• SPR Informa
  • SPR Informa
  • SPR Informa
  • SPR Informa
  • SPR Informa
  • https://www.sprinforma.mx/noticia/el-rol-de-la-propaganda-en-el-desarrollo-y-exito-tecnologico
  • 31 Aug 2022
  • 00:08
  • SPR Informa 6 min

El rol de la propaganda en el desarrollo (y éxito) tecnológico

El rol de la propaganda en el desarrollo (y éxito) tecnológico

Por Ernesto Ángeles .

Pese a que vivimos en una sociedad fuertemente dependiente e influenciada por la ciencia y la tecnología, cada vez resulta más difícil comprender el funcionamiento, los riesgos y las relaciones de poder asociadas a su existencia. Dicha ignorancia no sólo pertenece al ciudadano promedio y no representa un acto intencional o siquiera consciente, sino que se extiende entre toda la población, incluidos los expertos y hasta sus propios desarrolladores, tal como ocurre con el caso de programas de Inteligencia Artificial y la incomprensión de sus inventores https://builtin.com/artificial-intelligence/ai-right-explanation; sin mencionar que la tecnología, al constituirse en intrincados ecosistemas socio-técnicos, se convierte en un entorno en el que estamos inmersos y es bastante difícil distinguir sus procesos y componentes.

Sin embargo, aunque la comprensión y la consciencia del rol de la tecnología en la sociedad son cada vez más difusas y complejas, no sucede lo mismo con los discursos, ideas y pre concepciones en torno a la tecnología, sobre todo a la tecnología asociada a internet y la computación, las cuales gozan de gran consenso en sus bondades, importancia social y hasta infalibilidad, aún cuando desconozcamos completamente su aspecto técnico, funcional o social.

Actualmente es cada vez más común el asociar valores y una naturaleza democrática, liberal, liberadora y de “progreso” a la tecnología, sobre todo a  internet y la computación, como si se trataran de elementos “intrínsecos” en el buen funcionamiento de las democracias contemporáneas debido, entre otras cosas, a la facilitación de la libertad de expresión. Al punto de convertir a la tecnología no en una vía, sino en un fin en sí misma, algo que me lleva a pensar ¿existe alguna intencionalidad detrás de tal paradoja entre ignorancia y la adjudicación de valores a la tecnología? En caso de ser así, ¿quién se beneficia de tal discrepancia y cómo se logra tal implantación de valores?

De acuerdo a la Real Academia de la Lengua Española, la tecnología puede definirse como un “conjunto de  teorías y de técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico.” https://dle.rae.es/tecnolog%C3%ADa  Por tanto, el elemento central de la tecnología es el conocimiento científico y su aplicación en la resolución de problemas, en donde la aspiración de la imparcialidad científica se ve truncada por pertenecer y relacionarse a intereses, circunstancias y aplicaciones humanas, las cuales están cargadas de elementos como la intencionalidad y su sujeción a los contextos históricos, geográficos y de equilibrios de poder en donde suceden.

Lo anterior ejerce una influencia inmediata en cómo se hace la ciencia y a qué intereses responde, sobre todo en un momento en el cual la ciencia se haya altamente institucionalizada, burocratizada y depende de imperativos económicos (principalmente privados), políticos y de seguridad, en un entorno internacional cada vez más convulso.

Además, la tecnología no sólo depende de cómo, cuándo, en dónde y por quién es construida, sino que también depende de su uso, aún cuando existan fuertes restricciones dadas desde el diseño mismo de la tecnología y sus servicios habilitados.

Si tomamos en cuenta lo anterior, resulta interesante revisar un poco de la historia del origen de internet  y la computación, ya que pese a tratarse de tecnología que nació gracias a los esfuerzos del ejército y los aparatos de seguridad, su uso fue adoptado y abrazado rápidamente por grupos de izquierda y de derechos humanos, convirtiéndolo en una de sus principales herramientas y la razón de su crecimiento e influencia. Y así como sucedió con el ejército y la sociedad civil, tanto la izquierda como la derecha, los conservadores y los liberales han abrazado la tecnología y alabado las bondades de internet y la computación, con muy pocos críticos o contrarios a la influencia que ejerce (hasta 2018).

Una de las razones de tal flexibilidad tecnológica para adecuarse a cualquier ideología, discursos y sus objetivos se debe en buena parte a la influencia que ejerció el contexto en donde se desarrollaron las estructuras procesales de internet y la computación más allá de la influencia técnica que ejerció la armada en su invención o, dicho de otra manera, gracias a la influencia que ejercieron aquellas personas que generaron productos, servicios, plataformas y otras tecnologías montadas en la infraestructura tecnológica (devenida de la armada y otros aparatos de seguridad).

