En política la construcción de candidatos es más común que la posibilidad de encontrar un candidato autentico. Ellos y ellas, sus discursos, sus propuestas, su ropa, sus sonrisas, los lugares a los que van, cómo, cuándo y con quién, son una serie de eventos planeados por un grupo de personas que poco o nada tiene que ver, con quienes, a falta de mejores opciones, por obligación y derecho, tienen que fungir como consumidores.
Los políticos de siempre, esos que en lo obscurito ningunean al pueblo, deberían tomar en cuenta que quienes votamos en la actualidad leemos más, exigimos más y nos indignamos más. Quizá porque ahora la información la tenemos disponible con solo un “clic”; tan fácil resulta informarnos, que su estrategia de desestabilización ha sido llenar cada espacio digital con información falsa.
Pero tonto es el que piensa que el pueblo es tonto, porque ahora que nos quieren vender lo que en sus reducidas mentes representa un esbozo de lo que tendría que ser una mujer de pueblo, a nosotros no se nos olvida nada.
No se nos olvida, por ejemplo, que desde tribuna le dieron un uso peyorativo al “López”, como si fuese un delito apellidarse como el común denominador de este país. Cómo si nuestras raíces por algún motivo, entre más humildes, más ocultas y lejos del poder tendrían que estar.
No se nos olvida que para el frente amplio resultaba inaceptable que quien encabezó el ejecutivo federal de 2018 a la fecha no solo no hablara inglés, sino que no tuviese estudios universitarios en el extranjero, como si allá, a lo lejos, les enseñaran a no ser corruptos y a empatizar con el pueblo.
No se nos olvida que su propuesta de gobierno siempre ha sido echar abajo el avance en política social, los partidos del eje, perdón del frente, han dejado muy en claro que lo último que les importa es quienes menos tienen y más necesitan, por ejemplo, recordemos que hasta hace algunos meses se llenaban la boca llamándole mantenidos a los beneficiarios de becas, pensiones y programas que este gobierno puso en marcha.
Ahora resulta, y porque no, también resalta, que su candidata es una mujer de pueblo, con un triste pasado, como casi todos, pero que se superó como muy pocos, y que benefició a su empresa con contratos millonarios con el gobierno como casi nadie.
Resulta que su candidata usa huipil y se dice indígena, pero resalta que no solo no lo parece, sino que tampoco habla ninguna lengua perteneciente a nuestros pueblos originarios.
Quizá la candidata que el frente escogió para nosotros habla más de lo que el pueblo representa para ellos: nada o muy poco. Porque si ellos piensan que nos vemos como Xóchitl, queda más que claro que siguen sin vernos realmente.