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  • 04 Jan 2024
  • 18:01
  • SPR Informa 6 min

El socialismo de López Obrador

El socialismo de López Obrador

Por Diego Valdez .

Una nueva estrella en el ideario político de la 4T: Felipe Carrillo Puerto.

López Obrador cierra fuerte el sexenio con la inclusión del Apóstol Rojo al firmamento político de la 4T. El mensaje es claro: la Transformación no tiene como puerto unas cuantas reformas para aliviar el hambre de los pobres; al contrario, se propone cavar hondo en la justicia social y regresar a los pobres lo que se han ganado con su trabajo. 

Tan es así, que mientras Xóchitl Gálvez escupe para arriba hablando de la inseguridad que incitó su compadre Felipe Calderón; Claudia Sheinbaum asegura que en su gobierno se mantendrá la pensión para los adultos mayores y, aún más, aumentará.

Mientras Xóchitl Gálvez se queja de la Megafarmacia del Bienestar, López Obrador pone en marcha el único centro público de distribución de medicamentos en el mundo, cercenándole los colmillos a los usureros de la enfermedad.

La premisa es clara: los derechos sociales son irrenunciables para la 4T. 

De ahí la carga simbólica que tiene cerrar el mandato haciendo homenaje a Felipe Carrillo Puerto, el Apóstol Rojo de Yucatán, el benemérito del proletariado, revolucionario y defensor del Mayab. Para muchos, como un servidor, Carrillo Puerto era sólo un nombre más en las páginas de la historia de la Revolución mexicana hasta que el presidente comenzó a traerlo a cuenta. 

Entonces supimos que el Apóstol Rojo fue gobernador de Yucatán de 1922 a 1924. Supimos que repartió más de 600 mil hectáreas de tierra, socializó los ejidos y fundó la Comisión Local Agraria, incluso antes que Lázaro Cárdenas. También supimos que promovió la revocación de mandato, declaró la industria del henequén – el infierno de los mayas durante el porfiriato- como industria de interés público, fundó la Universidad de Yucatán y apoyó a Rosa Torres G. para ser la primera mujer elegida a un cargo de elección popular. Supimos de sus relación cercana con Lenin, el dirigente soviético.

Si observamos bien, entre el proyecto revolucionario de Felipe Carrillo Puerto y el de López Obrador hay más que una coincidencia geográfica – ambos son del sureste – . Existe una afinidad por la justicia social que se traza mediante hechos políticos contundentes que causan una profunda aversión a la élite de antes y de ahora. Ambos proyectos de justicia tienen como prioridad la salud, la educación, la distribución de la riqueza, la justicia salarial, la democracia. 

No se extrañen si en breve la oposición trata al presidente de socialista. Y extránense menos si él les responde con su singular estilo: si luchar por los más pobres es ser socialista, que me anoten en la lista. 

Acotaciones

Pero la cosa no es tan sencilla. Para que la 4T tenga como puerto la justicia social no basta con lo dicho arriba, harán falta varios elementos, entre los que destaco dos: 

Elección de cuadros dirigentes. Otra vez la premisa es simple: para que haya un proyecto progresista se necesitan dirigentes progresistas. Morena está definiendo sus candidaturas, así que la advertencia vale: confundir la construcción de un bloque hegemónico -concepto de Gramsci- con la suma aritmética de la partes, puede traer como resultado una caída en el ánimo de la población que apoya la 4T -y en democracia, el ánimo es la mitad del triunfo. No caería bien ver candidatos que ayer estaban en el PAN o el PRI y hoy, por un cálculo artimético, visten el traje cuatroteísta. 

Lo mismo pasaría si las decisiones de candidaturas se someten a un cálculo de amigos y enemigos, en el que los beneficiados sean los amigos de los dirigentes. El resultado lo pueden ver en la pérdida de la mayoría legislativa en 2021 y en el tropiezo que vivió morena en la CDMX. 

Y a pesar de que la convocatoria habla de encuestas, no podía dejar de decirlo. Muy pronto sabremos cómo se desenlaza este capítulo.

Las siguientes reformas legislativas. Esta premisa no es tan sencilla, la justicia social tiene que ver entre otras cosas, con la redistribución de la riqueza, es decir, con el combate a la desigualdad. De eso se trata la Pensión para los Adultos Mayores, cuyo monto será de 3 mil pesos mensuales en 2024, insuficiente cuando hablamos de sacar de la pobreza a mucha gente, pues la línea de pobreza por ingresos es de más o menos 4 mil pesos en zonas urbanas, según Coneval.

Lo ideal sería aumentar la pensión unos cuantos miles de pesos, quizá llegar a 8 o 9 mil bimestrales. Pero hoy no existen los recursos necesarios en las arcas públicas para llegar a ese monto. Sin embargo, México es la doceava economía del mundo, ¿cómo llegamos hasta acá? ¿cómo es posible este suceso? Creando riqueza ¿y dónde está es riqueza? En unas cuantas manos.

            Con todo este embrollo quiero decir que la segunda etapa de la Transformación deberá tener en cuenta, entre otras cosas, una reforma fiscal que redistribuya la riqueza y en la que el Estado sea el fiel de la balanza de la justicia. A varios no les gusta hablar de esto, pero ¿qué haremos cuando en 2050 ya no sean 15 millones de adultos mayores sino 30? ¿Qué haremos si un proyecto de bienestar requiere un Estado fortalecido económicamente? ¿Cómo llevar a cabo la Transformación si no ponemos sobre la mesa temas tan profundos como el de que la riqueza no es el producto del esfuerzo de una sola persona, si no del trabajo colectivo y que por lo tanto, lo justo es que esa riqueza se reparta entre a todos de forma equitativa?

Tenemos que empezar a hablar de estas cosas.

Sin más, les deseo un año 2024 lleno de amor, conocimiento y justicia. 

Hasta la próxima.