El artículo cuarto del Convenio Constitutivo del Fondo Monetario Internacional prevé la obligación de los países que son miembros de entregar información al organismo a fin de que este realice supervisiones sobre políticas de tipo de cambio y verificar así que los gobiernos cumplan con el deber de mantener estabilidad en sus indicadores macroeconómicos.
Haciendo uso de esta disposición, el organismo internacional dio a conocer la semana pasada la Declaración del Personal Técnico al término de la consulta correspondiente a 2023 para el caso mexicano. En el documento, se hace un reconocimiento a la disciplina fiscal de la administración actual, así como a la política monetaria dictada por el Banco de México que ha permitido el control de la inflación en el país. Pese a esta estrellita colocada en la frente del gobierno lopezobradorista, el FMI alerta sobre la expansión del gasto público contemplada para el ejercicio fiscal 2024, mismo que puede ir en contrasentido del objetivo de reducir la inflación.
La retórica reproducida en el documento no se aleja en mucho de las disposiciones que han sido dictadas desde esta instancia durante las últimas décadas, en las que el corralito de la política económica no da márgenes de autonomía a los gobiernos que tienen compromisos con ella, y cuando estos se permiten tomárselos, viene la respuesta en forma de “recomendaciones”; tal como ocurre en el caso mexicano.
El recordatorio de que el FMI nos vigila y supervisa, llega en el marco de los dos siglos de la llamada Doctrina Monroe, ese precepto que invoca subrepticiamente el derecho divino de los Estados Unidos de imponerse como hegemonía sobre el conjunto del continente americano. Los acuerdos de Bretton Woods que dieron origen a esta instancia y sepultaron el patrón oro, fueron la llegada del dólar como instrumento de dominación financiera a nivel global y la extensión de esta doctrina al mundo entero.
Digno de revisión, el documento de marras formulado por el FMI para el caso mexicano es digno de análisis y para muchos también de albricias. Sin embargo, lo cierto es que refleja las profundas acotaciones históricas y económicas con las que el país puede ser conducido. Desde el “América para los americanos”, formulado en 1823 por John Quincy Adams, pasando por todos los episodios traumatizantes de nuestra relación con el vecino del Norte, hasta las eufemísticas “sugerencias” de los organismos internacionales; lo cierto es que nuestro país como ningún otro, carga el peso de una frontera norte llena de retos y contradicciones.
Dentro de esos márgenes impuestos por la historia y el pasado inmediato, la Cuarta Transformación ha tenido que transitar y buscar hacer historia. Los retos futuros son mayores en medio de cambios que apuntan a mermar la supremacía del vecino del Norte.