Después de cuatro años de la actual administración federal, encabezada por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, se puede decir categóricamente que ha tenido a su favor una herramienta poderosa que es la comunicación política, a través de las mañaneras.
Las cuales han funcionado integralmente con distintos propósitos que hoy hacen valer “el carisma” del que en algún momento escribió el sociólogo alemán Max Weber. Describiéndolo como “la cualidad de una personalidad individual, en virtud de la cual se le distingue de los hombres comunes y se le trata como dotado de poderes o cualidades sobrenaturales, sobrehumanos o al menos específicamente excepcionales”.
Ese carisma del también politólogo ha sido llevado a millones de personas que encuentran en las conferencias mañaneras una vía de relación e identidad con el poder político. Que nunca había sido tomada en serio por algún titular del ejecutivo federal.
Es importante rescatar el hecho de que a dos años de que termine esta administración, las mañaneras (una dinámica que puede ser perfectible) sigan teniendo aceptación entre miles de personas que están atentas desde las 7 de la mañana y hasta las 9:30 donde se cierra la transmisión, en las distintas redes socio digitales como Facebook, Twitter, YouTube y canales informativos como el 11 y el 14; teniendo alcances de más de medio millón de personas en tiempo real.
¿Pero qué tiene este ejercicio de comunicación política que sigue teniendo impacto y que puede ser un legado?
Para nadie es extraño que ahí suceden diversos escenarios. Un día podemos encontrar información detallada sobre los precios de la canasta básica, otro día conocemos el plan estratégico de la secretaría de salud sobre la vacunación, otro día distinto la rendición de cuentas sobre algún informe de actividades de un secretario de estado, otro día se atiende en forma escalonada todo tipo de dudas de la prensa (nacional e internacional).
Se ha presenciado también que las mañaneras funcionan como oficialía de partes donde las y los reporteros llevan peticiones e inquietudes ciudadanas al Presidente, y que este a su vez encamina con las distintas áreas del gabinete legal y ampliado.
Sin duda alguna el caldo de cultivo político lo encontramos cuando la misma conferencia presidencial se convierte en el marcaje de agenda nacional para los distintos grupos políticos del país.
Por ende, una vez finalizada la mañanera, las reacciones sobre lo que se comentó en la misma empiezan a abordarse y traducirse con diferentes puntos de vista, con distintas visiones y comienzan a consolidar -no antes del mediodía- uno de los objetivos que ha sido mencionado por el mismo López Obrador en reiteradas ocasiones: “Que lo público sea cada día más público”.
Es así como desde el carisma, la constancia y la forma peculiar de comunicar del Presidente se ha formado un ejercicio de comunicación política que hoy ha arrebatado audiencia, público y contenido a las cadenas televisivas que detentaban el monopolio de las noticias y de la agenda política mexicana.
Se ha comprobado que propios y extraños, transformadores y conservadores (como les llama AMLO) están pendientes de los contenidos, de los temas y las coyunturas de las que versan las mañaneras, ya que es ahí donde se esclarecerán dudas y se comentarán las rutas para darle continuidad o no, a los procesos que entretejen el sistema político, económico y social de nuestros tiempos.
En suma, es importante que en un futuro, si es que Morena conserva la presidencia de la República, a través de cualesquiera de sus propuestas para ocupar ese cargo, llámese Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard o Adan Augusto López (quienes son las cartas fuertes) tome en cuenta que millones de militantes y simpatizantes, así como en su generalidad el pueblo mexicano, han aceptado en sus hogares, de camino a sus trabajos, escuelas o donde se encuentren, las mañaneras.
Porque es ahí donde la información se vuelve en una herramienta valiosa para revolucionar la conciencia, consolidar la corresponsabilidad y que el pueblo se convierta en portador de argumentos para incidir de manera directa y cíclica en la vida pública de su comunidad, de su estado, de su país, mitigando los fantasmas atormentadores como lo son la apatía y la ignorancia.