Las famosas conferencias matutinas realizadas diariamente por el presidente de México Andrés Manuel López Obrador son un extraordinario ejercicio de comunicación circular inédito entre los gobiernos del mundo, un ejercicio democrático que pretende hacer la vida pública cada vez más pública, en donde se busca que la ciudadanía y las audiencias tengan información veraz de primera mano respecto a su gobierno, con la que puedan analizar la realidad inmediata y así tomar decisiones o posturas fundamentales para su entorno. El mismo AMLO las inventó —con ese formato, tal como las hemos conocido este sexenio—, cuando fue jefe de gobierno del entonces Distrito Federal. Además, sirve también como rendición de cuentas permanente y constante, de cara a la gente y a la opinión pública.
A lo largo de la historia contemporánea hemos visto como los medios de comunicación tradicionales en México, en contubernio con la oligarquía se han dedicado a mentir, a hacer montajes y a apoyar e impulsar narrativas a través de sus espacios que ayudan a obtener poder a ciertos grupos políticos corruptos, que, cuando esos mismos han tenido acceso a cargos públicos han saqueado los recursos de la nación, es ese puñado ya bastante conocido como la mafia del poder; han robado elecciones como en 2006, también han impuesto presidentes a billetazos con el favor de los medios masivos como en 2012.
Esa minoría rapaz del PRIAN saqueó a México por 82 años y son quienes promueven odio e inconformidad contra las conferencias mañaneras. ¿Por qué? Porque se les cae aún más el negocio de la mentira y la desinformación, la derecha mexicana siempre miente y apuesta a la desmemoria, es por lo que les cae como bomba que diariamente haya derecho de réplica, aclaraciones o exposición de la verdad desde fuentes oficiales.
A partir de que en México hay un gobierno popular, tanto el INE, como el Tribunal Electoral han emprendido una lucha incomprensible que atenta contra los derechos constitucionales de la población, lejos de hacer su trabajo y de promover la democracia, la participación ciudadana bajo los mejores y óptimos términos, invaden facultades de los poderes de la unión, alimentan una cansada guerra judicial que solo favorece a la derecha y al poder económico. En días recientes el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación emitió una sentencia en donde se restringe de forma arbitraria la libertad de expresión del presidente de la República, además de sacar de contexto sus dichos para involucrarlo con asuntos de violencia política de género, de una manera ruin han falseado sus declaraciones y como siempre se vuelan la barda, se tiran al suelo y se hacen las víctimas, cuando ellos son los victimarios del pueblo.
El presidente López Obrador jamás a discriminado a nadie por ser mujer, ni ha tenido conductas con violencia política en razón de género, él solo ha señalado la corrupción y el mal ejercicio de la función pública, venga de donde venga, no porque los actos ilícitos o conflicto de interés hayan sido cometidos por una mujer tienen porque callarse, el mandatario ha denunciado con información fidedigna y con datos duros la corrupción que se ha dado en todos los espacios de diferentes poderes y otros delitos que siempre se han cometido al amparo del poder, como toda la vida ha sido su sello: cero tolerancia a la corrupción.
Los gobiernos neoliberales jamás dieron la cara, siempre fueron lejanos a la gente, en esos tiempos —un pasado muy reciente que aún da escalofríos—, la clase política se creía con superioridad sobre el pueblo, no informaban, mentían, robaban, lucraban, no había nada diseñado para devolver el bienestar a la gente, es por ello por lo que les pesa mucho que todo haya cambiado y siga evolucionando en beneficio de las mayorías.
Ni un paso atrás en la conquista de nuestros derechos, a mejores ciudadanos, mejores gobernantes.