivel mundial con menos vacaciones, si lo comparamos con cualquier otro país al azar, nos damos cuenta que Perú tiene treinta días de vacaciones al año para sus trabajadores, y eso sin contar las horas extras de trabajo de los mexicanos, que en escasas ocasiones son remuneradas.

Sucede entonces el cansancio o las ganas de no hacer nada, las cuales resultan fáciles de etiquetar: eres una persona floja o no tienes buena vibra. Pero al final, en una sociedad que va tan de prisa y que acepta “no tener vida” porque hay que cumplir con un empleo que ocupa desde que uno abre los ojos por la mañana hasta se apaga la lámpara de noche, habría que buscar la forma de diseñar un sitio que nos haga pensar en esos tiempos que se derriten fácilmente: una modernidad líquida, como lo admite Bauman, y no permitir que nuestro tiempo en la tierra se nos escurra de las manos.