¿Por qué en México hay tanto bullying?

Antes no teníamos una palabra para nombrar el acoso. O quizá sí, pero el término ya sonaba lo suficientemente fuerte como para poder hablarlo. Y es que México tiene un índice muy alto en bullying, ocupa el primer lugar a nivel internacional de acuerdo con la  Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Mi teoría es que la repetición de patrones se ha establecido casi como una tradición que se hereda de generación en generación, se absorbe en nuestros poros desde que somos pequeños por medio de la repetición de conductas cuando vemos a nuestro alrededor cómo se crean y mantienen los vínculos. Y en México, hay una predisposición a la burla.

Al final, México, contrario a otros países incluso de habla hispana, es un país que tiene sobrevalorada la burla. La burla por la muerte es de las conductas más emblemáticas. Es verdad que hasta cierto punto es una forma cultural de ver la muerte, aunque, si lo viéramos de manera objetiva, resulta siniestro.

Esta burla, a final de cuentas, es enaltecida socialmente. Es como una lucha de poder por no quedarnos abajo, por no ser el más débil. Y aunque ésta es una característica inherente no solo a los mexicanos sino a toda nuestra raza humana, la burla muestra algo que escondemos, como dice Octavio Paz, “ en su actitud hay quizá tanto miedo como en la de los otros; mas al menos no se esconde ni la esconde”, es decir, que no queremos admitir la debilidad ante otras personas.

Va más allá del amo y el esclavo, es decir, va más allá de una relación de poder, como ya lo apuntaba Heggel, se trata de una reacción social que la cultura mexicana ha creado y que usa, como dice Paz, para endurecerse y también para crear una capa de hostilidad.

Ahora la sociedad ha estado trasmutando. Sin embargo, parece que aún traemos en los genes, la imposibilidad de aceptar nuestros defectos y mejor los ocultamos. Es un mecanismo en el cual la persona no es capaz de admitir los defectos, y se convierte en víctima de burlas o , en el otro extremo, es la figura del atacante, el dador de las risas que da cierto estatus y cierto poder en un grupo, cuando pisa a otra persona.

Y en su estricto sentido, como explica la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, el bullying se trata de aquellas agresiones ya sea físicas, emocionales, psicológicas o sexuales realizadas a niños y adolescentes bajo el cuidado de instituciones escolares. Sin embargo, esta conducta es apenas un medio de defensa aprendido por los infantes, extraído de una sociedad que se escuda en las agresiones.

Hay insultos, que, aunque parezcan una broma inofensiva, pueden hacer que los niños tengan conductas agresivas, ya sea demostrándolo físicamente, de manera verbal o psicológicamente, lo cual, es un daño al autoestima tanto en el agresor como en la víctima. Muchas veces, los niños que sufren de bullying en la primaria son los que se convierten en intimidadores cuando pasan a la secundaria, y el ciclo nunca termina. 

¿Hay forma que el bullying no nos defina?

Ser conscientes de que somos seres humanos y que cometemos errores, es una forma de aceptarnos cómo somos ante las otras personas, y que estas personas no nos violenten.

Otra forma de no fomentarlo, es crear vínculos con personas que no traten de tener relaciones de poder o de ser superiores a otros grupos.

Ser empáticos con otros también puede ayudar, es decir, tratar de comprender que todos tenemos defectos físicos o de conducta.