Nueva ministra vs Vieja Corte

En días pasados se llevó acabo un episodio más de la lucha por democratizar la Suprema Corte de Justicia de la Nación, donde el Senado de la República rechazó la terna y propuestas del Presidente de la República. Rechazo que por sí mismo es totalmente cuestionable, pues no existió argumentos de capacidad, experiencia, conocimientos, sino políticos y personales. 

Ante esto, el Presidente de la República, hizo uso de la facultad que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos le otorga para nombrar de forma directa a quien es hoy en día la nueva Ministra de esa Corte. 

La hoy Ministra Batres, en su discurso de toma de protesta, se erige como La Ministra del pueblo, que para el momento político pareciera correcto, sin embargo, no se trata de tener un discurso popular, sino realizar una defensa a la Constitución y a la Ley. 

Deberá ser la Ministra que anteponga la justicia, el derecho, la legalidad al discurso político e intereses de unos cuantos, en pocas palabras, hacer lo que la Suprema Corte no ha hecho durante décadas. 

Estamos seguros que hoy, los debates en el Pleno y en la Sala de la Suprema Corte donde participa la nueva Ministra, tendrán otro tono y tinte; habrán quienes buscarán a toda costa denostar los argumentos de la nueva Ministra, por ello, deberán estar muy bien fundamentados sus argumentos, no con un tinte político, sino  basados en los principios constitucionales y legales que rigen nuestros orden legal, buscando siempre que prevalezca el interés general sobre el interés de pocos. 

Hemos sido testigos de cómo la Suprema Corte tergiversa la ley y viola la Constitución sin ningún pudor, sin tener vergüenza al hacerlo, sin importar ser el ejemplo del cómo no debe actuar un Juez, un Abogado, un estudioso del Derecho. 

Poco podrá hacer la nueva Ministra ante la horda de corruptos y vendepatrias que gobiernan o tienen la mayoría en la Suprema Corte, por lo que estamos seguros que la reforma a ese poder es cada día una necesidad imperiosa, una urgencia para, verdaderamente, lograr la Transformación en nuestro país, pues no basta con la buena voluntad de un gobernante, del Presidente de la República, sino que se requiere dejar las reglas claras y las instituciones debidamente establecidas con un enfoque transformador, que privilegien la justicia social, la igualdad social y el bienestar colectivo sobre el de unos cuantos. 

Y para todo ello, necesitamos tener una mayoría de más de dos terceras partes en el Senado de la República, en la Cámara de Diputados y en las Legislaturas de los Estados, para garantizar que sean una realidad las Reformas a la Constitución y a las leyes secundarias. 

Es lo que se juega este año en las próximas elecciones, pues estamos seguros que la Cuarta Transformación tendrá el triunfo de la Presidencia de la República. Máxime que, insistimos, la Candidata opositora no levanta ni levantará por más circo, maromas y teatro que haga. 

El Pueblo está despierto, y está consiente que la candidata opositora solo está para que no desaparezca la oposición, pero no ganará ni una simpatía más de la que tiene, por el contrario, perderá más y más cada día.