Tal influencia tiene un componente geográfico clave: California, y es que ahí es donde buena parte de los servicios, productos, plataformas, sus desarrolladores y científicos se encontraban, lo cual implicó la unión entre la cultura del emprendedurismo y las finanzas de Silicon Valley con el remanente de los discursos, ideales y narrativas hippies de los años sesenta que dominó la vida cultural californiana. En donde el elemento que serviría de amalgama fue la profunda fe en el potencial “emancipatorio” de las tecnologías de la información, lo que significó que gracias a internet y la computación se podía alcanzar (al menos imaginariamente) las fantasías hippies de libertad y anti autoritarismo y la acumulación excesiva de riqueza.

Este ideal emancipatorio alcanzó nuevas alturas gracias a la acción de movimientos hacker y grupos de activismo digital, los cuales en 1996 se opusieron a una propuesta de ley de Estados Unidos por querer censurar internet por medio de la promulgación del Acta de Decencia de las Telecomunicaciones , fue así como el 8 de febrero, en Davos, John Perry Barlow, fundador de la Electronic Frontier Foundation, presentó la “Declaración de la independencia del ciberespacio”, la cual declara la no intromisión del Estado y la soberanía en el “ciberespacio”; la cual junto con el juicio y la no aprobación de Ley de Decencia en las Comunicaciones, marcaría otro precedente en el discurso idealista y liberador de internet y la computación.

Un año después, en 1997, la administración Clinton no sólo abrazó la idea de un internet “desregulado”, sino que la pensó más allá de la soberanía de los países, al mencionar que “los gobiernos deben adoptar un enfoque no regulatorio y orientado al mercado en el comercio electrónico”, aún cuando las fronteras entre comercio y simple navegación web son realmente borrosas, sin mencionar que la mayor parte de ganancias de tal libertad van a parar a Estados Unidos.

Sin embargo, la adopción del discurso idealista de internet como parte de la política exterior se dio hasta la iniciada la década de 2010, cuando empezaron a surgir una serie de movimientos sociales en contra de sus gobiernos en Medio Oriente, mejor conocidos como la “Primavera Árabe”, la cual se caracterizó por el uso y coordinación social mediada gracias a internet y los dispositivos de cómputo en diferentes países. En donde Estados Unidos estaba en la primera línea de interesados para reconfigurar el acomodo y la correlación de fuerzas políticas a su conveniencia y beneficio, por lo cual se alineó rápidamente con los grupos protestantes, mientras que sus empresas tecnológicas como Facebook aprovecharon la oportunidad para etiquetarse a sí mismas como plataformas para el activismo político y la resistencia.

Fue así como un año después, en 2011, Hillary Clinton, en ese momento Secretaria de Estado de la administración Obama, puso a internet y la computación como parte de la punta de lanza de la política exterior estadounidense, en donde no sólo dotó a internet y las tecnologías de cómputo de una supuesta naturaleza democrática y liberal, sino que les dio un lugar dentro de la política exterior y las relaciones de Estados Unidos con otros países, con un marcado énfasis en cómo los países autoritarios podían usar internet en contra de sus ciudadanos, pero claro, sin mencionar a sus aliados opresores como Arabia, en donde ocupan impunemente internet y la computación en contra del disenso.

Y es así como la “libertad” de internet y tránsito de datos se convirtió en la norma, avalado por tratados internacionales (promovidos por Estados Unidos, claro), aún cuando dicha “libertad” es ejercida a discreción por parte de las personas a cargo (de maneras bastante opacas, por cierto), ya sea desde las instituciones o las propias empresas tecnológicas, tal como sucede con el giro que han tenido las redes sociales, las cuales ahora deciden qué libertades se permiten en sus espacios y cómo ejercerla racionarla y sancionarla; lo cual se debió en buena parte a la fractura interna en Estados Unidos en el consenso sobre la tecnología y la libertad, el cual se devino del ascenso de Trump al poder y la marcada presencia de la extrema derecha en la red.

Y aún cuando somos testigos del lento ocaso de una narrativa y discurso único y dominante de un internet y computación, las nuevas tecnologías que se montan en internet y el cómputo están generando  “nuevos” discursos o, mejor dicho, re interpretaciones y sobre interpretaciones de un discurso ya usado, con el caso de la web 3.0 y las crypto como principales ejemplos, los cuales serán materia de análisis en otro artículo. Sin embargo, con lo que me gustaría terminar este artículo es con la invitación a quien lee este texto en pensar ¿en realidad la tecnología tiene un fin y naturaleza en la sociedad ? Si es así, ¿Quién, cómo y con base en qué se determina tal utilidad y propiedades intrínsecas?