Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo, cada aguja brillante de pino, cada grano de arena de las riberas de los ríos, cada gota de rocío entre las sombras de los bosques, cada claro en la arboleda y el zumbido de cada insecto son sagrados en la memoria y tradiciones de mi pueblo. La savia que recorre el cuerpo de los árboles lleva consigo los recuerdos del hombre piel roja. Carta del Gran Jefe Seattle, de la tribu de los Swamish, a Franklin Pierce Presidente de los Estados Unidos de América.
“El perdón es el atributo de los fuertes” dice Mahatma Gandhi. “El perdón borra lo que el tiempo no borró” exclama Jaime Tenorio. “El perdón no cambia el pasado pero amplia el futuro” comenta Paul Boese.
Todas estas frases vienen a mi mente cuando leo las notas relacionadas con el perdón emitido por el Sumo Pontífice hace unos días. Podemos encontrar posturas encontradas: hay quienes dicen que es una “postura neocolonialista y demagógica” que sólo “juega a enmendar el daño ocasionado por años” y hay quienes dicen, que éstas acciones son necesarias para reconciliarse con el pasado y buscar un mejor presente y futuro para las comunidades indígenas de Norteaméica.
Honestamente, considero que no soy quien para opinar sobre una situación tan delicada y tan disruptiva en siglo XXI, sobre todo considerando que no soy integrante de la comunidad indígena o afrodecendiente; sé que estaría hablando desde mi privilegio, pero al menos si puedo aseverar que el perdón y la empatía son elementos clave para hacer política y fomentar un verdadero cambio. Bien dice el Dr. Ricardo Monreal que “errar es humano pero rectificar es hacer política.”
“Decirles, de todo corazón, que estoy profundamente dolido: pido perdón por la manera en la que, lamentablemente, muchos cristianos adoptaron la mentalidad colonialista de las potencias que oprimieron a los pueblos indígenas” […]Llego hasta sus tierras nativas para decirles personalmente que estoy dolido, para implorar a Dios el perdón, la sanación y la reconciliación, para manifestarles mi cercanía, para rezar con ustedes y por ustedes”.
Siempre tendemos a subestimar lo que pensamos y lo que sentimos. A veces expresar un genuino sentir de cambio, de paz y de reconciliación pueden ser la verdadera transformación que necesitamos. Debemos buscar ser dueños de nosotros mismos y ser verdaderamente libres antes de siquiera juzgar las acciones del otro. Bien dicen que el perdón empieza por uno mismo y, como efecto, se replicará por inercia con nuestros similares.
Me pregunto si algún día, la sociedad mexicana podrá siquiera reconocer las constantes y flagrantes violaciones a los derechos humanos de las comunidades indígenas, migrantes y afromexicanas o bien, si algún día como sociedad, podremos reconocer nuestra sangre mestiza y sentirnos orgullosos de ella. Sin duda alguna, se debe cambiar el discurso pero me surgen estas dudas: ¿Cuándo estaremos listos para confrontar nuestro pasado y asimilar nuestro presente? ¿Cuántas víctimas más de crímenes de odio tienen que padecer y morir para cambiar nuestra mentalidad?
"Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor”
Desmond Tutu, Premio Nobel de la Paz, 1984