La Flashmob de García Luna

Fue la más costosa de la historia, un capricho de empresarios y políticos millonarios para exhibir torpemente una fuerza de escenografía en el terreno de sus oponentes, el pueblo de México, en lo que en realidad fue una pasarela de impresentables, muchos de ellos con denuncias abiertas por corrupción.

Prófugos como el exdiputado Christian Von Roer, pero cobijados por un Partido Acción Nacional tan disminuido que le robo el protagonismo una simple lona colocada en el edificion del Congreso de la Ciudad de México, frente al Zócalo con la cara de Genaro García Luna, el narcocolaborador de los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón. Una imagen que tuvieron que desgarrar, aterrados de que pudiera salir en las fotos de su show.

El presidente Andrés Manuel López Obrador estaba extrañamente contento en la mañanera del 27 de febrero, horas después de la frustrada manifestación de empresarios y panistas en contra de la renovación del Instituto Nacional Electoral.

A unos metros del zócalo de la Ciudad de México, los opositores no fueron capaces de mantener lleno ni con acarreados al menos una hora la plaza de la constitución; el mandatario de izquierda, entre sonrisas maliciosas, saco del clóset de la corrupción a algunos de los organizadores, manchados con el estigma del narco operador de los gobiernos panistas Genaro García Luna.

Saboreando cada momento, el Presidente exhibió en rueda de prensa las miserias políticas y las corruptelas de los millonarios convocantes, deteniéndose en algunos de ellos e ignorando estratégicamente a otros como a la sobrina del expresidente Felipe Calderón, y eternamente diputada plurinominal Mariana Gómez del Campo.

López Obrador enfiló el reflector de la ignominia hacia el exministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, José Ramón Cossío, uno de los dos oradores de la escenificación y a quien considero entre risas como el guía moral del intento de la ultraderecha para sabotear el “Plan B” con el que se renovará el Instituto Nacional Electoral.

Y como buen pitcher,  lanzo el tiro de precisión.

“Corruptazo, conservador, hipócrita”.

El exministro Cossio, quién en la tarima se sentía el rockstar de una flashmob menos duradera de la mitad del concierto de la banda “Grupo Firme”, que mantuvo a reventar el zócalo de la ciudad de México por más de dos horas, fue vinculado con el peor infanticidio de la historia de México, en el que participo la familia política del expresidente panista Felipe Calderón.

Como ministro de la SCJN Cossío votó en contra de involucrar a los dueños de la guardería ABC, familiares de Margarita Zavala y de su sobrina Mariana Gómez del Campo y al entonces gobernador de Sonora, el líder empresarial priista, José Eduardo Robinson Bours Castelo, entre otros políticos en las responsabilidades en el incendio por negligencia en el que murieron quemados vivos 49 bebés en 2009.

El infanticidio impune de 49 bebés en la guardería ABC, de la familia de la ahora diputada federal de Acción Nacional Margarita Zavala, esposa del expresidente Felipe Calderón y de su sobrina, la eterna diputada plurinominal Mariana Gómez del Campo, es una herida abierta en la historia del México, un brutal diagnóstico de la falta de ética, moralidad e impunidad que marca indeleblemente al Partido Acción Nacional y a todos y cada uno de sus integrantes.

Empezando por su dirigente Marko Cortés, por el diputado plurinominal Santiago Creel exsecretario de gobernación con Vicente Fox, vinculado también con García Luna, y por el coordinador de la fracción parlamentaria del PAN Jorge Romero Herrera, involucrado también con el cartel inmobiliario en la alcaldía Benito Juárez, quienes han protegido sistemáticamente a Zavala y a Gómez del Campo.

Pero el flashmob también tiene otro mensaje, y es la curva de aprendizaje del fascismo mexicano. El presidente López Obrador ha sido lo suficientemente sabio y estratégico como para lograr que el ultraoservadurismo pierda su identidad, al llevarlos y exhibirlos dentro del terreno de la movilización social como lo que son, clasistas, racistas, dilapidadores de dinero y déspotas con las personas a las que acarrean en sus movilizaciones indignantes.

Prueba de eso fue el ridículo espectáculo de integrantes de poblaciones despreciadas por la ultraderecha, como personas LGBTTTI marchando con una bandera de arcoíris en una movilización convocada por lo mas reaccionario de la homolesbitransfobia panista, representada por las diputadas América Rangel, que inicio una cacería legislativa contra las infancias trans, y por la diputada Ana Villagrán, que festejó la represión a golpes en el Congreso de la Ciudad de México contra la activista Trans Victoria Sámano y luchadores sociales de los derechos de las personas que viven con VIH-SIDA.

El Presidente López Obrador en repetidas ocasiones ha aconsejado no subestimar a la oposición fascista, sin embargo, la advertencia parece no llegar a espacios del partido.

Concretamente en la Cámara de Diputados donde mientras hay diputadas y diputados concentrados en un trabajo comprometido, la coordinación de la fracción parlamentaria cobija casos humillantes de escándalo, frivolidad y ridiculez que pasa de lo anecdótico a lo diagnostico.

O en algunas secretarias morenistas, donde mafias siguen apostando por inercias y el blindaje de pseudolideres históricos que se juegan a campeones de un ajedrez narcisista contra las tres máximas del partido: “No Robar, No Mentir, No Traicionar”. 

El ridículo espectáculo del presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados y estridente autoproclamado precandidato presidencial del PAN, Santiago Creel, el mismo que se autodenomina el “hombre constitución”, corriendo por el zócalo perseguido por un sencillo youtuber que le pregunto por la diputada Margarita Zavala demuestra con rostro el fracaso discursivo del FlashMob de la ultraderecha contra la renovación del INE.

Y una advertencia sobre el destino que espera a pseudopolíticos cuando pasan de figuras déspotas a meras caricaturas aterradas por una simple lona que retrata su verdadero rostro.