El Futuro de Movimiento Ciudadano en el Escenario Político Mexicano

En el actual panorama de la política mexicana, una cuestión que actualmente suscita gran interés es la posición de Movimiento Ciudadano ante la notable ventaja que ostenta Morena sobre las demás fuerzas políticas. En ese sentido, surgen algunas incógnitas como: ¿Cuál será la verdadera dirección que tomará el partido naranja en este 2024? ¿Optará por una alianza con los partidos integrantes del Frente Amplio por México? ¿Persistirá en su propósito de presentarse de manera independiente, tal como ha sostenido su líder, Dante Delgado? O bien, cabe incluso considerar un escenario poco probable, aunque no por ello imposible: ¿Podría Movimiento Ciudadano sumarse a la empresa de la Cuarta Transformación?

Esta cuestión ha adquirido relevancia debido al evidente quiebre entre las posturas de Dante Delgado y Enrique Alfaro. Mientras Delgado aboga por una candidatura presidencial independiente, respaldada por cuadros que él considera altamente competitivos, el actual gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, ha manifestado recientemente que “ya no entiende el proyecto” refiriéndose al siguiente proceso electoral y la dirección partidista de aquel instituto político que lo condujo a la gubernatura. En días recientes, Alfaro también mantuvo un encuentro con Xóchitl Gálvez, lo que pone de manifiesto de manera más notoria aún, su simpatía hacia el Frente Amplio por México.

No obstante, aquellos familiarizados con la política jalisciense reconocen que este distanciamiento tiene raíces tanto políticas como históricas. Uno de estos antecedentes es, sin duda, la falta de interés por parte de Dante Delgado en moldear a Alfaro en una figura con potencial presidencial. Otro elemento histórico es la serie de acercamientos liderados por Alfaro con otros gobernadores, especialmente con los de Nuevo León, incluyendo tanto a 'El Bronco' como a Samuel García. Estos movimientos le han conferido un poder y protagonismo que sin duda rivalizan con los de Dante.

Por otro lado, la confrontación principal entre estos dos líderes se ha desencadenado debido a dos cuestiones que se encuentran íntimamente entrelazadas en el presente: el porvenir político de Enrique Alfaro y las elecciones a la Gubernatura de Jalisco programadas para el inminente 2024.

Resulta evidente que Enrique Alfaro orienta sus esfuerzos en esta dirección. En su propio estado, la aprobación de Alfaro sufrió un considerable descenso debido a su problemática gestión durante la pandemia de COVID-19. En este contexto, su enfoque represivo hacia la población generó críticas. No obstante, es importante mencionar que en el último año y medio, aproximadamente, ha logrado una notable recuperación en su popularidad, a tal punto que en julio de este año, figuró incluso en el TOP 10 de los gobernadores mejor calificados en varias encuestadoras.

Sin embargo, a pesar de que en los tiempos recientes parece que Alfaro ha logrado cierta estabilidad política, es innegable que Morena también ha ido incrementando su influencia en Jalisco en los últimos años. Este fenómeno se refleja en la mayoría de las encuestas para las elecciones de 2024, que apuntan a una victoria de Morena o muestran un empate técnico. Al mismo tiempo, otras encuestas indican que Movimiento Ciudadano podría ganar, aunque por una ligera diferencia. Esto sin duda subraya la certeza de que la contienda electoral será extremadamente reñida.

En ese sentido, la sola idea de que Morena le arrebate la gubernatura a Alfaro es inaceptable para el líder jalisciense. Por tanto, es altamente probable que su aparente distanciamiento de la cúpula de Movimiento Ciudadano esté motivado principalmente por su intención de asegurar una alianza con el Frente Amplio por México en Jalisco. Es evidente que Alfaro calcula que, al combinar su propio capital político con la sólida estructura financiera y humana de estos partidos de oposición, tendrá los recursos necesarios para superar a su contrincante morenista, quién será muy posiblemente el Dr. Lomelí otra vez.

