Inteligencia Artificial: utilidad y perjuicio

“¿Te das cuenta de que en 10 o 20 años los robots serán capaces de hacer todos los trabajos de los humanos?”. Esta controversial frase fue pronunciada hace apenas 6 años, en 2017, por el robot Han, producto de la compañía Hanson Robotics, durante un debate con Sophia, otro autómata, en el marco de RISE, la conferencia sobre tecnología más grande en Asia. 

Si bien la fatídica premonición de Han apenas está en proceso de convertirse en una realidad, estudios y reportes parecen demostrar que la automatización sí se ha convertido en un elemento de preocupación al analizar el futuro laboral. En 2020, El Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) concluyó en su Informe sobre el futuro de los empleos, que “una nueva generación de máquinas inteligentes, impulsada por los rápidos avances en inteligencia artificial (IA) y robótica, podría potencialmente reemplazar una gran proporción de los trabajos humanos existentes”.

Las opiniones sobre este tema son extremadamente diversas y en ellas se pueden encontrar desde escenarios apocalípticos en donde la IA se apodera de todos los trabajos, hasta panoramas esperanzadores en donde, a raíz de la automatización de ciertas tareas, se generan nuevas oportunidades laborales. 

En días recientes, el tema ha tomado relevancia a causa del lanzamiento del Chat GPT, una aplicación de IA desarrollada por OpenAI. Este software generó respuestas “naturales” a preguntas y comentarios del usuario, basadas en una base de datos de contenido previamente almacenada. La aplicación también puede aprender de los patrones de conversación de los usuarios para proporcionar respuestas aún más pertinentes y puede generar textos sobre ideas complejas. El surgimiento de esta nueva IA ha reavivado el debate en torno a las repercusiones del uso de este tipo de herramientas, sobre todo en el ámbito académico y laboral. 

Dada la naturaleza del trabajo periodístico y su estrecha relación con la producción de textos escritos, es lógico pensar que la irrupción de esta nueva tecnología también tendrá un gran impacto en este campo, después de todo, la IA lleva ya algunos años incluyéndose en las labores periodísticas.

“La inteligencia artificial se utiliza cada vez más en el campo del periodismo para automatizar tareas y analizar datos. Esto tiene el potencial de revolucionar la forma en que se producen y consumen las noticias, pero también plantea preguntas importantes sobre el papel de los periodistas y el futuro de la profesión.

Un área importante en la que se utiliza la IA en el periodismo es en el análisis de datos. Al analizar rápidamente grandes conjuntos de datos, la IA puede identificar tendencias y patrones que serían difíciles de discernir para los humanos. Esto puede ayudar a los periodistas a descubrir historias y brindar información que, de otro modo, podría pasar desapercibida”.

Así lo señala un extracto de la respuesta del ChatGPT al solicitarle un artículo periodístico sobre periodismo e IA. 

Efectivamente el llamado “periodismo robot” se ha colado poco a poco en las salas de redacción para facilitar la producción de noticias. Un claro ejemplo es la agencia EFE que desde 2019 utiliza a un robot llamado Gabriele para redactar noticias de carácter simple con datos exactos, como lo pueden ser pronósticos del tiempo o reportes financieros. Gabriele, producto de la empresa española Narrativa, redacta un millón de noticias al mes para 25 medios de todo el mundo, entre los que está el Wall Street Journal. 

Ahora, vamos con calma, como en todos los demás ámbitos, la incorporación de IA en el periodismo tiene ventajas y desventajas. Como lo señala el ChatGPT, estas herramientas pueden ayudar a analizar grandes cantidades de datos y a automatizar la redacción de noticias sencillas, pero estamos lejos, me parece, de ver a un autómata en una conferencia de prensa, cuestionando a un líder político, investigando casos de corrupción o dando color a una crónica. 

La rápida evolución de la tecnología tiene repercusiones de toda índole y esto puede generarnos curiosidad, entusiasmo, miedo, ansiedad o incluso apatía, afortunadamente es este rango de emociones el que nos permite diferenciarnos de las IA, por más avanzadas que sean, y posicionarnos desde la belleza de nuestro carácter humano, lleno de errores, contradicciones, anhelos y deseos.