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  • 19 Oct 2022
  • 23:10
  • SPR Informa 6 min

¿Quién pide agua tibia para el café?

¿Quién pide agua tibia para el café?

Por Tirso Amante Jerez

Este martes por la mañana, como de costumbre, sintonizaba una “Mesa de Análisis” semanal que se transmite en un espacio noticioso de radio con alta audiencia en la capital sonorense, Hermosillo. No hablaban los habituales tertulianos, lo hacía Sergio Fajardo.

Con voz tranquila, el dos veces candidato presidencial de Colombia, ex gobernador de Antioquia y ex alcalde de Medellín en cuya administración disminuyeron de manera notable los homicidios de la otrora capital mundial – al menos en el imaginario colectivo – de los cárteles de la droga y la violencia espectacular, hablaba del “centro” político.

Así, templado como quien habla más desde la costumbre que de la pasión, Fajardo planteaba de manera simple y sin cuestionamientos que las soluciones a los problemas actuales de nuestras sociedades se encuentran en las posiciones intermedias, en el centro político que a grandes rasgos describió como espacios de consenso social en los que no se confrontan ni critican los proyectos, sino que se “construye” en conjunto.

Y bueno, si bien me parecieron deseos románticos que escucharíamos en un concurso de belleza, pues la política es el campo en donde se disputa el poder, no dejo de ser un firme creyente del diálogo, del debate; un convencido de que el intercambio de palabras con quienes piensan distinto a nosotros fortalece la capacidad de introspección y en consecuencia la de explicar racionalmente los pensamientos que albergan en el mundo de las ideas, así que atendí su invitación a la charla que impartiría más tarde en el TEC de Monterrey.

Llegamos dos amigues y yo, nos sentamos en esas sillas plásticas ergonómicas que la institución presume y que asegura facilitan el conocimiento (según me han platicado personas que han estudiado ahí) y que son comodísimas, la verdad. El Salón de Congresos del Campus Sonora Norte, habilitado con una capacidad para unas 80 personas, alcanzó aproximadamente un 40%.

Para mi sorpresa, el ambiente no era estudiantil; las y los asistentes rebasaban en promedio los 50 años de edad y logré identificar, y en algunos casos saludar, a personalidades vinculadas a organizaciones civiles, otras instituciones educativas e integrantes de partidos trasnochados. Me pareció un mal augurio que finalmente se concretó al paso de unos minutos.

A las 20:18 horas, Fajardo inició una exposición unipersonal y unilateral en la que explicó qué es la desigualdad y cómo se hace una campaña política “innovadora” y “cercana” a la gente (entregar volantes personalmente, escuchar, ver a los ojos y saludar con firmeza, relataba) en un formato que me recordó a TEDx o los libros de la serie For Dummies (para “bobos/tontos”, que buscan simplificar al máximo la explicación de temas que los “expertos” consideran “complejos” para el común).

Quizás yo tenía altas expectativas de un político que ha rascado la posibilidad de dirigir el rumbo de Colombia y que mediáticamente ha sido reconocido por sus acciones en materia de movilidad y seguridad, o quizás era el hecho de que la conferencia “Política en tiempos inciertos” se desarrollaba en un centro universitario que presume altos estándares de calidad y excelencia académica; pero honestamente salí decepcionado de encontrarme un espacio tan superficial, sin análisis de fondo, pero sobre todo sin una sola exposición de cómo se lograron avances en la bella Medellín. Me quedaba la ansiosa duda: ¿Qué es el centro político?

Como progresista y demócrata, tenía un genuino interés en que la conferencia abriera paso al diálogo, al debate; al desborde de pasiones políticas en un ambiente tan proclive como lo es el universitario, en la reflexión colectiva acerca de temas trascendentales como la política social o la reforma fiscal progresiva impulsada por Petro en Colombia (#TaxTheRich); sobre la política ambiental del país latinoamericano punta de lanza en la despenalización de la marihuana y el reconocimiento de derechos como la eutanasia.

Quería preguntarle – a la luz de los triunfos electorales de Meloni en Italia, la segunda vuelta que se disputarán Bolsonaro y Lula en Brasil, el ascenso de partidos ultra en países europeos o la victoria del frente progresista liderado por Boric en Chile; discursos y proyectos políticos que sí contrastan y que han seducido a las clases trabajadoras – si no había considerado que el hecho de no alcanzar si quiera un millón de votos en la última elección presidencial colombiana no estaba vinculado, precisamente, a la falta de claridad de un proyecto político de “centro”.

También quería preguntarle cómo gobernaría el centro en materia de bienestar o “vivir sabroso” como dicen Petro y Francia Márquez en Colombia, o cómo dirimiría un gobierno centrista sus posturas en el reconocimiento de derechos como el aborto, el matrimonio igualitario, la despenalización de drogas, etc. pero, después de escucharle y no ver una sola alma entusiasmada, reafirmé mi idea de que son tiempos de definiciones y que la gente necesita claridad política para tomar sus decisiones electorales.

En Colombia Fajardo es Verde, en México sería Naranja y, como nos ha indicado la experiencia y el sentido común: el agua tibia no sirve para cocinar, hacer té, preparar un café ni desinflamar. Sirve para poco o nada, pues.