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La reciente renuncia del coordinador de asesores del presidente López Obrador, Lázaro Cárdenas Batel, ha provocado que corra mucha tinta de parte de analistas y líderes de opinión quienes especulan rupturas entre el cardenismo y el obradorismo, o bien hay quienes construyen escenarios de futurismo electoral que colocan al nieto del General Lázaro Cárdenas del Río en las boletas, ya sea en 2024 o 2030.

Mucho más allá de la propaganda tendiente a amarrar navajas o a desprestigiar el desempeño de Cárdenas Batel al frente de los cargos públicos que este ha ocupado, lo cierto es que su paso por el gobierno de su entidad, Michoacán, dejó una estela de aciertos que hoy lucen con mayor brillo ante la crisis por la que pasa esta entidad. Éxitos que ponen en perspectiva las capacidades políticas y administrativas del último de los Cárdenas, de cara a las valoraciones futuras.

Lázaro Cárdenas Batel fue quizá el primero de los gobernadores de izquierda de la provincia en el país, que se atrevió a emprender un profundo programa de política social que apostó por los más pobres. La innovadora estrategia detonada por la administración cardenista de 2002 a 2008 incluía la generación de espacios de participación ciudadana en la toma de decisiones y el establecimiento de facto de un cuarto nivel de gobierno a través de los llamados Comités de Desarrollo Comunitario. La inversión en programas sociales creció 9 veces en su sexenio, logrando que Michoacán tuviera una mejora en el Índice de Desarrollo Humano y una reducción de los indicadores de pobreza (por ejemplo, la pobreza alimentaria decreció de 61.6 a 28.8 por ciento de la población).

El gobierno de Cárdenas Batel también logró colocar a la entidad como el primer productor agrícola del país, haciéndolo líder en la producción y exportación de frutas. Michoacán vivió en aquel sexenio un periodo de expansión económica que llevó a que la tasa promedio de crecimiento del PIB en la entidad de 2003 a 2008 fuera de 2.72 por ciento, mientras que la de México fue de apenas 2.56 por ciento. Del mismo modo, la población económicamente ocupada tuvo una tasa de crecimiento de 30.36 por ciento en ese periodo, mientras que a nivel nacional este crecimiento fue de tan solo 23.88 por ciento.

La estabilidad política que vivió Michoacán en aquellos años le permitió celebrar elecciones democráticas, una de las cuales fue la presidencial de 2006, en la que el entonces candidato Andrés Manuel López Obrador ganó en la entidad con más de 615 mil votos, resultado contundente que despejó dudas sobre la rentabilidad electoral del buen gobierno de Cardenas y de su respaldo en favor del obradorismo. 

Si el hijo del Ingeniero Cuauhtémoc Cardenas decide presentarse a las elecciones de 2024 o de 2030, no solo lo hará cargando el prestigio del legado histórico de su nombre y de su apellido; también lo hará llevando bajo el brazo los resultados de su paso por el gobierno de Michoacán. Tanto el peso de su nombre en la historia como su desempeño como gobernador, tienen detractores, pero cada vez más mermados ante la fuerza de los hechos.