La Transformación necesita dientes

[Un gran movimiento necesita grandes dirigentes.]

La Transformación necesita dientes, armas, herramientas para desbaratar lo edificado con el cemento de la corrupción, y así fincar cimientos nuevos. En 2018 comenzó la tarea, pero el proceso de regeneración de una patria para todos, para el humillado se entorpeció en 2021 con la pérdida de la mayoría en el Congreso.

Es comodísimo sentarse todos los días a las 7:00 am a mirar cómo un solo hombre desmantela, de a poco, un viejo régimen. Desde la comodidad de una cálida sala, con un café humeante sobre la mesa, la transformación se mira sencilla, amable; o en su defecto, insuficiente -para los críticos. Qué fácil es caer en la autocomplacencia. Qué fácil es olvidar que la transformación necesita dientes, armas, herramientas.

El presidente informó hace unos días que el próximo cinco de febrero presentará un paquete de reformas al Congreso de la Unión, entre las cuáles se encuentra la modificación a las pensiones, la reforma al Poder Judicial, la eliminación de las plurinominales, la reforma electoral. Presentará el paquete en el año en que se retira del cargo, con una clara intención de que sea la base de la continuidad. 

La cosa es ¿qué nos asegura que las reformas se van a aprobar? En este trienio, nada. ¿Y en el siguiente? Algunos entusiastas de la transformación dirán que está asegurada la mayoría en las Cámaras para la siguiente legislatura, pero ¿en verdad es así? 

No me cabe duda que la Dra. Claudia  hace todo lo que está en sus manos para lograrlo; pero, otra vez: ¿por qué la carga de la transformación de todo un país recae en una sola persona? 

Hace falta dotar de dientes, armas y herramientas a la transformación. Y no hablo sólo de que se debe ganar el Congreso, sino de la necesidad de no dejar que el movimiento se entumezca en una dinámica electoral o burocrática que sólo beneficia a los grandes intereses.

Es necesario que el movimiento busque un vaso comunicante con el pueblo y que lo haga participar de las decisiones. ¿Acaso los pensionados no sentirían la necesidad de defender sus derechos si les ofrecemos la posibilidad de profundizar la reforma de pensiones? ¿Acaso los trabajadores no se sentirían seducidos por una propuesta de reforma que aumente más los salarios y ponga en la mesa la jornada laboral de 6 horas? ¿Acaso los jóvenes no verían representados sus intereses si se pone a discusión una reforma al artículo 4 de la Constitución que garantice el acceso a una vivienda digna y ponga en regla a los cárteles inmobiliarios? 

Por mi madre que sí.

Pero para lograrlo hacen falta más que un artículo periodístico y una propuesta de reforma. Para lograrlo es necesario dejar la comodidad de la sala, apagar la mañanera y salir a donde la gente fluye como el cauce de un río manso, y hablarle al oído, al pecho, a la nuca. Hablarle sin cortapisas de sus carencias, de su miseria, de que no es justo esto ni aquello. Y después, organizarlo.

Basta del juego de la silla, de la curul, de la nómina. El pueblo necesita oídos que le escuchen hasta el cansancio, altavoces que le tiren en la cara un recordatorio: tú también tienes derecho a la alegría. 

La Transformación necesita voces, brazos, corazones de dirigentes de abajo dispuestos a priorizar la justicia social por encima de los intereses personales.