Esto arroja luz sobre la urgencia de Alfaro por asegurarse de que alguien continúe siguiendo su misma línea de acción. El riesgo inminente de perder el control en Jalisco lo ha llevado a tomar decisiones posiblemente anticipadas, impulsadas por una sensación de acorralamiento político. Incapaz de contar con el respaldo de su propio partido, Alfaro se enfrenta a una encrucijada, ya que los cálculos trazados por Movimiento Ciudadano claramente se orientan en otra dirección, pues estos tienen una visión del partido como un proyecto emergente que aspira no solo a ser altamente competitivo a nivel individual en 2024, sino también a poseer una oportunidad genuina de presentar un candidato presidencial en 2030 y ganar.

La trayectoria de Movimiento Ciudadano hacia la construcción de un partido robusto adquiere una importancia capital, ya que su desempeño estará estrechamente ligado a los resultados de la elección presidencial de 2024. En este punto, es crucial analizar detenidamente si es verdaderamente beneficioso formar coaliciones con una u otra fuerza política. ¿Qué ocurriría, por ejemplo, si el partido naranja lograra obtener en 2024 un porcentaje mayor al sumado por separado del PRI y del PAN? Sin duda, esta posibilidad es altamente factible. Además, aquellos que sienten afinidad por esta agrupación lo hacen debido a su condición de alternativa ante los partidos tradicionales obsoletos del pasado y frente a Morena.

En este contexto, la resolución a esta interrogante se presenta de manera sencilla. Resulta más plausible que los Naranjas alcancen el estatus de tercera, e incluso, ¿por qué no considerar la posibilidad de la segunda fuerza política, si optan por contender de manera independiente? En caso de asociarse, especialmente con el Frente Amplio, su esencia como alternativa tanto al oficialismo como a la oposición podría diluirse en una amalgama ideológicamente homogénea.

Desde otra perspectiva, Alfaro posiblemente se encuentra justificado al plantear sus reclamos ante la cúpula directiva nacional. En realidad, es gracias a su arduo trabajo que el partido ha obtenido su posición actual. Alfaro ostenta el mérito de haber conseguido la primera gubernatura para Movimiento Ciudadano, un logro que marcó el inicio de su proyección a nivel nacional. A raíz de este fenómeno político, se materializó la victoria en Nuevo León con Samuel García compitiendo de manera independiente, un resultado que reafirmó la relevancia y viabilidad del partido más allá de alianzas.

Sin duda lo más urgente para Movimiento Ciudadano, será definir claramente, su rol como contrapeso frente al dominio de Morena y tener en cuenta que como representantes de una alternativa “fresca y viable”, sus decisiones no pueden estar basadas únicamente en números electorales, sino también en su capacidad para mantener su esencia distintiva, por ello que la elección inminente en 2024 encierra interrogantes que trascienden lo electoral: ¿Se mantendrá Movimiento Ciudadano fiel a su identidad de alternativa real? ¿Logrará sobrevivir y destacar en un escenario en el que Morena sigue ganando terreno? El liderazgo de Alfaro en esta coyuntura determinará sin duda si el partido naranja podrá mantenerse como una voz influyente y, quizás, si podrá redefinir el paisaje político en el futuro.

En última instancia, la decisión que tome Movimiento Ciudadano no solo dará forma al inminente panorama electoral, sino también sentará los cimientos para su rol en contiendas futuras. ¿Optará por forjar alianzas estratégicas con otras fuerzas políticas o se mantendrá firme en su autonomía como bastión de cambio? ¿Estaremos siendo testigos del surgimiento de una fractura definitiva dentro del partido? A medida que México se adentra en un nuevo capítulo de su historia política, el destino de Movimiento Ciudadano pende en la balanza, con la oportunidad de ejercer influencia en la evolución nacional y en la forja de sus futuros líderes y dirección, o de lo contrario, enfrentar el riesgo de quedar relegado al margen de la historia política de México, sin un legado relevante para el porvenir.