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Pedro Páramo y el eterno retorno

Pedro Páramo y el eterno retorno

Por Mónica Muñoz .

Hay una condena al eterno retorno, al interminable espiral de lo que probablemente somos y va más allá de la vida y la muerte. Juan Rulfo lo refleja en su obra de Pedro Páramo, en la que hace que los muertos sigan vivos en un lugar atestado de ánimas llamado Comala. 

Jong Deuk afirma, que “La realidad y la irrealidad de estos procesos circulares son un mismo camino, que nos parece, a simple vista, mágico e imposible. Pero si miramos con detenimiento las costumbres, creencias y tradiciones del hombre, podemos sorprendernos con la magia cotidiana, tan real como la realidad misma” Y en esta posibilidad, conjunta una serie de elementos universales y otros de una tradición de consciencia mística o primigenia.

En esta obra vemos cuatro elementos de la naturaleza que dan cabida a la novela de Pedro Páramo: Tierra, agua, aire y fuego.

TIERRA.

Hay una personificación de los elementos naturales, la tierra es el espacio que simboliza el contacto con el ser primigenio, pero también se le atribuye el sentido de lo que está abajo, y por lo tanto, puede tomar un sentido de la fatalidad.

La tierra, en su sentido más ambivalente, puede ser la madre que da frutos, pero también en su dualidad, es en donde se entierra a los muertos, como  lo dice Yvette Jimenez, es un “paso a la resurrección dentro de una visión cristiana y prehispánica de la obra y la visión del mundo de Rulfo. 

En este escenario prehispánico, encontramos que la tierra es el inframundo, como en el Popol Vuh, los gemelos Hunahpú e Ixbalanqué, tienen la posibilidad de enfrentarse a los dioses en el inframundo; los personajes de Comala, aunque no se encuentran con la divinidad porque eso les daría la posibilidad de la purificación y la gracia, se enfrentan con una posibilidad de la vida más allá de la muerte, el vagabundeo de almas, así, “la idea del futuro se objetiva” para trascender a la posibilidad de un mundo mágico.

Jong-Deuk Lee asume que “La tierra fértil, dadora de vida, es el vientre materno, a donde retornan los cuerpos muertos para vivir eternamente”, y ciertamente si, es el vientre materno que retorna a la vida, pero no es una tierra fértil, sino una tierra que da frutos agrios, en voz del padre Rentería “En Comala… sólo crecen los arrayanes y naranjos agrios y arrayanes agrios. Se me ha olvidado el sabor de las cosas dulces” (extracto de Pedro Páramo). Fruto de la culpa de todos los habitantes de Comala, actos presididos por el ejemplo a seguir, el padre Rentería, quien, es la contradicción andante de los cánones de purificación, al dejarse materializar y comprar las indulgencias y rezos de los muertos, por dinero.  

Asimismo, dice: “El olor podrido de los saponarios” (extracto de Pedro Páramo). El cual tiene que ver con la alquimia, en la cual los saponarios responden a un “estado de putrefacción de renacimiento de una materia. En el caso de la novela, Jiménez sugiere que se trata de un mundo después de la muerte y la disgregación de la escoria.

AGUA.

El agua en Pedro Páramo, es un elemento que recurrentemente se recuerda en forma de lluvia. Juan Preciado recuerda que su madre le decía que “en cuanto comenzaba a llover, todo se llenaba de luces y de olor verde de los retoños” (extracto de Pedro Páramo). El agua funciona como el elemento que, de acuerdo con  Ángel Sanchez, “condiciona al hombre y actúa como puente entre éste y su realidad exterior; puente que es cordón umbilical, fusión del hombre con el paisaje hasta la desaparición de la distinción entre el uno y el otro” . 

Asimismo, la madre le advierte sobre la atmósfera que se encontrará en Comala: “De pronto puede tronar el cielo. Caer la lluvia, … allá te acostumbrarás a los de repentes, mi hijo” (extracto de Pedro Páramo)

Así también, hay una insistencia en el caer del agua cada vez que Pedro Páramo recuerda a Susana San Juan, es un símbolo que une el cielo y la tierra, pero también como un símbolo de una tierra que, aunque es árida y crea la esperanza, puede ser fertilizada y renacer.  “El agua que goteaba de las tejas hacía un agujero en la arena del patio. Sonaba…. Pensaba en ti, Susana” (extracto de Pedro Páramo).

