Relajar la mente, para fortalecer el corazón. Los ojos de todos bien abiertos, ojos detrás de los pasamontañas, ojos de tan distintas latitudes, de tantas lenguas, ojos que escuchan, ojos que ríen… se reunieron emocionados, atentos, para conmemorar, celebrar, observar, jugar, compartir y bailar los 30 años del levantamiento del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), 40 años de su fundación, en el Caracol Dolores Hidalgo: Resistencia y Rebeldía, Un nuevo Horizonte. Caracol de tierras recuperadas para el común, para la autonomía zapatista.
A pesar del contexto de violencia, advertidos de los recientes ataques por el crimen organizado (llámese Cártel Jalisco Nueva Generación, llámese Cártel de Sinaloa) que acecha a los zapatistas y comunidades aledañas, a pesar de las constantes amenazas hacia sus territorios, miles de personas de distintos puntos de la república mexicana, de distintas ubicaciones del planeta tierra, decidimos responder a su convocatoria para en “Caravana Nacional e Internacional” asistir al 30 aniversario del levantamiento armado, “de la guerra contra el olvido”, hacia el punto de encuentro, donde paradójicamente los que asistimos respiramos el andar tranquilo, nos sentimos seguros, en ambiente fraterno y libre, pero dentro del territorio zapatista, allí donde se cultivan las luchas de tantos pueblos, donde se riega la alegre rebeldía, donde se entiende el “mandar obedeciendo”, donde la tierra y el alimento es digno, donde se respira la esperanza, donde se cultiva la utopía.
Expresión latente de la resonancia que el movimiento que encabeza el EZLN ha tenido en tantos otros movimientos y se ha expandido por todo el mundo, porque “su lucha es nuestra lucha” nos recuerdan. Desde aquel 1 de enero de 1994, en que se levantaron en armas, justo fecha en la que entraría en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en una confrontación valiente y frontal contra un estado que no los representa, encabezado por el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, posicionaron un movimiento claramente antisistémico que resonaría como eco prolongado, ganando la empatía de tantos que se solidarizaron e identificaron a su opresor común.
Hoy, 30 años después, el esperado mensaje zapatista en voz del Subcomandante Insurgente Moisés, en medio de las montañas y a punto de comenzar el 1 de enero del 2024, nos recuerda a ese enemigo común llamado Capitalismo. Bajo una luminosa luna, en medio de las palabras enunciadas, primero en lengua tzeltal, se lanza la pregunta “¿Alguien cree que se puede humanizar al capitalismo? (se escuchan los “No”) No. Lo mismo decimos nosotros, no se puede humanizar al capitalismo. No va a decir el capitalismo: Me rindo de explotar…” El mensaje es claro y contundente: Su lucha es por la vida. “No necesitamos matar a los soldados y a los malos gobiernos. Pero si vienen nos vamos a defender.” [i]
Un mensaje en medio de la noche, que reivindica su forma autogestiva de organización y que deja claro que ésta seguirá siendo el camino, hablan de estar abiertos al diálogo y de “demostrar en los hechos”, insisten en la organización, la organización como un frente, un frente ante la devastación capitalista.
Por supuesto que no podía faltar, con esa particular irreverencia que los caracteriza, siempre apegados a aquello que los identifica, el desfile imponente de miles de jóvenes milicianas y milicianos, al unísono caminando hacia nosotros, para romper con toda solemnidad al ritmo de los ángeles azules y de panteón rococó. Estos actos que se escriben en forma de poesía, en la conmoción de lo no esperado e incitando siempre a la acción. La teatralidad en su sentido esencial y ritual nos hace sentir parte del acontecimiento, donde los usos y costumbre se defienden.
Un mensaje que compartieron más allá del mensaje, durante el día y la noche. El encuentro -que duró del 29 de diciembre al 2 de enero- donde a través del arte como medio fundamental de expresión y comunicación: obras de teatro, danza, música, murales, cine, fotografía, etc. Por medio de los cuales nos mostraron con pericia su historia de lucha y resistencia, su forma de organización, los actuales avatares que los atraviesan y el mensaje reiterativo sobre lo común: los medios de producción son para el común, la propiedad debe ser común. La música y el baile que no cesaron durante las madrugadas, los torneos deportivos de voleibol y basquetbol, los juegos con los niños, la comida abundante a toda hora, fueron también formas de convivio zapatista.
En medio de la tempestad que el mundo atraviesa, desde distintas latitudes, el zapatismo sigue haciendo eco y continúa expandiéndose, como en un tiempo distinto al productivista, muestra de ello es el reciente viaje que hicieron en barco hacia Europa, tras 47 días de navegación, en un año en el que todo parecía detenido y prohibido por la pandemia del “coronavirus”. Siempre a contracorriente, el zapatismo continúa sembrando desde su autonomía, en una lucha que desde su levantamiento sí ha marcado la historia de nuestro país y sobre todo para aquellos que los gobiernos y las élites no han querido mirar, me refiero al devenir de los pueblos indígenas y su reconocimiento, porque la batalla continúa y la avalancha del capitalismo en su fase más depredadora no ha cesado. Se sigue esperando el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés firmados en 1996, en virtud de su resistencia, que hoy más que nunca requerirían su cumplimiento.
Pocos movimientos en el mundo como el zapatista, que demuestra en la praxis su autogestión y que se expresa abiertamente anticapitalista. Siendo así, ícono internacional que inspira tantas luchas a lo largo y ancho del planeta. Inspirando también a muchos artistas en la música, la pintura, la fotografía, el cine, el teatro… desde donde también se siembra la esperanza. Esa que nos exponen ahora con los miles de mujeres y hombres jóvenes zapatistas, siendo la base de este aniversario, que indican que desde la montaña están mirando al horizonte.
Estar en tierras zapatistas te hace recordar que la memoria es importante y es nuestra aliada. Salir del modo esclavizante al que se está acostumbrado en esta gran urbe, ya sea por el apego a la web o por formas de vida enajenantes, conectando nuevamente con nuestra esencia que es humana, con la palabra que es honesta, la sonrisa que es compartida, una mirada que es generosa. Observar y vivir los valores anticapitalistas, cuando resultan atípicos en una sociedad que cada vez está más enferma de individualismo, esa coartada del capitalismo.
Mientras existan movimientos como el zapatista, la vela de la esperanza seguirá ardiendo, y seguirá porque va por todos, porque es común. Aunque se me quedó grabado eso que se leía en la canasta de básquetbol, mientras el juego acontecía: “La esperanza es para los que luchan.”
[i] Fragmento de Discurso del Comandante Insurgente Moisés, del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, en el 30 aniversario del levantamiento armado en Ocosingo, Chiapas. (31 de diciembre de 2023).