La lluvia en Pedro Páramo como símbolo recurrente, también afirma su dominio semi celestial ante el pueblo de Comala, él, con todo su poder y riqueza es quien brinda la fertilidad al pueblo, y aunque sea una fertilidad agria, es quien alimenta Comala, él puede darles la vida, pudrirlos o secarlos; justo como pasó al final, cuando quita el subsidio al pueblo, porque está enojado porque han manchado con una fiesta la muerte del amor sublime y puro que profesaba por Sor Juana San Juan.

Por otra parte, la extinción del agua, lo utiliza en el lenguaje como el símbolo de la muerte, “el sol sacaba luz de las piedras, se bebía el agua de la tierra” (extracto de Pedro Páramo)

AIRE.

El aire funciona como el elemento de la vida. Juan Preciado escucha de su madre decir: “ El amanecer, la mañana, el mediodía, la noche, siempre los mismos, pero con la diferencia del aire” (extracto de Pedro Páramo) Cuando va bajando Rulfo a Comala, “habíamos dejado el aire caliente allá arriba y nos íbamos hundiendo en el puro calor sin aire” (extracto de Pedro Páramo), pues en Comala el aire se iba extinguiendo tal como sucede en la muerte de Juan Preciado, que de pronto, se le acaba el aire “ Salí a la calle para buscar el aire, pero el calor que me perseguía no se despegaba de mí. Y es que no había aire” (extracto de Pedro Páramo). Jiménez afirma que el espacio es un símbolo que se recrea a través de la sensibilidad y por lo cual, representa una tendencia a la consciencia femenina, que, como también advierte Jiménez la madre es el elemento lunar de las transformaciones.

El aire también juega con puertas y ventanas que se abren “Las ventanas de las casas abiertas al cielo” (extracto de Pedro Páramo), lo cual indica una presencia del más allá, del juego que hace Rulfo con las leyendas de puertas y ventanas que se abren por los fantasmas que rondan, por los seres que en este caso, ya están más allá de la vida y que sin embargo, siguen teniendo de alguna manera inherencia en la tierra. 

Valera mantiene en su tesis que el frío simboliza un elemento purificador en el personaje de Juan Preciado en Comala. Sin embargo, no existe fundamento para que el frío actúe como un elemento que eleve la condición de las personas, sino simplemente es el camino de la muerte, los cadáveres que pierden la temperatura al entumirse, la muerte en sí. 

FUEGO.

“Comala está en la mera boca del infierno y es un puro vagabundear de gente que murió sin perdón” (extracto de Pedro Páramo), ánimas que murieron en pecado y regresan a la tierra para vagabundear, como lo dice Urquiza “la desolación de paisajes y gentes por el abuso, conformismo y remordimiento” , cuando menciona Rulfo que es como si del cielo estuviera cayendo lumbre.

Hay también un simbolismo católico del cielo y del infierno, en la que hace una clara referencia a la concepción de estos dos espacios místicos, la frescura del cielo, o las llamas del infierno: “El cielo todavía azul. Había pocas nubes. El aire soplaba allá arriba, aunque aquí abajo se convertía en calor” (extracto de Pedro Páramo), ambientación que Jiménez  considera como la dualidad entre el cielo y el infierno, en el que los personajes se contraponen en un antes y un ahora en una tensión dinámica. Las ánimas que habitan en Comala, son almas que están envueltas en el calor, ya sea de un infierno, ya sea de un purgatorio,  como lo sugiere Urquiza: “vivos que viven su vida muertos, entre el abuso, el conformismo, la complicidad y la negación de sí y de otros”.

UNA POSIBLE ETERNIDAD.

Juan Rulfo crea la posibilidad de la eternidad en un mundo de almas perpetuas en el que los elementos naturales de la tierra, el fuego, el agua y el aire; extienden la vida y la condenan a  un eterno retorno que regresa a la tierra árida y caliente, escasa de aire, con la memoria del agua.